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Río del Olvido

También llamado Do Esquecemento, ya lo mencionaban algunos griegos como Tito Livio o Estrabón, citado como río Lete y situándolo en los confines del mundo. Los confines del mundo estaban en Fisterra, pero por lo general toda la actual Galiza era considerada como el último lugar del mundo entonces conocido. Al parecer, el actual río Limia, Lima en Portugal, tenía antiguamente ese nombre.

El caso es que se decía que quien cruzaba ese río o incluso lo vadeaba perdía la memoria y que las almas de los difuntos bebían de sus aguas para olvidar su vida terrenal y pasar al otro mundo sin problemas de conciencia. Quien contó muy bien esta leyenda, como todo lo que contaba, fue el Padre Jerónimo Feijóo, que vivió entre los siglos XVII y XVIII: "Tuvo también el nombre de Lete el río llamado hoy Limia, que corre por mi país natalicio". Tomen nota los pinflois de que al Padre Feijóo no le cabía la menor duda de que Galiza era un país y tomen nota también los nacionalistas y los secesionistas, que debiéramos apuntar a Feijóo y Sarmiento como padres fundadores de la patria gallega, pero sigamos con la historia, que total a los cuatro secesionistas gallegos que poblamos la galaxia no nos hacen falta referentes que hayan nacido antes que las Irmadades da fala, la Xeración Nós o el Partido Galeguista.

El caso es que los romanos se basaban mucho en los relatos y en la crónicas griegas en el momento de emprender sus conquistas. Una vez conquistado el Mediterráneo estaban entrando en tierras incógnitas, nunca antes exploradas por los romanos y apenas mencionadas por los griegos, la mayoría de los cuales nunca habían pisado nuestro territorio pero repetían como cacatúas todo lo que hubieran escrito quienes sí nos habían visitado y habitualmente lo acrecentaban, lo ninguneaban o lo consignaban como verdad absoluta.

Los romanos eran para algunas cosas muy listos y para otras tontos de capirote. Es increíble que crearan un imperio mientras creían en supersticiones absurdas. El caso es que cuando llegaron al río entonces llamado Lete se quedaran clavados, incapaces de cruzarlo, convencidos de que si lo hacían perderían la memoria. Lo dicho, parvos perdidos.

Llegó entonces quien tenía la encomienda de conquistar la Gallaecia, Décimo Junio Bruto Galaico, éste último apellido otorgado por conquistar nuestra patria, y vadeó el río. Vadear, cuando nos referimos a un río, como bien sabe usted, es cruzarlo a pie: sin puentes, sin nadar, sin llevar debajo un caballo, sin afrontar riesgos. Un vadeo es como un paseo pero cruzando un río, más bien un riachuelo o un regato.

El caso es que con todos los ejércitos romanos negándose a cruzar a pie un riachuelo por miedo a perder la memoria, Décimo Junio Bruto, luego llamado El Galaico, pasó al otro lado y para demostrar a sus tropas que no había perdido la memoria, empezó a llamarlos uno a uno por su nombre. Y al comprobar que el jefe conservaba la memoria todos los demás cruzaron y conquistaron a sus ancestros de usted y a los míos. Una desgracia.

La leyenda griega se convirtió en una realidad romana contada por numerosos cronistas. Tan publicitada fue la gesta de Décimo Junio Bruto al osar atravesar, más bien vadear el río Lete, o Limia, o Lima, que la leyenda corrió por doquier. Jerónimo Feijóo dice que en África hay un río también llamado Lete y del que se dice lo mismo: que quien lo cruce pierde la memoria y que quien muere bebe de sus aguas antes de pasar al otro mundo. Y Feijóo, que como buen jesuita era muy escéptico en cuestiones de supersticiones, se pregunta si la leyenda vino de África a Galiza o viceversa, pero en todo caso sostenía que todo aquello era una superchería.

Pero podemos dar por cierto, pues lo mencionan fuentes autorizadas, que es cierto el rechazo de los soldados romanos a cruzar ese río, como es cierto el hecho de que Décimo Junio Bruto lo cruzó y comenzó a llamar a los soldados por su nombre para demostrarles que el río Lete, hoy Limia, no hacía perder la memoria a quienes lo atravesaran.

La discusión hoy, muy razonable, no es sobre el asunto en sí, sino dónde ocurrió, es decir, en qué punto del río sucedió el asunto del vadeo. Muchos coinciden en que se localizó en Ponte da Lima, en tierras hoy portuguesas. Nos vale. No hay manera de demostrarlo, pero en Ponte da Lima se come bien y es un lugar primoroso, o sea que no hay manera tampoco de negarlo. Por mí, Ponte da Lima bien vale como el lugar en el que el Décimo Bruto emprendió nuestra conquista. También fuimos los primeros en echar a los romanos, pero eso ya es otra historia.

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