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Que pierdan los otros

DIJO JULIA OTERO que el suyo de hoy será un voto en defensa propia. En eso coinciden todos los llamados a votar, aunque no en los motivos. Todos van a meter en la urna un voto defensivo. A esta altura ha llegado la política española. Esto lo discurrí ayer por la noche mientras trataba de fragmentar el voto de mi familia tras pasar todo el día reflexionando como un monje budista. No lo logré, claro, porque entre mi familia no se me respeta demasiado porque soy calvo.

Nadie va a votar hoy especialmente animado, pero aun así se prevé una alta participación porque hoy no vamos a votar a alguien sino contra alguien. Puede que eso no haya pasado antes. Siempre hay gente enfadada o desconsolada, pero esta vez lo somos todos. Ellos lo saben, de ahí que han llamado a la movilización "para evitar que España caiga en manos de" y aquí puede usted completar la frase como quiera: en manos de extremistas, comunistas, fascistas, independentistas, el Ibex-35. Todos han prometido lo mismo en esta campaña tan poco original: que no deben gobernar los otros.

Y eso que el abanico es amplio. Puede usted elegir entre un partido de ultraderecha, dos de derechita cobarde, socialistas vendepatrias y comunistas bolivarianos, eso no lo digo yo, que luego vienen las denuncias ante la Junta Electoral. Eso lo han dicho ellos unos de otros durante toda la campaña. Y están los independentistas o los nacionalistas, conscientes del poder que otorgará cada diputado en un Parlamento tan fragmentado como el que se nos viene encima, también luchando por la derrota de sus oponentes.

Recuerdo cuando yo era apenas un chiquillo, diez años ya de eso, y sólo había en Galiza tres partidos a los que votar y en casi toda España dos. Ahora la oferta es como la sección de yogures del Froiz de al lado de mi casa, que hay de todo. Como sigamos así más que una jornada de reflexión necesitaremos un mes para analizar tanta propuesta, como me pasa a mí con los yogures, que tranquilamente me paso una mañana eligiendo un pack de cuatro y hasta me lo paso bien y todo. Pruébelo, ya verá qué relajante. Empieza usted a ver sabores, que si uno lleva azúcar y otro es natural, que si estos son desnatados y los otros no, que si estos son de soja, que si tal y que si esto y aquello, y es como si el mundo se detuviese. A mí me relaja eso. Le di sin querer una patada a un mueble y el pulgar de mi pie derecho se está poniendo de un color así como morado y está adquiriendo el aspecto de un balón de baloncesto. Eso va a ser gangrena, lo que yo le diga. Mi señora me ofreció una pastilla para el dolor.

El voto útil, tan importante en las anteriores convocatorias, ha saltado por los aires, le iba a decir cuando me interrumpió usted con sus chorradas. Al parecer ya no estamos los votantes para estrategias ni para votar con la cabeza o el corazón: el de hoy será un voto visceral de media España para defenderse de la otra media. Una es pecie de guerra civil incruenta en la que nos dispararemos papeletas unos a otros y a ver qué pasa. No se trata de buscar a los vencedores sino a los perdedores. Ya le digo yo que esta noche lo que va a celebrar usted, si ganan los suyos, será la derrota de los otros.

De una u otra manera solamente achacable a la propia clase política, España se ha convertido otra vez en una sociedad enfrentada a sí misma, y eso no es bueno. Nunca ha salido bien. Sería óptimo que en los próximos meses, tal vez después de las municipales de mayo, se rebajara la tensión y España se tomara un respiro, que se relajara, no sé, viendo yogures o algo, porque si no acabará todo el mundo mucho más estresado, enfadado y defensivo de lo que ya está.

Toda España cree que tiene enfrente a un enemigo y aunque en algún caso hay sobradas razones para pensarlo, parece que la cosa se ha sacado de quicio. Esta es la España en lo que lo natural es que un líder diga eso de: "no tengo nada que hablar con estos ni con aquellos". Así no es manera, señor mío. Sin hablar difícilmente las cosas tienen arreglo. Si total se les vota precisamente para eso, para que hablen y a ser posible no diciendo demasiadas tonterías. Coincide todo el mundo en que estas son las elecciones más decisivas de las últimas décadas: pues puede ser, así que si quiere usted, salga y vote, ya sabe, para que pierdan los otros, como harán todos los que se acerquen a un colegio electoral. Lo digo porque si usted se queda en casa y en lugar de perder los otros, ganan, luego estará cuatro años lamentándolo, o toda la vida. El voto de hoy, para quien vote, será como un tatuaje, que una vez hecho se queda ahí para siempre. Y para quien no vote, lo mismo

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