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Abanca seguirá de compras

Ganar tamaño ante la ola de fusiones, móvil de la adquisición de Deutsche Bank en Portugal

EN UN par de años, Juan Carlos Escotet ha pasado del running por el paseo marítimo coruñés al padel, deporte que practica ahora con devota asiduidad. Una vez finalizada la carrera de fondo que supuso la reconversión de Novagalicia Banco en lo que es hoy Abanca, su presidente y principal accionista opta por saltar a la pista y competir. Lo hace con la pala y también con las decisiones que toma al frente de la entidad. Y demuestra cierta previsibilidad en sus movimientos, porque la entrada de Abanca en Portugal, con la compra de la red del Deutsche Bank, era una operación hasta cierto punto pronosticable atendiendo al tablero financiero del vecino mercado luso y a las señales que emitía desde hace meses el banquero venezolano.

Escotet, que reside parte del año en Oporto, desde donde se mueve por medio mundo, conoce muy bien ese mercado, pero hay elementos en la operación que conviene analizar en detalle. Por su calado. Y porque revelan que algo está cambiando en el mapa bancario español, en un proceso de concentración que es prácticamente imparable y del que ya comenzamos a tener las primeras muestras. Ganar músculo, tamaño, se convierte ahora en la prioridad marcada en rojo en las agendas de los ejecutivos bancarios. Por una razón, que no es otra que la conveniencia de estar preparado ante una nueva oleada de fusiones propiciada por unos entornos de bajos tipos de interés y márgenes cada vez más estrechos y alentada hasta por el Banco Central Europeo, que quiere grandes, pero pocos, jugadores en el sector.

La absorción, que no compra, realmente, del Banco Popular por el Santander, firmada el año pasado, comenzó a desbrozar el camino. Hoy en día más del 80% del negocio bancario en España está en manos de cinco entidades. Esa concentración resulta inquietante si atendemos a la perspectiva del común de los clientes: los tres grandes, Santander, ahora con el Popular, Caixabank y BBVA se reparten entre el 60% y el 70% de los créditos y los depósitos de particulares y de pequeñas y medianas empresas. Y este partido no ha hecho más que empezar.

Por todo esto se mueve Escotet. Lo ha hecho con la red portuguesa del Deutsche Bank (41 oficinas y unos 330 empleados), como lo intentó el año pasado con la filial española de la entidad alemana, que cuenta con 220 sucursales y cerca de 2.000 trabajadores), en lo que suponía hincar el diente a un trozo de tarta mucho mayor que la compra que ha realizado Abanca ahora. Fueron las propias maniobras de los directivos de Deutsche Bank España, con el objetivo de continuar en solitario con la única dependencia de la matriz germana, lo que terminó por dinamitar la operación y propiciar la retirada del equipo de Escotet.

Abanca suma ahora una red que tiene un negocio aparentemente saneado. La filial portuguesa aporta unos 2.400 millones en créditos y otros 1.000 millones en depósitos para una entidad, la gallega, que está a mucha distancia en cuanto a tamaño, cuya inversión crediticia, a cierre de 2017, sumaba 27.571 millones y manejaba un pasivo de 30.738 millones, al margen de otros recursos de la clientela como fondos y seguros. Pero más allá del músculo que aporta esta red en un mercado en el que hasta ahora Abanca tenía una presencia testimonial, fruto de la actividad de las difuntas cajas de ahorro, es el camino que comienza lo realmente determinante. Porque habrá más operaciones una vez digerida la red del Deutsche Bank.

Sin ir más lejos, está actualmente en venta la filial española del primer banco portugués, Caixa Geral, que pertenece al Estado. Esa red, paradójicamente, es fruto de la absorción en su día de varios bancos españoles, entre ellos el Simeón, que tenía su sede en Vigo y fue pretendido sin éxito por la Caixa Galicia de José Luis Méndez en plena década de los noventa. Hoy en día Caixa Geral en España tiene una presencia signficativa que se traduce en una red de 110 oficinas y 521 trabajadores.

Liberbank, que es la resultante de las fusiones de Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura, está a las puertas de cerrar una operación que solo depende del precio para realizar una oferta vinculante por la filial de Caixa Geral, una carrera en la que también ha estado inmersa Abanca en los últimos meses, con acceso a toda su información interna. En juego, depósitos por casi 3.000 millones.

Ahora ha sido Deutsche Bank en Portugal y podría ser Caixa Geral en España. Escotet sabe, como apunta la teoría de la selección natural de Darwin, que a veces no es el más fuerte ni el más inteligente el que sobrevive, sino el que mejor se adapta al cambio. Como pasar del running al padel.

Portugal y la fábula de la inversión exterior
La inversión extranjera en Galicia tiende a cero. Es una realidad que nos acompaña en los últimos años y el 2017 no iba a ser menos. Cuestión de atractividad, como dicen los manuales de economía. Sucede algo parecido con la captación de mano de obra procedente del exterior. Es testimonial. Y ahora, el dato lo dice todo: Galicia recibió el año pasado fondos del extranjero que representaron el 0,57% del total logrado por España, concentrado básicamente en Madrid, Cataluña y País Vasco. Portugal y la fábula de la inversión exterior Sin embargo, un cambio sustancial operó en la actividad empresarial procedente del exterior durante el año pasado. Y está muy cerca. En Portugal. El país vecino, foco de desvelos en San Caetano por el constante goteo de proyectos gallegos que migran al otro lado de la raia, con el consiguiente riesgo de deslocalizaciones, se ha convertido sin hacer apenas ruido en el primer inversor extranjero en Galicia. Fueron más de la mitad de los 206 millones que llegaron procedentes del exterior, un dato histórico que no se recuerda desde la década de los noventa, cuando Cimpor, la cementera lusa, compró Corporación Noroeste y Cementos Cosmos. Y, ahora, el cemento también tiene mucho que ver en estos registros alcanzados. Son precisamente operaciones realizadas desde Portugal por parte de dos gigantes brasileños (Votorantim y Camargo Correa), que se repartieron en su día los negocios de Cimpor y Corporación Noroeste, lo que precipita el cambio. Ambos grupos tienen en Galicia filiales al abrigo de las ETVE, entidades de tenencia de valores extranjeros, que aprovechan una legislación fiscal laxa y a la medida para implantar sus holding.
El sector eólico se liberaliza y el cambio comienza por Lugo
No tuvo buena herencia el actual titular de Economía cuando tomó las riendas de la consellería de manos del empresario Javier Guerra. El paradigma está en el sector eólico. En estos años, Francisco Conde empezó por lo básico: poner paz y encajar los reveses judiciales al concurso de 2010. Pero todo ese pasado reciente queda lejos si se atiende a la nueva Lei de Emprendemento que promueve la Xunta, porque encierra todo un revolcón normativo para el sector: de los concursos a las simples autorizaciones administrativas. Todo un meneo liberalizador el que quiere impulsar Conde. Y el conselleiro parece comenzar por Lugo. El 75% de los más de 500 megavatios en fase de autorización (algunos derivan de procesos también lejanos en el tiempo) corresponden a parques que se levantarán en Lugo. En total, quince. Este plan liberalizador será bienvenido si llega acompañado de los oportunos controles y la transparencia debida.
SOS de los concellos para cumplir la ley y prevenir incendios
Es una cuestión de medios. De dotación económica. Lo ha dejado muy claro el alcade de O Barco, Alfredo García, que habla como presidente de la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp) y lo hace ante la comisión sobre los incendios forestales impulsada en O Hó- rreo. García aprovechó su comparecencia para pedir auxilio a la Xunta en materia de prevención, esa que obliga por ley a tener las parcelas abadonadas limpias y desbrozadas. "Nadie se planteó qué medios tienen los municipios" para abordar estas tareas, se lamentó. Al presidente de los alcaldes gallegos le bastaría con que la consellería de turno ayudase en la identificación de los propietarios de miles de parcelas abandonadas, al menos a través de una bolsa de técnicos. La Fegamp pone su grano de arena en la política de prevención del fuego, y lo que plantea García no parece mucho pedir.

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