Catoira rinde homenaje a la magia

El exgranate Padín será reconocido el sábado en As Lombas por 25 años en el fútbol
Padín, en una de sus etapas en el Pontevedra. ARCHIVO
photo_camera Padín, en una de sus etapas en el Pontevedra. ARCHIVO

Catoira homenajea este viernes a su mejor mago, al de los trucos imposibles, al incombustible, al que ha hecho que el precio de la entrada valiese siempre la pena, a Carlos Padín. Un triangular en el que competirán excompañeros suyos del Pontevedra Club de Fútbol, del Deportivo de la Coruña y de otros conjuntos en los que ha militado servirá de homenaje para uno de los grandes futbolistas de la historia de Galicia, que lleva más de 25 temporadas con las botas puestas.

Padín formó parte del equipo del Pontevedra en tres etapas de su carrera deportiva. Fue contratado procedente del Arosa en el ejercicio 1995-96, dejó su sello de denominación de origen Rías Baixas y el Deportivo se lo llevó para su filial con opciones de hacerlo formar parte de la primera plantilla. Llegó a debutar con ella en la campaña 1997-98. Disputó dos duelos, uno como titular contra el Valladolid y otro como suplente frente al Athletic de Bilbao.

Pero, como todos los genios, era foco permanente de la incomprensión. Su talento no llegó lejos en la etapa dorada del Deportivo. Decían de él que era vago e indolente. No era mentira. Su talento no siempre iba acompañado de la dosis necesaria de pelea sobre el terreno de juego. Y ello, sumado a la dificultad que suponía hacerse un hueco en el mejor cuadro herculino de la historia, le dejó sin un lugar en la élite.

El Racing de Ferrol, el Logroñés y el Lleida (Segunda División) fueron destinos puente antes de su retorno a Pasarón en el curso 2002-03. Pasó dos temporadas y media en su casa. Vivió un ascenso a Segunda A. Pero una vez en la categoría de plata fue dado de baja cuando Alberto Argibay ocupó el cargo de entrenador en sustitución de su gran valedor, Gay.

Y luego jugó en el extinto CD Ourense y en el Ordes, antes de regresar a Pasarón para jugar varios meses como granate en 2010.

Después volvió a Ordes. Tenía 36 años ya. Querían enterrarlo. Pero había cuerda para rato. De Ordes a Boiro en Tercera y en otros equipos más humildes en categorías más discretas, como el Cordeiro, el Flavia y ahora el Catoira. Siempre disfrutando, impartiendo magisterio y haciendo trucos que casi nadie ha podido imitar, con casi 45 años. Ahí sigue. Hasta que el cuerpo le aguante.

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