Blog | Galicia histérica

Benito Vicetto y Walter Scott

Un crítico furioso escribió que dos líneas de Walter Scott valían más que cien páginas de Vicetto. Un payaso

De Benito Vicetto ya me ha comentado usted alguna vez, siempre a cuenta de su ‘Historia de Galicia’ que publicó en 1875 y ocupa VII tomos. Al bueno de Benito, le llamaremos así familiarmente porque es de los nuestros, se le acusa acertadamente de fantasioso. Pero trabajaba bien teniendo en cuenta que en su época la literatura académica era cosa vocacional. Manejaba buenas fuentes, estudiaba mucho y escribía como los ángeles. Lo que pasa es que cuando encontraba un hueco que no podía cubrir lo rellenaba a base de imaginación. Casi todos lo hacían en su época y lo siguieron haciendo al menos durante medio siglo y pico. Lo que pasa con Vicetto es que tenía una imaginación desbordante, lo que no desmerece en absoluto su obra como historiador. Otros se equivocaban lo mismo o más que él pero como lo hacían dotando al texto de cierta verosimilitud se creían mejores.

Blog de Rodrigo Cota
MX

Ojo, no hablamos de historiadores que falseaban la Historia a propósito, de esos siempre los ha habido y los habrá, sobre todo si se trata de Galiza. Esta gente como Vicetto, Murguía o Casto Sampedro, por citar a tres de los más grandes, trabajaban con total honestidad. Dato que encontraban, dato que reflejaban y referenciaban. Luego, con mayor o menor sentido común, trataban de cerrar la investigación a base de suposiciones, algunas que con el tiempo se comprobaron acertadas y otras erróneas. Bastante hacían con el material del que disponían y siendo todos ellos autodidactas que buceaban en archivos o bibliotecas en su tiempo libre y mucho les debemos porque pegaron un salto con respecto a lo que había antes, en una época en que solamente ilustrados hombres de iglesia como Sarmiento tenían acceso a una bibliografía mucho más amplia y aplicaban métodos casi científi cos, aunque dedicaban buena parte de su producción a asuntos éticos o religiosos.

Pero Vicetto era mucho más que un historiador. Sobre todo novelista. Ambientaba sus obras en la Galiza medieval, practicando una especie de fi cción de ámbito nacionalista. Y ahí sí daba rienda suelta a su fantasía, que desbordaba por todas partes. Son novelas caballerescas en las que lo inventaba todo aunque a veces usaba nombres de personajes reales, lo que molestaba a otros historiadores. En una novela cuenta que al conde de Lemos lo mató su yerno el mariscal Pardo de Cela en una batalla. Claro que Vicetto sabía que los hechos no se habían desarrollado de esa manera, sino de otra bien diferente. El conde de Lemos murió de viejo y Pardo de Cela fue asesinado por Isabel de Trastámara (Isabel la Católica), pero Benito estaba creando una historia de ficción y no una novela histórica, que no es exactamente lo mismo. En una obra fantástica uno puede crear una historia y llamar a los personajes como le dé la gana. Eso exactamente es la ficción.

Firmó en gallego tres obras. Por mucho menos que eso a algunos le han dedicado el Día das Letras Galegas: una de ellas es un romance sin titular, y luego hay otras dos: ‘Cantiga dos Borboriños’ y otra que se llama ‘Ti e eu. Sono dunha noite de vrao’. Hoy puede usted leer en línea, además de los VII libros de su ‘Historia de Galicia’, ‘El caballero de Calatrava’, ‘Los reyes suevos de Galicia’, obra muy documentada cuyo título describe de qué va la cosa y a la que no se le puede poner tacha en cuanto a la documentación histórica y es su obra menos fantasiosa y la que más rigor histórico exhibe, cosa que nadie ha valorado. 

A Benito Viceto lo apodaron como el ‘Walter Scott gallego’. No se apure: yo tampoco sé quién fue el tal Walter Scott ni falta que me hace. No pienso perder ni un segundo en aprender quién era ese fulano. Qué más me da quién fue el Scott Gallego si no sabemos quien era el Walter Scott original. Qué más da. Un crítico furioso escribió que dos líneas de Walter Scott valían más que cien páginas de Vicetto. Un payaso.

Veo ahí un nicho de mercado, y no hablo solamente de Vicetto. Es que hay un montón de autores cuyas obras está libres de derechos, o sea, que las puede publicar usted con sólo llamar a una imprenta y encargar 50, 500 o 1.000 ejemplares. No se va a forrar, eso ya se lo adelanto, pero tampoco va usted a perder un céntimo, señora mía, y le juro que vale la pena porque los autores que hace un par de siglos, o siglo y medio se dejaban las pestañas escribiendo nuestras historias, las reales y las fi cticias están todos rematadamente muertos y sus obras están ahí, a la espera de que unna persona buena y generosa, o simplemente generosa, decida dar aire a las novelas históricas de un tío al aue llamaban ‘el Walter Scott gallego’, fuera quien fuese el Walter Scott original.

Comentarios