Un cordón luminoso que rodea una parcela donde está enclavada una casa podría ser la silueta de un barco, sobre la fachada de otra se encuentra una moto cuyas ruedas se mueven, los árboles están ornamentados, los renos están presentes y los lagrimones plateados descienden sobre las fachadas. En Cardecide hay alrededor de 25 viviendas, y en todas ellas está recreado el espíritu navideño. En esta ocasión la novedad es el belén, que se encuentra al lado de la fuente, elaborado en madera por José María Ares.
Este lugar fue el escenario de la ceremonia de encendido, celebrada el pasado día 5 con chocolate y música a cargo del grupo Hai que Roelo, al que se unió otro cuya actuación no estaba programada, Cantos de Taberna, cuyos componentes hicieron un alto en el camino cuando se dirigían a otro destino para actuar.
La noche de Cardecide es más luminosa que nunca y la implicación de sus vecinos es la clave del éxito. El trabajo de José María Ares, Urbano Fuentes, Manolo Touriño y Eugenio Campos es determinante en el éxito de esta iniciativa, que no se explicaría sin la participación de todos sus convecinos en una intervención que viene realizándose desde hace más de tres décadas, y que cobró una sorprendente fuerza hace siete.
Las fantásticas noches navideñas de Cardecide y el ambiente que crean sus vecinos es el resultado de una labor que lleva a cabo buena parte de sus habitantes, porque son ellos los que diseñan y preparan toda la ornamentación, que se está atrayendo a numerosos visitantes. Otros hacen un alto en su camino y bajan de sus coches, sorprendidos por el despliegue. Nunca antes se había fotografiado tanto este lugar.
Frente a las fórmulas que siguen los concellos, contratar la iluminación a una empresa, ellos solo compran el material que necesitan. El resto, imaginación.
