La pequeña capilla de San Andrés de Figueirido se quedó literalmente raquítica para albergar a los centenares de personas que desafiaron las elevadas temperaturas de esta tarde para darle el último adiós a Sara Cal, una de las tres menores que fallecieron en el tráfico accidente del pasado miércoles en la AP-9.
Las escasas 100 plazas del templo estaban ya ocupadas desde varios minutos antes de la llegada del cortejo fúnebre, que se produjo a las 17:45 horas, y en el que se encontraban los padres y abuelos de la joven, visiblemente desgarrados por el dolor.
El silencio sepulcral con el que fueron recibidos por parte de sus vecinos y amigos solo se rompió con los llantos desconsolados de sus familiares y algunos compañeros de clase de Sara, que también quisieron estar presente en este doloroso momento.
Concluido el oficio religioso, los restos mortales de la muchacha fueron enterrados en el cementerio parroquial anexo.
