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Valientes

El consejero de salud murciano, Manuel Villegas. MARCIAL GUILLÉN (EFE)
photo_camera El consejero de salud murciano, Manuel Villegas. MARCIAL GUILLÉN (EFE)

NO ENTIENDO el escándalo. Pongamos que 500 altos cargos políticos, militares o altos funcionarios se han saltado la cola para vacunarse antes que gente a la que le hace falta de verdad. A mí me parecen pocos, que quiere usted que le diga, que hablamos de España, no de Noruega. Yo esperaba varias decenas de miles. O hay por ahí una gran cantidad que no han sido descubiertos y si lo han sido no se dice, o estamos viviendo momentos de gran regeneración democrática porque si no las cifras no encajan. Apenas quedan un puñado de valientes en España dispuestos a dar un paso y ponerse los primeros de la fila, porque para eso hay que tener valor. No cualquiera vale. Para vacunarse antes de tiempo en momentos críticos como el que vivimos, con todas las cifras de contagios y muertos disparadas; con las UCI colapsadas, para eso hay que tener un don. 

Pero el don no es suficiente. Además se necesita una posición de poder en la que uno esté rodeado de pelotas. Si es usted, señora querida, consejera de Salud de la región de Murcia y quiere ponerse una vacuna antes que nadie, hay que hacer una de dos cosas: bien levantar un teléfono y dar la orden, bien levantar el mismo teléfono y aceptar un ofrecimiento, en plan: "Jefe o jefa, tenemos aquí una vacunas reservadas. Pase usted por aquí y tráigase a su familia y a su periquito que ya los vacunamos a todos, que total no cuesta nada, que tanto usted como yo carecemos de conciencia". 

A los valientes se les presupone honestidad, lo que es un grave error. Más bien diría yo que honestidad y valentía son antónimos. Valiente es el tío todo loco que salta el solo de la trinchera y se echa a correr a gritos encarando a las filas enemigas. Honesto es quien mantiene la posición y resiste el asedio por miedo a morir. No es que sea un cobarde, entiéndaseme. Entre el valiente y el cobarde suele estar el cuerdo, que es quien no se acurruca en posición fetal durante la batalla ni se expone a una posición suicida. A los valientes les da todo un poco igual. Si tienen que romper una cola a codazo limpio porque de ello extraerán un beneficio, lo harán si dudarlo. Es que una cosa es subirse a una lancha salvavidas en un momento de naufragio cuando la consigna es la del sálvese quien pueda y otra arrojar a dos docenas de pasajeros al mar para hacerse un hueco. 

Casi son más preocupantes los otros, los que aceptan una orden o lanzan un oferta: los que le hacen un hueco al jefe para vacunarlo de forma clandestina; los que ordenan a la enfermera que pinche al concejal o se lo piden como un favor envenenado. Muchos de los que han actuado así ni siquiera habrán obtenido una vacuna para ellos. Lo hacen por ganarse la estima del jefe, con la esperanza de que su gesto no caiga en el olvido y algún día, quizá, alguien los llame para devolverles el detalle. Se creen leales. Confunden la lealtad humana con la lealtad de un caballo, que sólo es leal a quien le cuida y lo alimenta.

Honesto es quien mantiene la posición y resiste el asedio

Se conocerán más nombres, seguramente, pero espero que no sean demasiados ahora que por fin empiezo a creer en la clase política y en las instituciones. Todos los que no se han vacunado no han hecho nada bueno. Simplemente han hecho lo que toca. Creer lo contrario es como creer que un político es bueno porque no roba. Si no roba es porque no debe hacerlo y eso no merece ningún elogio. Dicho esto, no todos son iguales. Fíjese usted en las siglas de los partidos a los que pertenecen estos valientes y comparen. No he visto a ninguno del BNG, de EH-Bildu ni de ERC, por poner tres nombres tan denostados por muchos que sí se han lanzado a por la vacuna. Tampoco de Vox, todo hay que decirlo, pero en su caso es normal porque no quieren que Bill Gates les inocule un chip y ellos combaten el virus chino con sus anticuerpos españoles, no porque no sean valientes, que valientes son más que nadie, que yo he visto a Ortega Smith disparando y me pareció muy valiente. También me lo pareció cuando lo vi tosiendo el virus sobre los asistentes al mitin de Vistalegre. 

La cosa ha provocado algunas dimisiones y varios ceses. También, como es habitual, una serie interminable de excusas inconexas y explicaciones inverosímiles, que van desde el: "Es que como total sobraban vacunas y había que tirarlas", hasta la del de Ceuta, que viene diciendo que lo hizo porque sus técnicos se lo pidieron de rodillas. 

El estado Español está sorprendiendo al mundo por este asunto. Pues yo le digo al mundo que si la cosa no pasa de mil personas vacunadas antes de tiempo, ése es el titular: "Apenas mil valientes altos cargos españoles se saltan la cola de la vacuna", mejor entre signos de exclamación.

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