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Es el software, querido amigo, es el software

Oswaldo García Crespo
Realizador audiovisual, docente e investigador en la Universidad de Vigo, me interesa la tecnología al servicio de la creatividad.
ILUSTRACIÓNShahadat Rahman.
Artículo Vida Dixital 10.06.20

TODOS HEMOS visto anuncios de colegios y universidades en los que aparecen dispositivos electrónicos a modo de reclamo, como si una tablet o un ordenador fuesen garantía de una educación innovadora y de calidad. Vivimos una época de ensimismamiento por el hardware, aparatos que ofrecen un excelente diseño pero cuyo valor real reside en ejecutar tareas. Porque lo verdaderamente relevante de la tecnología digital no son los teléfonos móviles, las gafas de realidad virtual o los coches inteligentes. De la misma manera que construimos carreteras para la rueda, raíles para la máquina de vapor o imprentas para el lenguaje escrito, nuestros aparatos electrónicos son útiles para ejecutar software. Software en forma de aplicaciones que han transformado nuestro entorno y que se construyen con lenguajes de programación. Pero volvamos al inicio y pongamos el foco en la educación, la naturaleza de los idiomas y el software.

El lenguaje y las aplicaciones comparten cierta invisibilidad, vocación comunicativa y en cierta medida su lógica. Simplificando hasta el extremo, ya que no todos los lenguajes de programación funcionan de la misma forma, los idiomas y el software basan su funcionamiento en la gestión de elementos independientes que se relacionan entre sí de acuerdo a unas reglas que si se respetan, en el caso de un idioma se entiende y en el caso de las aplicaciones funcionan y conseguimos enviar un correo, mostrar una página web o hacer una foto. Y si bien a todos nosotros nos han enseñado el significado de las palabras y cómo estructurarlas en frases, sólo una parte de la población está familiarizada con algún lenguaje de programación y el pensamiento computacional, que agrupa las habilidades necesarias para desarrollarlo. El pensamiento computacional podemos entenderlo como un conjunto de capacidades para el análisis y la resolución de problemas que nacen en el ámbito de las ciencias de la computación pero son aplicables a distintas disciplinas, incluidas las humanidades. Así, a través del pensamiento computacional entrenamos el pensamiento abstracto, mejoramos nuestra habilidad para identificar patrones y por lo tanto nuestra capacidad para dividir los retos complejos en problemas más simples. Si uno observa las nuevas titulaciones universitarias, muchas de ellas integran la palabra digital en su nomenclatura y no lo hacen sólo por usar aparatos electrónicos, sino porque aplican formas de pensar que se usan para diseñar software.

Quizá por todo ello, en el curso 2018/19, el Ministerio de Educación impulsó la Escuela de Pensamiento Computacional y 14.000 estudiantes de toda España han participado en actividades relacionadas con la creación de software. Así, al aproximarse a los lenguajes de programación, los alumnos aprenden los fundamentos del pensamiento computacional, integran nuevas estrategias para comunicarse con su entorno y pueden ser más creativos a la hora de afrontar un contexto en constante transformación. A finales de los 80 en algunos centros educativos en España se enseñaban lenguajes de programación, pero ese aprendizaje despareció con la llegada de los sistemas operativos que facilitaban hacer documentos, tablas con datos y dibujos digitales, al tiempo que nos alejaban de la tecnología que hacía que todo aquello fuese posible. En la actualidad, los diseñadores de aquellos sistemas operativos son las compañías más valiosas del mundo y no han basado su crecimiento en respetar las particularidades que hay detrás de cada usuario.

Para que el software ocupe el lugar que le corresponde, es decir al servicio de las personas, los sistemas educativos deben ofrecer la posibilidad de aproximarse a una tecnología que administra el funcionamiento de nuestras economías y media en nuestras relaciones personales. Una mayor consciencia sobre el software nos ayudará a decidir qué espacios cedemos las aplicaciones y qué espacios deben quedar libres de la lógica de la programación. Después de décadas de una política cultural y educativa paternalista e ineficaz en lo que se refiere al aprendizaje de idiomas, tenemos ante nosotros la oportunidad de mejorar nuestra competencia en lenguajes de programación, cuyo estudio, como ocurre con todos los lenguajes, potencia nuestra capacidad de aprendizaje y nos hace más conscientes, con mayor capacidad crítica y por ello más libres.

►Artículo de Jeanette Wing sobre el pensamiento computacional
https://www.cs.cmu.edu/~15110-s13/Wing06-ct.pdf

►Enlace a Escuela del pensamiento computacional
https://intef.es/tecnologia-educativa/pensamiento-computacional/

►Máis información
https://programamos.es/pensamiento-computacional-e-informatica-en-pisa-2021/

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