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Covid para rato

▶Una crisis corta tiende a beneficiar al gobernante de turno pero si se alarga demasiado en el tiempo, como esta, lo erosiona
Jornada electoral
photo_camera Jornada electoral. DP

BASTARON 20 días del nuevo año para confirmar algo que en el fondo se temía pero que nadie quería creer: que la crisis sanitaria derivada de la pandemia será más larga de lo esperado. Y cuanto más larga sea la sanitaria, más lo serán la económica, la social y la política.

El inicio de la vacunación abrió la puerta a la esperanza a finales de 2020. La llegada de las primeras dosis alimentó la ilusión de que, llegado el verano, se podría lograr un alto porcentaje de inmunidad de grupo que permitiese poco a poco recuperar la normalidad o algo parecido a ella. Sin embargo las dos primeras semanas de enero fueron un bofetón de realidad. Las vacunas llegan a cuentagotas, a un ritmo que, de no mejorar, será lo que alargue la crisis sanitaria.

Sin vacunas no hay paraíso. Y no las hay. Y para colmo se están perdiendo algunas dosis porque acaban en personajes que no tendrían que ponérselas y que, curiosamente, suele ser gente de poder y puestos privilegiados. ¡Por qué será que nunca se equivocan a favor de un ciudadano de a pie! Cuantitativamente da igual que se pongan 1.000 dosis a médicos que 997, pero el efecto psicológico y social que tiene la mala praxis de estos aprovechados en una sociedad ya cansada de sacrificios y harta del poder es letal. Cuanto más se rompe la cadena de confianza del ciudadano en su dirigente, menos caso hará de sus recomendaciones: y eso resulta letal para el control del virus.

Por otra parte, Galicia y España tendrán que pagar los excesos de la Navidad, esa barra libre que se dio y que ahora nadie parece apadrinar y que está llevando la situación sanitaria a límites muy peligrosos, si es que en algún caso no los ha cruzado ya. Si algo hemos aprendido del covid en estos meses es que en tres semanas podemos multiplicar unos casos que después nos llevará por lo menos dos meses controlar y rebajar, y siempre a base de sacrificio muy duro.

Por eso a estas alturas sabemos que la crisis puramente sanitaria será más larga de lo que se aventuraba cuando llegaron las primeras vacunas. La situación tenderá a la mejora progresiva porque con cada colectivo vacunado se sacan potenciales ingresos de los hospitales, pero convendría no hacerse ilusiones de normalidad en todo 2021.

→ La crisis económica

Si la crisis sanitaria se alarga, la económica lo hace de forma proporcional. Cuando más grande sea el agujero que deje el covid en las arcas públicas más tiempo tardaremos en rellenarlo. Hay teorías partidarias de un cierre radical durante unos meses para retirar el virus de la circulación y después empezar a reconstruir la economía casi desde cero. Y otras, como las aplicadas aquí, apuestan por las llamadas medidas quirúrgicas: ir cerrando aquí y abriendo allá, semana sí semana no, para contener al bicho.

Aquí también fallaron las previsiones. Se apuntaba a que, a diferencia de la anterior recesión, esta tenía un componente sanitario que permitiría remontar el vuelo en el momento en que apareciese una vacuna: una crisis más dependiente de la vacuna que de reformas estructurales en la economía. Pero tampoco está ya tan claro. Con indicadores de caída del PIB superiores al 10% y efectos rebote más contenidos de lo previsto, el covid-19 dejará un auténtico cráter en la economía. Y consecuentemente en nuestra sociedad. Puede que en este 2021 se disimule algo porque habrá dopaje financiero de la UE y fondos para todos, pero 2022 y 2023 se presentan peliagudos.

→ La crisis política

Esto lo saben los políticos, muy amigos de tener siempre a mano una calculadora si asoman las urnas. Las crisis cortas en el tiempo benefician a los gobernantes, como se vio el año pasado con Feijóo, Urkullu o el mínimo desgaste de Sánchez en las encuestas, que incluso ahora sonríen al ministro y candidato Illa en Cataluña. Es el efecto bandera de la política, donde en medio del caos la gente apuesta por lo conocido para abanderarle. Pero cuando una crisis se prolonga en el tiempo, el efecto se diluye y se acaba transformando exactamente en lo contrario, porque la gente busca una solución a sus problemas en el cambio.

Esto puede convertir las citas electorales previstas para 2023 —generales y municipales— en pura dinamita. Pero Galicia, con su calendario propio, votará en 2024, curiosamente cuando la tendencia económica pueda estar ya remontando.

Oportunidad para nuevas aventuras

EL TABLERO político gallego se redujo el 12-X al modelo tricolor que predominó desde la era Fraga hasta 2012, con PPdeG, PSdeG y BNG como únicas siglas salidas de las urnas. La desaparición política del llamado rupturismo —mareas, Podemos, Anova...—, cuya acción política descansa ahora más en los colectivos sociales y la acción popular que en los propios partidos, parece que blindará el modelo tripartito en Galicia durante un tiempo. Sin embargo, el covid ha puesto todo patas arriba. Así, si se produce un deterioro muy fuerte de la economía en los próximos años, como todo parece indicar, se podría reproducir el escenario político de principios de la década pasada, cuando la crisis desembocó en un revuelo social que le abrió la puerta a la entonces llamada nueva política a derecha e izquierda, llámese Ciudadanos, Podemos, Age o Vox. No es descartable que, si buena parte de la población vuelve a estar con el agua al cuello y se ve abandonada por los partidos clásicos, busque oxígeno en nuevas aventuras.

El ruido empieza pronto en el PSdeG

EL PSOE ya aprobó su calendario orgánico para lo que resta de año, lo que lleva a su sucursal gallega a celebrar su congreso de renovación de cargos antes de que termine el año. La duda es si ese proceso será un paseo militar para Gonzalo Caballero o si, por el contrario, tendrá competencia por la secretaría general del PSdeG. A día de hoy lo que se sabe con seguridad es que, a falta de un año para ese congreso, ya hay mucho ruido alrededor de la cita, lo que invita a pensar en movimientos de fondo. Y es que parece de todo menos casual que esta misma semana El Confidencial, ABC, Eldiario.es, Voz Populi, Colpisa, Servimedia o El Correo Gallego hayan apuntado la posibilidad de renovación en la cúpula del PSOE gallego. Aunque habrá primarias y el proceso es doméstico, Ferraz tendrá mucho que decir. Por ahora guarda silencio y aparente neutralidad en el proceso, pero hay voces que apuntan a que la defensa a ultranza que hace Caballero de la dirección del partido no es correspondida al 100% desde Madrid