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Arte etéreo

Hablando con Antonio Banderas esta semana, en una de esas conversaciones que nunca quiero que termine, me recordaba sus comienzos en Madrid y la gran ayuda que le prestó Luis Pascual, el reconocido director de teatro. Los años han conseguido que sus caminos se vuelvan a cruzar y es ahora el actor malagueño quien le extiende la mano al catalán para que dirija el Teatro Soho Caixabank de Málaga, el sueño de Antonio desde hace mucho tiempo. "Todo es cíclico", le comento yo a él. "La vida es extraordinaria", me responde con esa sonrisa tan suya.

Esto me viene a la cabeza porque, realmente, el mundo gestiona su forma redonda de la manera que se le antoja y devuelve a tu vida a gente que, si nunca se fue del todo, sí se ha tomado un tiempo de respiro presencial.

Teresa Pérez Baró la conocí hace años. Gallega como yo, trabajamos juntas en un programa en Antena 3. La recuerdo menudita, sonriente, muy trabajadora y de las que, sin pretender destacar, su presencia marcaba territorio.

Tenía esa sorna gallega, que tanto caracteriza a los de nuestra tierra, y la desarrollaba en los textos de los temas que le tocaban en suerte en el programa. Era la época en la que los frikis invadían los programas de televisión. Había que tener la habilidad e imaginación necesarias para que aceptaran tus propuestas. De hecho, yo era como "la oveja negra" del programa. Esos personajes no eran lo mío y era difícil abrirse paso con propuestas diferentes.

Fue una etapa complicada para mantenerme fiel a lo que yo entendía como la línea apropiada para gestionar la profesión  pero, con la perspectiva que da el tiempo, no me arrepiento de haber sobrevivido a aquello sin traicionar mis principios como periodista. Gracias a ese aguante, hoy sigo moviéndome entre las mismas personalidades y valoraciones que he defendido con ahínco a lo largo de los años.

Gracias a eso, en la travesía del camino, conocí a Diana Torres. Mujer generosa, desprendida, creativa. Es la dueña de 'Guaimaro', una de las mejores tiendas de decoración de Europa, que se encuentra en pleno barrio de Salamanca.

Me la presentó Inma Maynard, una amiga decoinfluencer que la conocía bien. Desde ese momento, Diana me abrió las puertas de su negocio, su casa y de un jardín, que es un auténtico paraíso en el centro de Madrid.

En uno de nuestros encuentros, me cuenta que tiene una colaboradora que me conoce. "Trabajasteis juntas", me dice. Y no era otra que la pizpireta Teresa que, detrás de su perfil de periodista, escondía un talento para el arte que hoy es el que la mantiene viva y con una creatividad que es su motor.

Diana le ha creado un espacio en 'Guaimaro' para que desarrolle allí sus ideas. En ese lugar, con luz natural y tranquilidad, Teresa pinta, da rienda suelta a su imaginación y recibe a los clientes, que le encargan sus pedidos personalizados. Lo suyo es especial, diferente, diverso. Un arte etéreo, fiel reflejo de lo que ella es...

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