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La Galiza de Lucas de Tui

En Lucas de Tui no existe el Reino de Asturias, lo siento, ni los reyes asturianos, ni todas esas patrañas

Lucas de Tui fue obispo de esa diócesis entre 1239 y 1249, año en que murió por primera y última vez. Se le recuerda porque además de obispo era escritor. Aunque también escribió mucho sobre teología y condenando lo que consideraba herejías, su obra más destacada y ambiciosa es Chronicon mundi. Para poder escribirla tuvo que pedir a un colega que le sujetara el cubata y se puso a contar la historia del mundo desde sus orígenes hasta 1236, nada menos.

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Lo que más interesa a los historiadores es la parte en la que cuenta la situación en la península ibérica, sobre todo a partir del S. X. Todo lo anterior procede en buena parte de su imaginación, pues otra cosa no es posible, pero al llegar a la etapa en la que empiezan a aparecer fuentes y documentos, hace un trabajo riguroso. A él acudieron en su día Benito Vicetto, Murguía o Victoria Armesto y no hay manera de escribir la historia de Galiza sin repasar a Lucas de Tui, a quien llamaban El Tudense.

Lo bueno de este autor es que escribió unos siglos antes de que se decretara la doma de Galiza, proceso al que Castelao, con acierto, añadió el término castración. Doma e castración da Galiza. O sea que Lucas de Tui el Tudense no se debía a la tarea de eliminar a nuestro país de la Historia, tal como se viene haciendo desde los Reyes Católicos aunque hay precedentes. En Lucas de Tui no existe el Reino de Asturias, lo siento, ni los reyes asturianos, ni todas esas patrañas. Cada vez que se refi ere a Asturias, sobre todo en lo relacionado a la conquista musulmana, la menciona como la Galicia asturicense, es decir, la Asturias como parte integrante del Reino de Galiza. Y obviamente cuenta que a Asturias la reconquistaron los reyes gallegos, uno de ellos, por no poner todos los ejemplos otra vez, Bermudo II.

Bermudo II, a quien nos presentan como rey de León, fue coronado en Galiza por nobles gallegos. En ningún momento Lucas de Tui el Tudense se refi ere a él como rey de León, sino de Galiza, aunque reinara en tres estados: el gallego, el leonés y el castellano. Y eso no encaja en lo que nos cuentan porque Lucas de Tui, apodado el Tudense, era de León. Sí, el apellido y el apodo los tomó de la diócesis que administró durante los 10 últimos años de su vida. Sin embargo, en su texto no hace concesiones a su tierra y cuenta la verdad. Sabría él, que era leonés y vivía en Tui, quiénes eran sus reyes y cuál era el reino principal de la península ibérica.

Pocas personas como nuestro Lucas sabían tanto sobre todo. Había estado en Armenia, en Francia, en Constantinopla, en Jerusalén, en Roma. Se había recorrido buena parte del mundo conocido en su época. Y su Chronicon mundi es una salvaguarda para la historia gallega, pues es un documento único que desmiente con su simple lectura siglos de dominación historiográfi - ca española y españolista, pues es muy anterior a los intentos, por lo general exitosos, de revisionismo depredador.

Para nuestra desgracia, aunque su obra aparece citada en numerosos libros que incluyen pasajes enteros, hace siglos que no se edita, ni siquiera la parte en la que cuenta el devenir de la península ibérica, con el añadido que la última parte de la obra cuenta hechos vividos por él y su generación.

Es una pena porque una edición, que total está libre de derechos, podría aportar mucha más luz que la que ofrecen los fragmentos aportados por otros historiadores, que aunque son numerosos no suponen más que piezas sueltas que nos ayudan a aproximarnos al personaje y a su obra pero nos impiden conocerlos en toda su amplitud. Estaría bien que alguien se tomara la molestia de coger un ejemplar, traducirlo del latín original y editarlo. Nos haría un gran favor a usted, a mí, a toda Galiza y sobre todo a la verdad histórica, que tiene su importancia y más cuando nos la han robado a manos llenas durante siglos. Alguien debería hacerlo, que para eso también sirven nuestras universidades y nuestros investigadores, para mostrarnos las fuentes primigenias de nuestra historia. 

A ver, que tampoco es tanto pedir. Estamos hablando de un cronista que trabajó con seriedad y aplicando todo el rigor y la información disponible en su momento para contarnos quiénes somos y de dónde venimos. Esto en Catalunya, en Euskadi, en Irlanda, en Gales o en Bretaña ya estaría hecho hace un siglo como mínimo. Aquí somos más de quedarnos pasmados tragándonos como borregos la sarta de milongas que nos cuentan. Nos faltan ímpetu y optimismo, dos cualidades que siempre vienen bien para que un país marche a buen ritmo y por el camino correcto.

A Lucas de Tui se le rebeló una vez el pueblo tudense y si lo pillan lo matan. A su compañero el obispo de Ourense lo arrojaron al Miño.