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Navegante gallego descubre la isla en la que murió Napoleón

HABÍA UN señor que se llamaba Xoán da Nova. Martín Sarmiento, que estudió al personaje en profundidad, lo hace noble y natural de Galiza, reconociendo la dificultad de precisar su lugar de nacimiento. En Portugal lo llamaban João da Nova y el algunos documentos se referían a él como "galego de naçao", y le ponían el apodo de O Galego. Otras fuentes lo hacen natural de Maceda, en Ourense. Los cronistas castellanos le llaman Juan de Nova.

Entre que es un personaje poco investigado y que las crónicas o los documentos que se refieren a él arrojan más luz sobre su obra que sobre su vida, la historia de este buen hombre está repleta de huecos. Su fecha de nacimiento, por ejemplo, se calcula entre 1450 y 1460. Algunos dicen que llegó a Portugal durante la Gran Revolta Irmandiña huyendo de los rebeldes; otros que fue a parar ahí después de apoyar a Juana la Beltraneja en su guerra con Isabel la Católica, lo que parece más plausible por asuntos que además de ser muy largos para explicar aquí, desconozco por completo.

Ilustración para el blog de Rodrigo Cota. MARUXAPoco se sabe de él hasta que en 1496 el rey Manuel I de Portugal lo nombró alcalde de Lisboa. Algo habría hecho bien además de su apoyo a Portugal en la guerra mencionada, pues alcaldes de Lisboa sólo había uno en todo el mundo y era un puesto ansiado por cualquier noble portugués. Es de suponer que antes de esa etapa hubiera participado en alguna expedición por las costas africanas. Mientras Castilla se topaba con América en su camino a la India, los portugueses, los mejores navegantes de su época, alcanzaban la meta doblando el Cabo de Buena Esperanza y así, circunnavegando África, accedían al Indico, por lo que fueron los primeros en llegar a costas indias.

Bien, el caso es que en 1501 se puso al mando de la tercera flota que Portugal enviaba a la India, de ahí que se le concedan dotes como navegante. La primera expedición había sido la de Vasco da Gama y de la segunda no se tenían noticias aunque finalmente llegó tras la partida de Xoán da Nova, que en ese viaje descubrió, entre las costas de África y las de Madagascar, la Isla Ascensión, que hoy pertenece al Reino Unido y sólo sirve para ganar millas marítimas; en honor a su patria bautizó como Islas Agalega a dos islotes que hoy tienen 300 habitantes, también territorio británico como otra que también descubrió y tiene su importancia: la Isla de Santa Elena, famosa por haber sido el presidio donde Napoleón pasó sus últimos años. Ahí se equivocó. Pudo llamar Agalega a Santa Elena y dejar este último nombre para los islotes, que no los conoce ni Dios, que fue quien los creó.

Durante otro de sus viajes, que hizo varios, ya en 1505, tuvo mala suerte. A su barco se le abrió una vía de agua y para su desgracia, el único refugio que encontró fue otro islote en medio de la nada. Aparte, estaba enfermo y era época de monzones. Allí pasó varios meses, no se sabe cuántos, o sí se sabe, no tengo ni idea. Supongo que él y sus tripulantes subsistieron a base de cocos y tortugas, que es lo único que había por ahí. Casualmente, en 1506 se lo encontró allí varado otro navegante amigo suyo que se llamaba Tristão da Cunha. Tristão lo remolcó a Mozambique, le arregló el barco y le ofreció unirse a su expedición, lo que hizo encantado. Esa isla ahora es francesa y se llama Juan de Nova. Al menos dejó su nombre por ahí en los mapas y en los derroteros marítimos, que algo es algo.

Pero el comandante de la expedición, un tal Fulanito Albuquerque, que era malo. Albuquerque quería que Xoán da Nova fuera a la península arábiga para no sé qué cosas de unas mercancías que había que recoger, pues la misión secreta que había encomendado el rey portugués a Albuquerque era tomar Ormuz, en el Golfo Pérsico. El gallego se negó, se entabló una pelea a puñetazo limpio que debió perder el nuestro, pues Albuquerque lo mandó detener aunque luego lo soltó porque necesitaba a él y a su equipo para la toma de Ormuz, que ya era una isla portuguesa pero querían dar un golpe para sustituir al gobernador, que no era del agrado de Manuel I, quien, recordemos, reinaba en Portugal. Participó también en el ataque a Mascate, capital del sultanato de Omán, donde dicen que jugó un papel destacado. Lo mismo que en algunas famosas batallas navales en las que participó contra turcos, egipcios y otras flotas.

No se sabe muy bien cómo, o repito que lo mismo sí se sabe, Xoán da Nova regresó a la India, donde murió en Kochi, Estado de Kerala, en 1510, no sabemos de qué, al menos usted y yo. Estaría enfermo y tal vez también viejo para la época, que eran unos blandos que ni antibióticos tenían.

En Portugal tampoco le hacen demasiado caso a este navegante, que estuvo a la altura de Vasco da Gama o de Pedro Alvares Cabral, que descubrió Brasil en 1500, meses antes de la expedición de Xoán da Nova a India. Tiene por ahí tres o cuatro calles. Aquí ni eso.

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