"Auschwitz foi o máis impactante"

El IES Luis Seoane fue uno de los cuatro institutos que participaron en el proyecto 'Conectando escuelas, construyendo ciudadanía' del programa europeo Comenius. Ventinueve estudiantes pontevedreses compartieron diez días en Polonia con jóvenes autóctonos, franceses y portugueses. Fue una experiencia inolvidable
El grupo en el castillo de Wawel
photo_camera El grupo en el castillo de Wawel

Conectando escuelas, construyendo ciudadanía’ es el lema del Programa Comenius, cuyo objetivo es reforzar la dimensión europea en el campo de la educación Infantil, Primaria y Secundaria, promoviendo la movilidad y la cooperación entre centros educativos. Gracias a esta iniciativa, un grupo de 29 estudiantes de 2º, 3º y 4º de ESO y de 1º de Bacharelato del IES Luis Seoane de Monte Porreiro participó a principios de mayo en una estancia en Polonia. Fueron diez intensos días en los que pasaron de la risa al llanto y en los que vivieron experiencias inolvidables junto a sus compañeros polacos, franceses y portugueses.

El instituto Gymnazjum nº 9 de Rzeszów, una ciudad industrial de 185.000 habitantes, fue el centro de operaciones del grupo, que compartió estancia con estudiantes del Liceo Henri Wallon de Aubervilliers, localidad situada en los suburbios del norte de París, y del Núcleo de Escolas Aquilino Ribeiro en Porto-Salvo, a las afueras de Lisboa, además de los propios alumnos polacos. Todos los centros educativos se sitúan en barrios multiculturales

La huelga de pilotos de Portugal condicionó tanto la ida como la vuelta («foi unha odisea», recuerda el profesor Luis Pereiro) y les obligó a viajar en autobús desde Pontevedra a Lisboa. Además de Pereiro, el equipo docente que acompañó a los jóvenes estuvo formado por Luisa Márquez, que además es coordinadora de las escuelas Unesco de Galicia; Paloma Carrazoni y Henar Rodríguez.

torre de babel. Los estudiantes pontevedreses, de entre 13 y 16 años, coinciden en que la visita al campo de concentración de Auschwitz, uno de los epicentros del holocausto nazi, «foi o máis impactante» de todo el viaje. «Serviu para decatarnos do que de verdade pasou». Todos habían leído sobre este negrísimo capítulo de la Historia en libros de texto o en novelas, y habían visto películas, pero «no es lo mismo que verlo. Nada te prepara para ese momento», afirma María. «Choraron desde que entraron pola porta, pero é un aprendizaxe imprescindible», sostienen sus profesores.

Fue uno de los momentos que jamás olvidarán de una experiencia que todos desearían repetir y que estuvo plagada de vivencias alegres y emotivas y, por qué no, de simpáticas anécdotas, como la ausencia de persianas en las viviendas, «que las duchas no se colgaban» o que sus anfitriones «tomaban siempre té y sopa». Los chicos se alojaron con las familias de sus compañeros, por lo que «aprendimos muchas cosas sobre la cultura polaca, conocimos mucha gente, visitamos muchos sitios bonitos e hicimos muchas amistades», subraya Lucía.

«Aprendimos a convivir con nuestros compañeros», resume Sofía. «É moi bonito que a pesar de ter distintas linguas podemos comunicarnos e ver que temos cousas en común», apunta Linda. «Ya no importó que fuéramos de diferentes países, éramos como una familia». Las familias polacas también resultaron muy acogedoras, aunque las diferencias culturales se hicieron notar al principio, como las distintas formas de saludar. Nada de dos besos sin conocerse. «A xente ao principio non daba abrazos, daba a man, pero ao final déronme abrazos, bicos...», recuerda Marta. «No sabías que hacer cuando te presentaban a alguien nuevo».

Otra anécdota fue la del alumno al que nada más llegar, lo despertaron a las seis y media «y me dijeron que había que ir en bici al instituto. Todo eran cinco minutos, pero al final eran 20... Los kilómetros allí son diferentes», bromea. Los horarios también son muy distintos, como que se haga de día a las cinco de la madrugada o les inviten a cenar a las cuatro de la tarde.

A los pontevedreses les llamó la atención lo limpias que estaban las calles, «y eso que no había tantas papeleras. Son muy respetusos. Un día tiramos un chicle al suelo y nos dijeron que estábamos incumpliendo la ley».

Entre las actividades que llevaron a cabo estuvieron las visitas a diferentes puntos del país, como el castillo de Wawel, las minas de sal de Wielizcka o la plaza del Mercado de Cracovia. «Foi impactante. Virámola en fotografías, pero é moitísimo máis grande do que imaxinabamos». Nada menos que 40.000 metros cuadrados. «Había muchos músicos tocando por las calles. Y caballos. Cracovia es súper tranquila y bonita, aunque por la noche no tanto».

Los jóvenes se enfrentaron a la dificultad idiomática, tanto en las clases a las que asistieron como en la gincana en la que participaron en Rzeszów. Con las familias se comunicaron en inglés o en castellano, ya que sus anfitriones más jóvenes asisten a dos -o incluso cuatro- horas semanales de español en el instituto. «A miña polaca dicíame que lle falara en español para practicar». Peor lo tenían con algunos padres, que solo hablaban en su idioma «e é absolutamente incomprensible», bromean. Así, sus hijos ejercieron de obligados intérpretes. «Y después, mucho fútbol y mucho voleibol».

Los estudiantes del IES Luis Seoane participaron en un festival intercultural en el que presentaron canciones en gallego, euskera, catalán, castellano y portugués. Uno de los momentos más recordados fue la comida en la que todos compartieron platos típicos de sus países. «Levamos latas de mexillón, polbo, berberechos... e chourizo. A principio estaban cautelosos, pero logo emocionáronse e ata levaron para a casa as que sobraron».

Recuerdos «Aprendimos a vivir con nuestros compañeros. Conocimos mucha gente, visitamos muchos sitios e hicimos muchas amistades»

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