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Un poquito de por favor

Juan Manuel Corbacho Valencia
Es profesor del Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad de Vigo, coordina las prácticas profesionales del Máster Universitario en Comunicación en Medios Sociales y Creación de Contenidos Digitales.
Vida Dixital

Buenos días…es lo mínimo que les pido a los estudiantes al inicio de la clase…eso y que cierren la puerta tras de sí en caso de llegar tarde. Y es que la impuntualidad es una falta de respeto por el tiempo de los demás. Por eso cuando me retraso (hecho que evito a toda costa porque hay que predicar con el ejemplo, por no hablar de mi educación germana) saludo, cierro la puerta y pido disculpas. Son apenas tres reglas básicas de conducta, pero que regulan nuestra convivencia en este caso en el aula donde todos sabemos qué lugar debemos ocupar. 

Parece que fue el diplomático francés, Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord (1754-1838), quien ya en el siglo XVIII apreció que "solo los tontos se burlan del protocolo, simplifica la vida", frase que suscribo totalmente.  En los tiempos que corren, el saber estar y el saber hacer están más a la orden del día que nunca. Como también era de esperar, el consumo online se disparó durante el confinamiento con cifras récord de videollamadas, compras y consumo audiovisual bajo demanda, entre otros. Y como parte de la vida transcurre en ese universo paralelo online, no está de más contar con ciertas normas de conducta en aras a una cohabitación pacífica y armoniosa, no solo en redes sociales. Mucho antes de Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y compañía ya se definieron esos códigos de urbanidad online. Recibieron el nombre de Netetiqueta e o Netiqueta, denominación fruto de la contracción de la palabra net o red (como sinónimo del web actual) y etiqueta en el sentido de compendio de reglas del decoro. Aunque es probable que ya en los años 70 se creasen algunas normas en grupos de noticias, con el auge de internet se produce una primera propuesta en 1995 de mano de las RFC 1855 Netiquette Guidelines. Este documento estableció unas guías de comportamiento para los usuarios online de entonces, es decir, comunicación uno a uno y uno a varios, chats, correos electrónicos, así como recomendaciones en función de los papeles de usuario, moderador o administrador. 

Las directrices básicas siguen vigentes hoy en día, aunque han ido adaptándose a medida que pasamos de la web 1.0, de carácter estática y prácticamente sin posibilidades de interacción de los años 90, a la web 4.0 actual, más predictiva y que permite realizar todo tipo de operaciones en tiempo real. Como no pretendo abrumarles con infinidad de normas de ciberconducta, les dejo algunos consejos para las formas de comunicación más usadas. Empezaremos, como no, por WhatsApp. A diferencia de redes sociales como Twitter, no tiene límite de caracteres, pero ello no significa que haya que abusar de los emoticonos. Ayudan a compensar la comunicación no verbal, pero pueden llegar a dificultar la comprensión, amén de que incluso son interpretables. No saturen con videos y memes y recuerden que los teléfonos tienen una capacidad limitada de almacenaje. Tampoco podría faltar aquí la advertencia de que no remitan bulos por doquier, toda vez que la propia app ya no permite reenviar a más de cinco personas al mismo tiempo determinados contenidos o incluso a más de una en ciertos casos. Tampoco se debe enviar spam o información basura por las redes sociales. Al igual que en la vida real, no se dedique a despotricar o a insultar ya que se convertirá en lo que la jerga califica como un trol. Sea especialmente cuidadoso con la publicación de fotos en las que salgan personas menores de edad o que no quieren aparecer en redes sociales. 

En esencia, la netiqueta se basa en el principio de la empatía, es decir, ponerse en lugar del otro y lo mismo se puede aplicar a los correos electrónicos, sustitutos de las cartas que algunos aún recordamos haber enviado. Supongo que ustedes también reciben una cantidad ingente de mails. Varios estudios señalan que el 80% de los correos electrónicos se leen o descartan en función del asunto. Sean concisos y expresen en 5 o 6 palabras el motivo de la comunicación. Por otro lado, conviene identificarnos correctamente. Las cartas llevaban un remitente con su dirección, que ahora aparece precisamente al lado del asunto. La semana pasada recibí un correo electrónico de "Heladito". Por el asunto, sabía que era una respuesta a una comunicación sobre el examen que había enviado a mi alumnado (poner "examen" en el asunto siempre ayuda). Lo primero que pensé fue en cómo responderle, así que antes de leer el correo barajé "Estimado Heladito", "Estimado/a Heladito" o "Estimadx Heladito". También se me pasó por la cabeza un “A quien corresponda”, pero finalmente la estudiante en cuestión lo había firmado. Vamos mejorando. ¡Que tengan ustedes un buen día presencial y online!

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