Opinión

Atrévete tú

HACE AÑOS que desde la Federación de Empresarios de Arousa, que tengo el honor de presidir, venimos colaborando con la Consellería de Educación de la Xunta en el programa Atrévete, cuyo objetivo es fomentar, motivar, y sensibilizar al alumnado de 5º y 6º de Primaria y 1º y 2º de la ESO en los valores asociados al espíritu emprendedor, al tiempo que facilitar que eso alumnos tengan conocimiento del tejido emprersarial de su entorno y de las actividades profesionales que en él se desarrollan.

En la presente edición, desde la Consellería de Educación se me ofreció la posibilidad de ofrecer un pequeño discurso en representación de las asociaciones empresariales durante el acto de entrega de premios y diplomas a los alumnos, celebrado la pasada semana en la Cidade da Cultura.

Reconozco que tuve mis dudas acerca de cómo orientarlo. Finalmente opté por dirigir mis palabras, no a los alumnos que allí se encontraban, sino a los adultos. Evidentemente tenía su justificación.

Comencé recordando que en España hay en la actualidad 19 millones de cotizantes, de los cuales tan solo tres millones son emprendedores. Ese inquietante dato me lleva a pensar que, sí, desde luego, es muy importante difundir la cultura del emprendimiento entre los más jóvenes –y de hecho desde la asociación que presido estamos encantados en colaborar en esa labor–, pero lo verdaderamente importante es legislar para que quienes generan empleo y riqueza como consecuencia de su actitud y actividad emprendedora tengan los mismos derechos y estén en igualdad que condiciones que los trabajadores asalariados o empleados públicos. Algo que, es evidente, en España hoy no ocurre.

Por eso decidí dirigirme a los adultos con responsabilidades. Porque a los jóvenes se les puede incentivar, sí, pero quienes pueden cambiar las cosas son los mayores.

Y me baso en mi propia experiencia. Tengo dos hijas que desde que han nacido no han visto más que a emprendedores a su alrededor. Lo fueron sus abuelos, lo son sus tíos y, por supuesto, lo es su padre. Las dos tienen formación universitaria. Una estudió Derecho y ahora va a hacer un Máster en Relaciones Internaciones de la U.E. en el Colegio de Europa de Brujas. Y la otra estudia Medicina. Pues bien, ninguna de las dos quiere ser empresaria, Y, ya digo, información al respecto y ejemplos los han tenido todos. Pero no basta con dar ejemplo.

Quizá alguno de los jóvenes que el otro día estaba en el Gaiás se atreva a aventurarse en el mundo del emprendimiento. Pero quienes no se han atrevido han sido quienes legislan. Por eso me dirigí y me dirijo a ellos.

He leído últimamente muchas alabanzas al carácter emprendedor de los portugueses o de los irlandeses. Sinceramente, no creo que haya pueblos más emprendedores que otros. Lo que sí hay son legislaciones más favorables. Y esa, sin olvidarnos, por supuesto, de la formación, con la que seguiremos siempre colaborando, debe ser nuestra gran batalla.

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