Opinión

De cineastas y veterinarios

Los dos caballeros que protagonizan las imágenes de esta crónica son, desde luego, unos ases. Se tenía que decir y se dijo, añadiría yo.

David QuiñonesPor una parte tenemos a David Quiñones, quien, por si no lo conocen, es veterinario en la clínica Anida, en Vilaboa. Resulta que David —al que igual pueden conocer por su implicación en colectivos culturales como Sete Espadelas y Os de Algures— acaba de ganar un prestigioso certamen de veterinaria, el I Concurso Virbac, que premia el mejor caso clínico en dermatología animal. 

Quiñones presentó el trabajo Straelensiosis canina: el raspado profundo como herramienta diagnóstica y logró el primer premio, que consiste en una beca para asistir en septiembre al Congreso Europeo de Veterinaria Dermatológica en Liverpool. 

Y si tenemos que felicitar al veterinario de Anida, qué tendremos que hacer con otro joven, uno de mis directores de cine favoritos.

Oliver LaxeSeguro que ya han visto la película O que arde. Si la respuesta es no, no sé a qué esperan, porque la historia de Benedicta y Amador es absolutamente maravillosa. Y si sí, seguro que no les importará repetir. Porque resulta que esta tarde, coincidiendo con su proyección en los cines de Pontevedra, estará el mismísimo Oliver Laxe para compartir las impresiones del público sobre su último y premiado film. Laxe estará acompañado de Suso Novás, uno de los tipos que más saben de cine en Pontevedra. La cita es a las seis de la tarde en Cinexpo. Yo no me la perdería. 

ASÍ ME GUSTA. Y como hoy la cosa va de felicitaciones, qué menos que aplaudir vivamente la idea de quien organizó (y sospecho muy fuerte de quien pudo haber sido) el almuerzo informativo que este miércoles ofreció el BNG a la prensa en el primer piso de la cafetería Pasaje. 

Si alguno de mis colegas seguía sin desayunar a las once de la mañana a buen seguro se le hizo la boca agua con tan abundantes manjares. No faltaron, con el café, los cruasanes, napolitanas de chocolates y minibocatas de jamón y queso. Pero también había fruta. Y mucha. Brochetas con uva, melón, fresas y arándanos. Y no faltaron los zumos y el agua ‘de billa’, que es como debe ser. Bueno, yo estoy salivando, no lo voy a negar, pero qué bien que esta buena gente cuide de la salud de los periodistas. No nos quieren ni nada. 

No como otros, como cierta juez decana de A Parda que impidió entrar en el edificio a los informantes que esperaban el acuerdo de conformidad de un juicio, el mismo que el martes empezó tarde porque a un miembro del jurado se le pegaron las sábanas. ¡Menudo papelón! El de este hombre y el de mis colegas pasando frío.

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