El cártel de Liverpool llenaba los bolsillos de Sito Miñanco comprándole su cocaína

Invertía para comprar la droga en origen y multiplicar su valor al ponerla en manos de sus socios británicos 
El narcotraficante cambadés Sito Miñanco. DP
photo_camera El narcotraficante cambadés Sito Miñanco. DP

El negocio de la droga es más rentable cuando se consigue colocar la mercancía al mejor postor. Ello hace que, con cada vez mayor frecuencia, las mafias del narcotráfico dirijan sus esfuerzos a establecer acuerdos con organizaciones criminales de países muy concretos. Y en eso, José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, también era el mejor. Cuando ya han pasado más de dos años y medio desde la operación Mito (que supuso su última caída) y con el fiscal especial Antidroga de la Audiencia Nacional, Ignacio de Lucas, a punto de concluir su acusación, trasciende la identidad del principal socio del cambadés en sus negocios: el cártel de Liverpool. Las investigaciones anteriores y posteriores a las detenciones y las pesquisas relacionadas con distintos alijos incautados en Colombia, en España y en Reino Unido apuntan a que buena parte de la droga que Miñanco introducía en España (y que adquiría en origen a precios muy bajos, menos de 5.000 euros el kilo), estaba predestinada al mercado más lucrativo de Europa: las islas británicas. Allí obtendría unos 50.000 euros por cada 5.000 invertidos.

Me sentí bien, sí. En cuanto llegue mi vuelo iré allí, a casa de Michael, a contárselo, y le daré mi opinión

La intervención de las comunicaciones efectuada por la Brigada Central de Estupefacientes mediante la sonorización del vehículo de Quique Arango, uno de los principales colaboradores de Miñanco, sirvieron para conocer el nombre de pila y el apodo del jefe del grupo inglés, alias Math o Michael, y para detener a un individuo que se habría aventurado a salir al mar en una de las planeadoras de astilleros O Facho, en Cambados, en dirección al remolcador Thoran que transportaba los 3.800 kilos de cocaína que fueron decomisados. Se trata del notario del grupo británico, Robert Miller, que sería detenido meses después por las autoridades de su país después de la operación. Miller, que no logró su objetivo (la lancha rápida tuvo que renunciar al alijo al conocerse su incautación) se puso en manos de uno de los mejores pilotos de planeadoras de todos los tiempos: Fernando Prado, alias Chiscote, que tripulaba la lancha junto a su hijo Marco. Miñanco le situó junto a sus mejores hombres para que pudiese participar en primera persona de la gran especialidad de los narcotraficantes gallegos: recoger los fardos en las planeadoras e introducirlos a través de las rías sin ser visto. No contaban con la pericia de la Policía, que no solo les seguía, sino que consiguió acreditar por completo sus intenciones. A continuación, un extracto de la conversación literal mantenida entre los dos segundas espadas de las organizaciones, Quique Arango (Q.A.), socio de Sito Miñanco, y Robert Miller (R.M.), notario del grupo de Liverpool, tras el viaje de este último en la lancha gallega.

Q.A.- ¿Esta experiencia te ha parecido buena o mala?

R.M..- Bueno, obviamente ha sido malo, por el oleaje y todo...

Q.A.- Bueno, claro, por la pérdida, no te preocupes.

R.M.- Pero aparte de eso bastante buena, bastante buena.

Q.A.- ¿Sí? ¿Sí? ¿Te sentiste bien?

R.M.- Sí, cuando llegue mi vuelo allí iré a contárselo. En cuanto vuelva a casa debería decírselo, ir a Michael y contar lo que ocurrió y darles mi opinión.

Q.A.- Ya, sí.

El presunto narcotraficante británico llegó a la provincia de Pontevedra después de volar a Madrid vía Dublín. Es la estrategia más habitual de los delincuentes británicos, pues los vuelos desde la capital irlandesa hacia el resto de Europa no están controlados por las autoridades inglesas. De ese modo, para ellas, Miller solo viajó de Liverpool a Dublín, pero no estuvo en España.

Una vez que las fuerzas de seguridad interceptaron el Thoran, el británico vivió una experiencia que difícilmente olvidará, pues, según sostienen los investigadores, la lancha en la que viajaba acabó en el fondo del mar y él acabó regresando a puerto, en este caso al de Ribeira, a bordo de un pesquero que salió a su encuentro.

En el astillero donde fui (O Facho) ya estaban con la siguiente lancha, ya en construcción, medio temrinada

Q.A. -¿Hacía frío en la lancha o no? ¿O era normal?

R.M.- ¿Frío? Los dos primeros días hacía mucho sol, muy muy agradable. Y luego el último día el frío volvió, hacía frío, llovía, el mar... el mar hacía así, así... Así que aunque el barco fuese lento, se movía para arriba y para abajo.

Q.A.- ¿Y tu cabeza estaba bien?

R.M.- No, no, estaba bien... bueno, el primer día cuando salimos la primera noche, digo, al día siguiente cuando había [ininteligible] me mareé, pero en la parte de arriba, arriba no había problema.

El notario de Liverpool habría sido trasladado desde Ribeira hasta Valladolid por Juan Antonio Fernández, presunto brazo derecho de Sito en Galicia, y desde Pucela hasta Madrid, donde tomaría el vuelo de vuelta, fue conducido por Arango, el gran nexo de Miñanco en Colombia y enlace directo con los dueños de la droga en el país sudamericano. En este trayecto le contó, además, que vio el estado de la construcción de la planeadora que tendrían previsto emplear para el siguiente negocio que, según parece, ya tenían cerrado británicos y gallegos.

Teníamos que mantenernos cubiertos por si venían los helicópteros (...) obviamente son profesionales

R.M. -En el astillero, donde fui, sabes, en en el momento, ya habían empezado la siguiente, ya estaba en construcción, la siguiente lancha, ya está medio terminada.

Q.A.- Todo se construyó, se construyó todo en nuestra casa vigilada, todo, todo.

A lo largo del trayecto, el inglés le explicaba al colombiano el modus operandi de los servicios secretos británicos y de la DEA, que, según explica, "controlan todos los barcos" que cruzan el Atlántico. También le advierte de que el empleo de teléfonos encriptados de forma rutinaria no hace sino ponerte en el foco de la Policía. "Eso solo lo lleva el que va a delinquir, porque cuesta mucho". Por otra parte, habló muy bien de la profesionalidad de sus compañeros de singladura, los citados Fernando Prado, alias Chiscote (que, por cierto, sigue en búsqueda y captura desde la citada operación) y Marco Prado, hijo del anterior.

Q.A. -A bordo solo teníais algo de picar.

R.M.- Sí, sándwich, plátanos...

Q.A.- Sándwich, manzanas, agua.

R.M.- Sí, y plátanos y agua, eso es. Tiene gracia, porque en el barco obviamente, Nando, Eserfi y Marco hacen esto todo el rato, así que están acostumbrados al barco y yo me monto y estoy como colgando... [ríe] en el barco... en plan no es... en plan el tiempo, el mar está muy agitado y yo me echo para atrás, y ellos estaban en la parte trasera del barco sin agarrarse a nada, en la parte de atrás sin agarrarse.

Q.A.- ¡Ohh, no! [ríe].

R.M.- Y yo en plan meándome.

Q.A.- [Ríe] Es como... vale, una vez vale pero ni una más.

R.M.- Y teníamos que mantenernos cubiertos, por si venían helicópteros. Así que dijeron que teníamos que darnos prisa y cuando hacía mal tiempo, Marco se tomaba una cerveza en la parte de adelante sin chaqueta, sin agarrase (...) Obviamente son profesionales.

El único detalle que no gustó demasiado al británico fue la ubicación de los astilleros O Facho, según él en un punto muy alejado de altamar en el que la salida de las planeadoras está expuesta a muchos ojos. Arango no entró en ese debate. Es el centro de operaciones de su jefe, y no cabe discusión. Sobre la pérdida de la droga, pareció no importarle demasiado, clara muestra del poder económico de su organización, que, además, por lo que se intuye, ya tenía en marcha nuevos trabajos junto a los gallegos.

Ellos hacen esto todo el rato, están acostumbrados al barco, me monté y estaba colgando y ellos sin agarrarse

Otro indicio que deja claro el potencial del cártel de Liverpool es la intención que expresó Robert Miller a Quique Arango de extender sus tentáculos hacia Nueva York, El británico, de unos 50 años, realizó preguntas sobre la pujante industria del cannabis en España, explicándole que en Londres se vende a 5.000 euros el kilo.

Miller, que ubicó a su jefe en Portugal y en Marruecos justo cuando él estaba en España, también habló de sus negocios en Ámsterdam. Hacia Holanda también se dirigían los negocios de Prado Bugallo.

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