59 años después de la tragedia

▶ La explosión que se produjo en la pirotecnia donde se preparaban los fuegos destinados al Combate Naval de Vilagarcía acabó con la vida de siete personas el día 17 de junio de 1960
 
Miles de personas acuden a los arenales para disfrutar del espectáculo. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera Miles de personas acuden a los arenales para disfrutar del espectáculo. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Sucedió el día 17 de junio de 1960 a las 17.45 horas. Era una jornada calurosa en la que en una pirotecnia de Vilagarcía se afanaban preparando dos de los combates navales que hoy, como entonces, reúnen a miles de espectadores: el de la localidad donde estaba asentada la empresa y el de Bouzas (Vigo).

Los talleres se encontraban frente a la factoría de Larsa, en el extremo de una finca rectangular, de unos cien metros de largo por sesenta de ancho, propiedad de la familia Valladares, en el que trabajaban jornaleros de Cea.

Se escuchó un gran estruendo. Poco después, una muchedumbre se dirigió hacia As Carolinas. A la primera explosión, siguieron otras de menor intensidad. No tardó en elevarse en el cielo una gran columna de humo que se veía desde cualquier punto del municipio. El sonido llegó hasta Catoira y Rianxo. También en Vilanova, A Illa y Cambados supieron de inmediato que algo terrible acababa de suceder.

Dos mujeres que trabajaban en unas fincas resultaron heridas. Los cristales del Instituto Laboral (hoy, Castro Alobre), saltaron por los aires, al igual que los techos de varias aulas. Temblaron las estructuras de varios edificios.

Las seis casetas y almacenes en las que elaboraban y guardaban los artefactos, que al explotar trazaban dibujos de colores en el cielo desaparecieron, y sólo queda el cráter donde se encontraba una, y el fragmento del muro de otra, ambos cubiertos de maleza.

Aprisionado entre los escombros, Eduardo Valladares pudo gritar y un Policía Local logró rescatarlo ayudado por un vecino. El hermano de éste, Ramón Emilio, fue hallado en medio de un amasijo de hierros todavía candentes. José Dasilva, un trabajador de Catoira que no pertenecía a la familia, quedó carbonizado.

Los cuerpos de Alicia, de 38 años; y de sus hijos Rogelio y María del Carmen, de su hermana Jesusa y Dolores salieron despedidos a una distancia de entre 15 y 20 metros. Algunos fueron trasladados a centros sanitarios de Pontevedra, y todos fallecieron poco después.

"El cuadro de la tragedia puede decirse, sin hipérbole, que era francamente espeluznante, ya que algunas personas aparecían totalmente mutiladas", describía César Morales Ben en El Pueblo Gallego el 18 de junio.

El lunes 20 se celebró la ceremonia fúnebre. El alcalde, Jacobo Rey Daviña, estuvo acompañado por sus homólogos de Cambados y Pontevedra; el gobernador civil, Antonio Puig, y el obispo de Santiago, Quiroga Palacios.

"La gente, en silencio, fue retirándose a sus labores, quedando en el ambiente una nota triste que tardará mucho tiempo en desaparecer de la memoria de quienes vivieron aquellos instantes de destrucción", vaticinaba entonces César Morales Ben.

El lunes 20 se celebró la ceremonia fúnebre

Desde entonces, la familia Valladares evitó Vilagarcía en la noche del espectáculo pirotécnico, que durante varias décadas fue el epílogo de las Festas de San Roque. Superado volvieron a contemplar las filigranas que surgieron primero del Puerto Deportivo y actualmente se elevan desde la playa. Amebas, peces o flores volverán viajar fugazmente por el cielo ante la mirada de miles de espectadores mañana.

 

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