Opinión

32 especies extinguidas

CUANDO EL sol va por el centro del cielo, el veraz anciano marino sale del mar con el soplo de Céfiro, oculto por el negro encrespamiento de las olas. Una vez fuera, se acuesta en honda gruta y a su alrededor duermen apiñadas las focas, descendientes de la hermosa Halosidne, que salen del canoso mar exhalando el amargo olor de las profundidades marinas”. Los mamíferos marinos de este pasaje de la “Odisea” son las focas monje. En varias ocasiones más aparecen en la obra de Homero. Este protagonismo certifica su abundancia en nuestro entorno más próximo en aquellos lejanos años finales del siglo VIII antes de nuestra era. Radicalmente diferente es la situación actual. Junto con otras 31 especies, el Gobierno de España acaba de ratificar su extinción fruto de la actividad humana en el territorio de nuestro país. También en el Mediterráneo y el norte de África.

El pasado día 13, el Boletín Oficial del Estado (BOE) hacía pública la constatación de un fracaso. Publicaba entonces, por primera vez, una relación con el nombre de 32 especies de animales y plantas que durante siglos poblaron nuestro medio natural y ahora han desaparecido. Tres especies de mamíferos, dos de peces, ocho de aves y 19 plantas conforman el listado. La causa de la desaparición, como queda dicho, es la transformación del citado medio natural a causa de la actividad humana y la presión ejercida por los humanos sobre esas especies. En algunos casos la extinción ha tenido lugar a nivel planetario. En otros, únicamente en España. Cuando se produce la segunda variable, según el Gobierno de España, existe la voluntad de reintroducirla, siempre y cuando sea posible y se eliminen las causas generadoras de la extinción. Pero una cosa es la teoría y otra la realidad. Será ese juez implacable que es el tiempo quien dicte sentencia.

La antaño prolífera foca monje no ha desaparecido únicamente en España, sino, como queda indicado más arriba, también en todo el Mediterráneo y el norte de África. La reintroducción se piensa realizar a partir de una minúscula colonia existente en Cabo Blanco, entre Mauritania y el Sáhara Occidental. De la explotación comercial de la ballena franca glacial existe constancia documental desde época romana y de su captura saben mucho cántabros y gallegos. En este caso, la reintroducción artificial no es posible. Volverán si así lo deciden los miembros de la pequeña comunidad existente en el Atlántico occidental. En el caso del lince boreal es de esperar y desear no suceda lo acaecido en 2016 cuando el Gobierno de España claudicó en su suelta experimental ante las presiones de agricultores y cazadores. Interesantísima resultaría la recuperación del esturión europeo, un pez con 250 millones de años de presencia en nuestro planeta.

Visualizar, aunque sea brevemente, a todos los afectados, no es posible por cuestiones de espacio. Pero antes de finalizar deben tener cabida las voces disonantes con la lista oficial. Según muchos expertos, la misma es incompleta y faltan muchas especies extinguidas. Por ejemplo, ¿dónde están los insectos?

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