Opinión

Comer bien, en casa o fuera

El chef Pepe Vieira. ARCHIVO
photo_camera El chef Pepe Vieira. ARCHIVO

El actual escenario de pandemia que parece no tener fin está provocando que muchos empresarios con un mayor o un menor poder económico tengan que agudizar el ingenio para poder mantener un volumen de negocio aceptable. Es el caso de los restaurantes, que, una vez que se ha terminado la temporada de verano y llega el frío, se encuentran con aforos reducidos a causa de las restricciones que vienen y van según los designios de las autoridades político-sanitarias. Un ejemplo de esta adaptación es el que propone nuestro chef Pepe Vieira, estrella Michelin por el restaurante del mismo nombre e impulsor del Ultramar, establecimiento de hostelería encastrado en pleno Museo de Pontevedra. El caso es que el empresario ha decidido poner en marcha un servicio de take-away, más propio de otra clase de locales pero que supondrá una opción más para quienes quieran degustar sus cuidados platos en su casa. El cocinero ofrece la opción de recoger en el propio local y también el transporte a domicilio. Esperemos que tenga suerte.

Otros de los grandes maestros de la cocina de nuestra comarca, Pepe Solla, estará orgulloso de que el Concello de Poio haya decidido que su progenitor, recientemente fallecido y fundador de la mítica Casa Solla, le dé el nombre a una calle del municipio en la parroquia de San Salvador, donde se encuentra la vivienda familiar. El estrella Michelin también estará estrujándose la cabeza para ofrecer nuevas ideas que sigan cautivando al público en los tiempos que corren.

Otros empresarios que están teniendo muchas dificultades en estos tiempos son los que regentan el ocio nocturno en la ciudad. Desde estas líneas quiero acordarme de ellos, en especial de mi querido amigo Julio Barral, que no ha dejado de reivindicar que sus negocios eran seguros y que los problemas vendrían cuando los jóvenes comenzasen a hacer reuniones por su cuenta, ya sea en pisos, fincas o casas rurales. Eso es, al final, lo que ha ocurrido, según reconoce Sanidad. Sin embargo, ni en Pontevedra, ni en Galicia ni en el resto de España se ha movido un dedo para reflotar a un sector que difícilmente volverá a ser el que era. En mi caso, como asidua a muchos de los locales del casco viejo de la Boa Vila, quiero mandarles todo mi ánimo a sus responsables y lanzar un capote a las autoridades políticas para que muevan ficha. Algo se podrá hacer por ellos, digo yo.

También quiero aprovechar mi artículo que escribo el domingo (aunque vosotros lo leéis el lunes) para apoyar a quienes exigen la apertura de instalaciones deportivas municipales. Y si no, que cierren los bares. Digo yo.

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