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El tornillo y el sueño de Marx

Trabajadores en un rascacielos en el distrito financiero el Lujiazui en Shangai. EFE
photo_camera Trabajadores en un rascacielos en el distrito financiero el Lujiazui en Shangai. EFE

Esto no lo leerá en ningún medio porque los de la prensa estamos vendidos al IBEX. Si acaso en un periódico especializado en chorradas económicas, pero está sucediendo ahora mismo: la multinacional IKEA no puede hoy entregar la mitad de las piezas de su catálogo porque tienen serios problemas de abastecimiento de varios materiales, por ejemplo los tornillos. Sí, Occidente se ha convertido en una civilización incapaz de construir un tornillo. Los fabricamos en China, decían, y así nos ahorraremos, yo qué sé, un céntimo en cada kilo de tornillos. Lo mismo ocurre con otros elementos como los microchips y los semiconductores. Los hacemos en China: nos dan financiación, nos ponen los terrenos y sólo tenemos que entregarles el 51% de la empresa pero a cambio nos abrimos a todo el mercado mundial.

Globalización, le pusieron a esa estupidez. Así cada país del llamado primer mundo, como si hubiera varios mundos, podría producir a bajo coste coches, teléfonos y ordenadores con componentes fabricados en China y bajo el control del Gobierno chino. Pues vale. A cambio le entregamos los diseños, la tecnología y los procesos de producción y el control de la empresa, pero qué mas da. Los chinitos, como son tontos, nos venden esos componentes tirados de precio y así abaratamos costes, deslocalizamos las fábricas de las cosillas pequeñas para montarlas en China y nos volvemos mogollón de competitivos.

Todo va bien hasta que los chinos se retrasan en la entrega de un tornillo y toda la economía global, que está sujeta por tornillos chinos, se echa a temblar. Sí, hoy hace más daño la falta de un tornillo que una bomba nuclear. No olvidemos que cuando empezó esto de la pandemia, los cargamentos de mascarillas se subastaban en los mismos aeropuertos chinos, con los aviones listos para despegar hacia el destino que indicara el mejor postor, porque en todo el mundo occidental tampoco sabíamos fabricar una mascarilla. Para qué, si en China son más baratas.

Mientras los imperios de Occidente se dedicaban a gastar billones y billones en ayudar a los EEUU a perder guerras, los chinos se dedicaron a comprar por todo el mundo deuda extranjera, reservas minerales y rutas comerciales. También hay desabastecimiento de litio o acero, todo ello bajo control del Gobierno chino. Los listos fueron ellos, que por algo son el imperio vivo más antiguo del mundo. Recuerdo cómo se celebraba la entrada de China en los mercados internacionales y todos pensábamos que se había entregado al capitalismo liberal y que lo del comunismo lo dejaban para los asuntos políticos e ideológicos. No sé yo. Si la producción de la que depende el mundo entero está en manos públicas chinas, igual eso es comunismo. No sólo controlan los sectores estratégicos de su país, sino los de todos los demás. Si al final la Guerra Fría que dimos terminada hace décadas acabará ganándola China por goleada con una estrategia infalible: dejarnos sin tornillos.

O sin microchips, sin mascarillas, litio acero o plásticos, que también hay escasez de plásticos. Llevan décadas en esto y el mismo camino siguen otros cono India, aunque con mayor retraso, pero ahí están, en la lucha. Yo no sé usted, pero yo no me siento muy seguro viviendo en un lugar cuya supervivencia depende de un tornillo. Y no es un problema de IKEA. Las fábricas de coches, también en España han tenido que hacer parones en la producción porque no tienen chips o semiconductores. Se calcula que la producción española ha caído un 20% y las exportaciones de coches un 38%.

Eso ha hecho que se disparen también los precios del transporte naviero, pues la oferta es muy baja y la demanda muy alta. Si los barcos van a medio cargar o tienen que esperar en puerto varios días o semanas hasta que lleguen los contenedores, qué quiere usted que le diga. Y como el Gobierno chino es opaco porque no está formado por imbéciles, no está muy claro si es que realmente hay escasez o es que los chinos están demostrando al mundo entero que dependen de sus tornillos mandándolos a cuentagotas. Sea como sea, que no nos cuenten películas. Estamos en manos chinas, qué le vamos a hacer, y la culpa es nuestra por haber creado esa dependencia pensando que los chinitos tontos sólo querían fabricar tornillos para hacernos más felices y alimentar a su pueblo con un plato de arroz al día.

Calculan los expertos, aunque no se saben, que en el primer trimestre de 2022 volverá la regularidad en la entrega de los pedidos pendientes: o sea, dentro de cuatro, cinco o seis meses. Y como ahora hasta las cafeteras llevan un microchip, imagínese el caos. No nos valían las cafeteras ésas italianas de toda la vida. Necesitábamos una cafetera con un microchip o un tornillo chino porque de no tenerla sentíamos una gran ausencia en nuestras vidas.

Pues es lo que nos queda, y no lo digo en plan Abascal, con rencor hacia los chinos, sino con admiración, porque han jugado a largo plazo, con mucha paciencia y con el visto bueno de sus clientes, encantados de que se nos inundara la vida de productos chinos tirados de precio. A poco que usted y yo vivamos cinco años más, veremos a la China comunista gobernando el mundo. El sueño de Marx.