Blog | Marta está harta

Ana Boyer y su disfraz de princesa Xena

SE HA CASADO Ana Boyer, la hija pequeña de la Preysler y modelo a seguir de su cirujano plástico, madre e hija son igualitas, como decimos en mi tierra "cuspidiñas". Y se casa en una Isla del Caribe, una Isla que se llama Mustique y que al parecer es un lugar de veraneo exclusivo, a donde iban sus padres de escapada romántica. Como su padre ya no está, pues su hermano Julio José, el simpático de la familia, ejerció de padrino. Hasta aquí todo bien, idílico, romántico y maravilloso. Pero como todas esas bodas que patrocina el ¡Hola! tiene sus detallitos de teatrillo que no podemos pasar por alto.

El primero, los 60 invitados, sólo 60 de los que 10 eran Preysler y estaban allí por contrato y a algunos como a su hermana mayor Chabeli se les notaba bastante la falta de interés. Otros como su hermana Tamara estaban felices, pero ¿cuándo no es feliz Tamara Falcó?.

El segundo y para mí el más importante: El vestido de "no" novia de Ana.

A ver a lo mejor peco de tradicional, de clásica y de carca, pero las bodas son así tradicionales y clásicas y para muchos carcas, y más si te casas vestida de blanco. Cuando leí que el modelito en cuestión lo firmaba Pronovias no daba crédito a que hubieran diseñado tal cosa, cuando ahondé en la entrevista y vi que la novia había asesorado en el diseño lo entendí todo. 

Ana Boyer decidió casarse disfrazada de Xena Princesa Guerrera 3.0, modelo boda, con ese escote y esos manguitos. El vestido era de encaje semitransparente, de hecho hay una foto en la revista en la que sale de espaldas y a contraluz y se le ve el culo, con perdón de la expresión, y eso la verdad no es muy apropiado para una novia que se casa en una pequeña Iglesia de bambú. Mientras tanto el Novio y familia, lucían correctos. 

Dicen por ahí que los Boyer no estaban invitados, pero seguro que después de ver la boda reportaje, están encantados de no haberlo estado. Además también he oído que a cada invitado se le cobraron 1400 euretes para pagar su viaje y estancia en la "exclusiva isla del caribe", que no es mucho si pensamos que se van tres días de vacaciones al otro lado del mundo, al idílico lugar donde el Principe Will de Inglaterra le pidió matrimonio a Kate. Pero si no es por ese detalle y tal como está la vida 1400 euracos son un señor sueldo, o dos sueldos base, otra razón más para agradecer la no invitación.

Lo de la pequeña iglesia de Bambú casi que es lo mejor de toda la parafernalia de la boda, en la que como suele ocurrir siempre que se reúne Isabel Preysler y sus hijas, la más estupenda fue la madre, el mejor modelito el de la madre. Ya que a Tamara también se le ocurrió diseñar su vestido y salir no le salió muy bien, yo le recomiendo que abandone el diseño y se dedique a otras cosas, por eso de "Manolete si no sabes para que te metes". 

Pero eso sí, Isabel estaba divina con su Mario, ambos con esa sonrisa que lucen en el ¡Hola!, que a pesar de ser sonrisa no trasmite ningún tipo de sentimiento, pero queda perfecta para la boda-reportaje.

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