Opinión

Ahed Tamimi

LA INJUSTICIA de aquel momento desbordó el vaso de la rabia de Ahed Tamimi. Desde los primeros minutos de vida conoció la palabra ocupación. Un concepto difícil de explicar cuando una niña desea jugar en otra colonia u otro barrio de su pueblo y no puede porque donde vive está decorado de soldados israelíes. Ellos toman y controlan ese lugar que le corresponde a ella, a su familia, a su gente.

Nació en el Estado de Palestina. Ese rincón del mundo en el que, desde hace décadas, la paz nunca logra conciliar el sueño. El pasado 15 de diciembre de 2017, en una redada, un grupo de militares exigía que abandonasen la parcela que rodea la casa de Ahed en la aldea de Nabi Saleh. Un hecho que coincidía, esa misma jornada, con un primo, de 14 años, herido de gravedad al sufrir un balazo de goma en la cabeza que, según el diagnóstico médico, con toda probabilidad, le dejará una serie de secuelas irreversibles. Esa situación marcaría un punto de no retorno: la tensión, que tampoco deja respirar con facilidad desde hace mucho tiempo en tierras de Cisjordania, se recargó con aquel desgraciado acontecimiento.

Y ante la imposición militar de un inminente desalojo de un espacio que, de pleno derecho, es propiedad de la familia Tamimi, la adolescente no dudó en recurrir a la bofetada y la patada para hacerle entender a los soldados que aquella nueva injusticia sobrepasaba todos los límites de lo comprensible y lo soportable. Que la ambición de Israel por ocuparlo todo supone para los palestinos vivir en la nada.

La reacción de Ahid Tamimi fue grabada con la cámara de un teléfono móvil. Aquellas imágenes serían publicadas en la red. A partir de ese momento, la velocidad de la luz se manifestaría también en internet: en cuestión de unas horas, el mundo entero fue conocedor de lo sucedido. Una adolescente protagonizaba una escena con unos ingenuos golpes a un militar que, lejos de ofrecer violencia, mostraban el dolor de la impotencia, en estado puro. La empatía de ese sentimiento sería compartida por miles de jóvenes de la zona. Ahed se convertiría así en una referencia para encabezar una nueva rebelión contra la ocupación.

Días posteriores, la menor sería detenida, a las cuatro de la madrugada, y conducida a una prisión ubicada en territorio de Israel. Se le imputan doce cargos que pretende alargarle la estancia privada de libertad. De momento, ya ha cumplido los 17 años en una celda. Y el objetivo es que sume unos cuantos más en esas mismas condiciones. Pero, este caso ha logrado iluminar una realidad que también afecta a más 315 niños. Amnistía Internacional y otras organizaciones de Derechos Humanos exigen, ahora, la inmediata liberación de todos. Una reivindicación que, para un Estado como Israel, es similar a gritar en el desierto deshumanizado y repleto de dunas de injusticia.

Una menor celebra su 17 cumpleaños en una prisión israelí.

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