La atención a la discapacidad vuelve con restricciones

Las asociaciones destacan la responsabilidad de los usuarios: "Sorprendéronnos durante a pandemia e seguen a facelo agora"
Usuaria de Xuntos. DAVID FREIRE
photo_camera Usuaria de Xuntos. DAVID FREIRE

Septiembre vuelve para todos y, aunque en plena pandemia el regreso a la normalidad no sea como de costumbre, las asociaciones de atención a la discapacidad agradecen poder retomar la actividad. "Hemos reestructurado nuestras actividades para volver con seguridad, porque ya son muchos meses en casa y se han perdido rutinas. Esto ha repercutido en meses sin terapias de fisioterapia o psicológicas, que has repercutido en el estado de nuestros usuarios".

Lo explica Nuria Luque, gerente de la Asociación Juan XXIII. Los centros de día y ocupacionales de la entidad, ubicados en Pontevedra y Cangas, ya recuperaron la actividad el pasado 15 de julio, aunque en agosto volvieron a cerrar por vacaciones.

De este modo, desde principios de septiembre, buena parte de los servicios de atención a personas con discapacidad han comenzado a funcionar, pero con restricciones. El miedo al contagio del virus hace que no todos los usuarios se hayan incorporado. "Ahora mismo estamos atendiendo al 75% del total, hay algunos que todavía tienen miedo porque son personas con patologías asociadas o con los padres mayores", indica la gerente de Juan XXIII, Nuria Luque.

Las exigencias sanitarias han obligado a adaptar muchas actividades

Otras asociaciones, como Méndez Núñez, que cuenta con una vivienda tutelada, se encuentran a la espera de realizar las pruebas PCR a sus trabajadores para poder recuperar las actividades en el centro. También en Xuntos se ha vuelto a la normalidad el día 1 de septiembre con nuevas medidas de seguridad. "Temos que adaptarnos á nova realidade, é certo que hai usuarios que non veñen por medo, outros tampouco queren facer uso do transporte público para vir... pero esperamos que pouco a pouco poidamos recobrar a normalidade", explica el presidente de Xuntos, Down Pontevedra, Manuel Pérez, que asegura que un 70% de los usuarios se han reincorporado a las actividades de la entidad.

Las exigencias sanitarias han obligado a adaptar las actividades que se venían realizando en las asociaciones. De este modo, en Juan XXIII, se ha eliminado el servicio de comedor por ser un espacio en el que es más fácil que se produzcan contagios. Por otra parte, todas las asociaciones han suprimido actividades de ocio que impliquen salir a la calle, visitar bares o establecimientos culturales, por motivos de precaución.

CON MASCARILLA. La mayoría de los talleres se desarrollan con mascarilla y desde las asociaciones destacan la responsabilidad con la que los usuarios se adaptan a la nueva normalidad. "Sorprendéronnos moito durante o confinamento e seguen a facelo agora", explica Manuel Pérez. Por su parte, Nuria Luque, explica que la propia asociación ha lanzado una campaña de concienciación sobre el uso de la mascarilla. "No estamos teniendo problemas para que la usen, han venido muy concienciados y por eso hicimos una campaña para recordar que si nosotros podemos ponérnosla, nadie tiene excusas para no hacerlo", explica la gerente de Juan XXIII.

La misma asociación gestiona un centro educativo de educación especial. En este caso, las clases comenzarán el próximo 10 de septiembre. "Los alumnos están deseando volver y nosotros hemos reorganizado las actividades con el fin de que haya el mínimo riesgo posible", explica. En ese sentido, Nuria Luque explica que el uso de mascarilla en el centro es más difícil entre los escolares de menor edad.

En lo que coinciden la mayoría de las asociaciones es en la necesidad de recuperar las actividades. "Tratamos de llegar a todas las familias, incluso a domicilio, porque esta situación ha sido dura para los usuarios y también para sus cuidadores, aumentando el estrés y el desgaste. Lo que nos piden las familias no son lujos, nos piden un derecho", termina Nuria Luque.

En las viviendas tuteladas
La Asociación Méndez Núñez de personas con discapacidad mantuvo durante todo el confinamiento la vivienda tutelada con la que cuenta en la plaza. "Se confinaron allí porque es su casa, ni más ni menos", explica la directora de la asociación, María Luisa Dónega.

De este modo, dos de los siete usuarios que conviven en el piso de la asociación se confinaron en el mismo, con el apoyo de trabajadores de la asociación que se desplazaban a diario para ofrecer su ayuda. "No hubo problemas para que pudieran desplazarse al piso porque iban a hacer su trabajo", cuenta la directora.

Tras lo más duro del confinamiento, en mayo, volvieron a la vivienda los demás convivientes, que habían pasado las semanas de encierro en casas de otros familiares.