Alejandro Palomas, escritor

"Lo que más me gusta de la vida es la soledad"

El autor de 'Un secreto', ganador del Premio Nacional de Literatura se cita este lunes (19.30 horas) con sus lectores

Alejandro Palomas. DP
photo_camera Alejandro Palomas. DP

Esta es la segunda parte de una novela que tiene a Guille como protagonista. ¿Qué espera de ella después de haber sido Premio Nacional de Literatura con ‘Un hijo’, la primera parte?
Lo que sé es lo que no me espero, que es ser Premio Nacional de Literatura, porque ya no puedo. Las segundas partes siempre son complicadas, son como los hijos medianos, a los que nadie mira hasta que se convierten en el bastión de los hermanos. Ya llevo dos meses y ya sé lo que provoca: la misma emoción pero más intensa. Eso es lo que yo pretendía y creo que lo estoy consiguiendo. Quienes ya hayan leído ‘Un hijo’ es agradecido leer esta novela porque retomas a Guille justo donde lo dejamos y quien no haya leído la primera novela se encuentra también con esa intensidad.

Usted se inspira en su propia familia cuando escribe. ¿Quién es Guille?
Yo me inspiro en mi familia en el caso de la anterior trilogía de adultos. En esta el único que tiene que ver conmigo es Guille. A la hora de construirlo tuve que recurrir al recuerdo, ese es el contacto que tiene la novela conmigo.

"He tenido un perro durante 14 años y esta ha sido la gran historia de amor de mi vida; no he querido más a nadie"

¿Es fácil escribir desde la perspectiva de un niño?
Es muy difícil. Creo que es lo más difícil del mundo. Hay poca gente que consiga escribir con la voz de un niño, porque es muy complicado no fallar. Debo decir que a mí me resulta fácil, porque yo actúo mucho en mis personajes. Cuando yo he tenido que escribir sobre Guille y tener su voz, he sido él, no he intentado parecerme a él o trabajarlo desde fuera. Lo he encarnado.

¿Se ha relacionado con niños para poder hacerlo?
Nunca me he relacionado con niños. No tengo hijos, ni sobrinos, ni hay niños donde vivo. No me relaciono con niños nunca. He tenido que recordar.

La infancia no es siempre esa época idealizada que se nos pinta. ¿Cómo la recuerda usted?
La mía muy infeliz. Recuerdo una sensación de estar muy solo, pese a tener una familia que me quería mucho y me sigue queriendo. Me sentía muy aparte de todo, muy distinto, no entendía a los demás... Sentía que quería ser mayor lo antes posible.

¿Y con los años ha ido a mejor?
He conseguido entenderlo. Le he dado la vuelta, le he sacado todo el jugo y he comprendido esa diferencia. Ahora me gusta estar aparte del mundo. Me gusta esa soledad. De hecho, lo que más me gusta de la vida es la soledad. He trabajado aquello y lo he convertido en la base de lo que soy. Y me gusta.

Sus libros tienen títulos referidos a sujetos o elementos que son importantes para usted: ‘Una madre’, ‘Un perro’, ‘Un amor’, ‘Un hijo’ o ‘Un secreto’.
Son el andamio sobre el que yo me manejo, las tuercas que sujetan las pasarelas del andamio. Yo he tenido un perro durante 14 años y esta ha sido la gran historia de amor de mi vida, no he querido a nada ni a nadie más que a ese perro, con lo cual él ha sido una de esas grandes tuercas. Al igual que mi madre. Además, hay que tener un gran amor en la vida, ya sea un perro, una madre, una pareja o un hermano. Un hijo también es importante por su ausencia. La paternidad es algo que siempre ha estado ahí en negativo y las cosas en negativo también forman parte de nuestro andamiaje. Por último, todos tenemos un gran secreto que nos hace muy interesantes.

Habla mucho de Rulfo, ese perro que fue el amor de su vida. ¿No ha vuelto a adoptar ningún otro?
Tengo una adoptada, Rita. De hecho, me adoptó ella a mí, insistió en quedarse conmigo y al final vivimos juntos. Pero mi relación con ella es diferente. Mi perro era Rulfo, Rita es Rita. Rulfo me marcó especialmente y me marcará para siempre. Yo tengo sus cenizas conmigo y nos cremaremos juntos. No lo haré con nadie más, solo con él.

No le gusta demasiado todo el trabajo de promoción de las obras que escribe.
No te creas. A priori, soy muy perezoso, pero no es rechazo. Me da pereza el ruido de la mirada hacia el exterior, cuando a mí lo que me gusta es la mirada hacia el interior. Pero en cuanto empiezo, no paro, y me cuesta mucho volver a casa.

Los encuentros con los lectores le gustarán más.
Eso me encanta y además creo que es fundamental para todo escritor. Tienes que ver y oír al otro. Tengo que saber cómo es esa relación que establezco con ellos, cuánta verdad hay, cómo nos miramos, qué demandan, qué esperan. Además, yo soy muy accesible en redes sociales y soy muy receptivo a las cuestiones de los lectores. Este tipo de contacto con ellos me encanta.

Ahora diga la verdad, ¿le da pereza venir a Pontevedra?
Ninguna. Por varios motivos. El primero es que me parece una de las ciudades más bonitas que conozco. Es así, no lo digo porque esté hablando contigo. Tan pequeña, tan caminable, tan bien cuidada siempre... Es una gozada. El segundo es que tengo dos buenas amigas en Pontevedra, una de ellas es Mercedes, de la librería Cronopios, y con ella me lo paso muy bien siempre. Para mí ir a ver a Mercedes es un buen plan. Luego iremos a Santiago y a otros lugares de Galicia. Para mí ir a Pontevedra es como ir de vacaciones. Y además, los encuentros en la librería son muy chulos, hay muy buen rollo y noto que la gente me lee mucho. Eso me da cierta seguridad y por eso voy de otra manera, más tranquilo.