Cae El Emperador, jefe de un cártel rumano que operaba en Galicia

Su red distribuía heroína y adquiría cocaína en barrios marginales de A Coruña y Pontevedra
Momento en el que los agentes rumanos inmovilizan al narcotraficante. POLITIA ROMANA
photo_camera Momento en el que los agentes rumanos inmovilizan al narcotraficante. POLITIA ROMANA

El 14 de octubre, este periódico se hacía eco de la operación Rookie, un trabajo policial multinacional que desarticulaba una gran red de distribución de drogas que operaba en Reino Unido, Francia, Alemania, Rumanía y España. Ya entonces se supo que la red criminal tenía "fuerte asentamiento" en la provincia de Pontevedra, donde sus integrantes realizaban negocios con toda clase de sustancias estupefacientes. Un mes después, tras semanas de seguimientos, la Politia Romana interceptó a alias Vlad Tepes, también conocido como El Rey o El Emperador, considerado el máximo responsable de un auténtico cártel con tentáculos por media Europa.

El arresto, en el que participaron agentes especializados ante la peligrosidad que se le presuponía al investigado, sirvió para poner fin a la operación Rookie II y desmantelar por completo un entramado criminal cuyo cabecilla tenía a Galicia, ya no solo Pontevedra, sino también A Coruña, como uno de sus centros de operaciones preferidos. 

Así lo explican fuentes del equipo de Fugitivos y de la Brigada Central de Estupefacientes de la Policía Nacional, que aseguran que El Emperador no solo pernoctaba con frecuencia en el noroeste peninsular, sino que ya tenía a parte de su organización radicada en el mismo, así como en la Comunidad Valenciana y en la provincia de Toledo. 

La Politia de su país lo detuvo en posesión de drogas

El entramado criminal, descubierto merced a la cooperación entre la National Crime Agency (NCA) del Reino Unido y la Policía Nacional, estaba "especializado en adquirir y transportar cocaína, heroína, cannabis y otras sustancias estupefacientes (ahora se ha visto que también MDMA) para su distribución y venta en Rumanía, Francia, Alemania y España", según indican fuentes de la investigación. 

El Emperador, que fue atrapado en la provincia rumana de Ilfov, realizaba tratos con individuos de diversas nacionalidades. Sin embargo, para el trabajo sucio empleaba a compatriotas suyos. Eso es, según consta en las pesquisas, lo que ocurría en Galicia, donde, además de adquirir cocaína para su venta en terceros países, distribuía heroína entre personas de nacionalidad rumana asentadas en puntos estratégicos ubicados en barrios marginales de los principales núcleos de población de las dos provincias atlánticas. 

En la primera fase de la investigación fueron aprehendidos 38,5 kilos de heroína y 355 kilos de cogollos de marihuana. En el marco de la misma cayeron los números 2 y 3 del cártel, uno de ellos hermano de Vlad Tepes. En ese momento fueron sorprendidos cuando llegaban a España con cuatro kilos de heroína para su distribución. 

Tirando del hilo, ya en la segunda fase, la coordinación entre policías y el apoyo de la Fiscalía Antidroga de la Audiencia Nacional y la Fiscalía Especial de Rumanía sirvieron para localizar al líder de la organización en Bucarest. Junto a él cayeron dos de sus lugartenientes, justo en el momento en el que transportaban 2.479 comprimidos de MDMA "de altísima pureza", según confirmaron posteriormente los agentes. 

"Este individuo era el jefe de un grupo criminal extremadamente activo y peligroso en Rumanía, así como en otros países de la Unión Europea, responsable de traficar con importantes cantidades de sustancias estupefacientes", según destaca el Cuerpo Nacional de Policía. 

De las pesquisas efectuadas por los diferentes cuerpos policiales se extrae que el cártel vendía heroína que adquiría en la Ruta de Los Balcanes a distintos narcotraficantes en España y que efectuaba el recorrido inverso para comerciar con derivados del cannabis, que compraba en Madrid, Valencia y Andalucía, y con cocaína, que adquiría en el poderoso mercado de las Rías Baixas.

Una 'ONU' del crimen se asienta en la Península 
La península Ibérica en general y puntos estratégicos como Madrid, Valencia, Andalucía o Galicia, en particular, se han convertido en lugares escogidos por mafias criminales de toda clase y condición para afincarse y hacer sus negocios. Ello es así por varios motivos.

El principal, el dudoso honor que tiene el país de ser la principal puerta de entrada de sustancias estupefacientes hacia el resto del continente. Sudamericanos, centroeuropeos y magrebíes ya tienen raíces en España con un solo objetivo: enriquecerse con la venta de drogas. La presión de las Fuerzas de Seguridad sirve, en cierto modo, de freno, pero la presencia de las estupefacientes genera inevitablemente un incremento notable del crimen y de la presencia de sus responsables.

Otro elemento que influye es la legislación, que en muchas ocasiones acaba dejando sin efecto los trabajos policiales, aún siendo muy completos. Narcos con dilatados historiales se van ‘de rositas’ si tienen buenos letrados, lo que anima a otros a seguir sus pasos en los delitos.