Blog | Marta está harta

¿Por qué se "automutilan" nuestros hijos?

Tatuaje. (Ilustra artigo de Marta Vidal Pardo)
photo_camera Una joven haciéndose un tatuaje. ADP

EL OTRO día en la consulta, los padres de una adolescente me espetan un "supongo que lo has visto, no?". La madre me insiste: "¡No me digas que no le has visto el piercing! . El padre, entra en la "guerra" y dice: "¡En la lengua, mujer, en la lengua!" Y si no hubiera sonado descortés y maleducado por mi parte, me hubiera reído. 

Cierto que la niña llevaba diversas sesiones diciendo que "mis padres me rallan y así no van a conseguir que haga lo que ellos quieren" pero, sin hablarme en ningún momento de la decoración del cuerpo. La cuestión era que, en aquellos momentos, sus padres creían que el problema radicaba en el piercing, cuando éste sólo era la expresión de un conflicto mayor llamado falta de comunicación. 

Muchas son las razones por las que un adolescente quiere un piercing o un tatuaje, entre otras podemos destacar: 

La búsqueda de un "Símbolo de identidad". Durante la adolescencia muchos de nuestros hijos quieren sentirse diferentes a los otros adolescentes, y para ello, se tatúan, creyéndose que eso les convertirá en seres únicos. Pero nada más lejos de la realidad, porque tanto piercings como tatoos les amontona en un mismo grupo. 

Hay que tener en cuenta que los adolescentes definen su identidad a través de la moda y eso es lo que hace que vayan vestidos, más o menos, siguiendo los dictados de una misma tendencia o que lleven el tipo de peinado, pero también, que escuchen "su" música, lean "sus" revistas, y por tanto, se hagan su piercing o su tatuaje, simplemente como parte del ritual de esa moda, que les engulle como una ola. 

Aunque las chicas se inician en esto de la moda antes que los chicos, para ambos sexos la forma de vestir se identifica con su propia manera de ser. Por tanto, la moda juvenil es una forma de reafirmación en quién soy yo y a qué grupo pertenezco, por oposición a otro grupo, y a la vez, a los propios criterios de los adultos. 

También existen otras razones como la de verse más atractivos, a un 10% de las adolescentes les resultan atractivos los tatuajes en los chicos mientras que a estos les pasa en un 25% de las chicas. 

Pero desde mi punto de vista, LA RAZÓN con mayúsculas, que llevan a nuestros hijos de cabeza a dejarse mutilar, y en algunos casos encargarse ellos mismos de esa "automutilación", es la rebeldía, especialmente contra los padres, pero también contra la familia o la sociedad. Podríamos decir que el número de piercings y tatoos, que luce un adolescente, de entre 15 y 18 años, es directamente proporcional al número de veces que ha intentado marcar terreno en su casa, dicho adolescente. 

En mi caso son la friolera de diez piercings y un tatoo, y es que la adolescente es peleona y con carácter. De los diez piercings de mi hija hay tres que han sido pura provocación a su padre y a servidora y estos son: El dichoso septum (piercing de la nariz como el de los toros) que se hizo a escondidas a los 13 añitos. La dilatación, que también fue haciéndose a escondidas hasta que su oreja parecía un donuts, y a mi casi me da el ictus, ese con el que le amenazo todos los día. Y el tercero es el de la lengua, que se hizo aprovechando un bajón de defensas de su madre cuarentañera. 

De estos tres ya sólo le queda el de la lengua, lo que quiere decir que vamos camino al final del túnel de la adolescencia, podemos decir que por lo menos ya se ve la luz, aunque aún nos quedan 8 piercings y un tattoo. Y es que los adolescentes tienen la misma facilidad para agujerearse la nariz, como para quitarse todos los pendientes y llevar a cabo un cambio radical. Por lo que como siempre os digo comunicación, mano izquierda, paciencia y suerte. 

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