Crece el consumo de tabaco mientras se relaja su control

 El número de menores de edad, de 15 a 17 años, que fuma a diario aumentó casi el 5%, según apunta el Ministerio de Sanidad
 

Cigarrillo. EP
photo_camera Cigarrillo. EP

Como el Ave Fénix, el consumo habitual de tabaco ha renacido de sus cenizas. Las recientes estadísticas del Ministerio de Sanidad acreditan que se han recuperado las cifras previas a la entrada en vigor de las leyes, la primera hace ya 13 años. Es más preocupante si cabe porque se ha detectado que fuma casi un 5% más de menores de edad. Ni la mala imagen social que tiene, ni las restricciones lo han frenado. Es una mala noticia para la salud pública. Esta droga legal se cobra cada año unas 52.000 vidas en España, lo que representa una de cada cuatro muertes entre las personas que tienen de 35 a 65 años.

Esa recuperación del consumo coincide con un relajamiento en los controles para que no se fume en ciertos lugares públicos o en el trabajo. Las pasadas celebraciones de Nochevieja fueron una prueba. En algunos establecimientos de hostelería lucenses se hizo la vista gorda durante las cenas y cotillones de Fin de Año, como probablemente ha vuelto a suceder en esta noche de Reyes.

El año pasado se tramitó en la provincia de Lugo medio centenar de expedientes —11 de ellos en la capital lucense— por infraccciones de la Ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, suministro, consumo y publicidad de los productos del tabaco.

Los expertos proponen por ejemplo subir el precio de las cajetillas y prohibir fumar en los vehículos particulares
 

El 90% de esas propuestas de sanción, según se precisa desde la administración autonómica, no fueron por consumo indebido, de menores o en lugares públicos prohibidos, sino por "razones estructurales", es decir, derivadas de problemas en las terrazas, porque no estaban habilitadas para fumar; falta de señalización o incorrecta colocación de las máquinas expendedoras en lugares en los que no existe control visual, entre otras.

La mayoría de estas infracciones fueron leves, lo que acarreó una multa de 30 a 600 euros. Por ejemplo, el adicto que fuma en lugares prohibidos suele ser sancionado con 30 euros, si lo hace de forma aislada. Las graves, normalmente casos de reincidencia o que se permita a un menor sacar una cajetilla de cigarrillos de una máquina expendedora, son castigadas de 601 a 10.000 euros, aunque suelen imponerse las cuantías más bajas.

La alternativa de crear clubs de fumadores que surgió a raíz de la prohibición de fumar en los locales de hostelería, tras la Ley de 2010 publicada el día de Fin de Año, ha pasado de moda. Actualmente hay 17 en la provincia de Lugo —13 de ellos se crearon en 2011—. En los últimos dos años no se ha registrado ninguno. El último que se dio de alta fue el de A Pobra de San Xiao, en octubre de 2016.

ESTADÍSTICAS. La última encuesta sobre alcohol y otras drogas (Edades) hecha pública el mes pasado por el Ministerio de Sanidad ha sido una bofetada en la cara de la prevención del consumo de tabaco. Así destaca que el 34% de la población consultada —la muestra fue de 21.249 personas de entre 15 y 64 años— fumó diariamente en el último mes, lo que supone 3,6 puntos porcentuales más que en 2011, tras la entrada en vigor de la reforma legislativa que restringió el consumo de tabaco en locales de hostelería o en el trabajo, y 1,2 más que en 2005, cuando se dictó la primera ley.

Fumar es la causa de una de cada cuatro muertes que se producen al año en España entre las personas que tienen de 35 a 65 años
 

Más alarmantes son los resultados en el caso de los menores de edad. El 25,4% reconoció que consume tabaco, el 4,8% más que en la anterior consulta, que databa de 2015.

La Sociedad Española de Especialistas en Tabaquismo y el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo se han apresurado a atribuir esos perturbadores datos a que "no se ha hecho nada" en los últimos años en la lucha contra esta droga legal. Ni se han realizado campañas de sensibilización, ni se han aplicado nuevas medidas restrictivas.

SIN HUMO EN COCHES. Estas dos organizaciones han puesto encima de la mesa en diferentes foros a lo largo de los últimos años una serie de propuestas que, a su entender, tendrían que llevar a cabo las administraciones públicas. Así defienden que se debería prohibir fumar en los vehículos particulares; ampliar el número de espacios libres de humo, como por ejemplo las playas, o subir el precio de los cigarrillos —en algunos países europeos cuesta casi el doble que en España— y equiparar el de liar, que está siendo una vía de escape.

Cualquier ayuda para la deshabituación es bienvenida si se tiene en cuenta, según ha puesto de manifiesto el Grupo Español de Cáncer de Pulmón, que más del 60% de los fumadores no se ha planteado dejar el nocivo consumo de tabaco y unas 320.000 personas espiran un paquete de cigarrillos al día.

Andrea Galego, referente en tabaquismo en atención primaria
► Esta médico baleiresa, que la delegada en Galicia  del comité nacional para la prevención de esta adicción, atribuye el repunte del consumo a que las diferentes administraciones se han cruzado de brazos en los últimos ocho años 
¿Se ha recuperado el consumo?
Los datos hablan por sí solos. En 2005 la prevalencia en España era del 32%, mientras que la última encuesta Edades de 2017 arroja una tasa de fumadores del 34%. La del 2015 era del 30,8%. El aumento global es de más de tres puntos y entre los más jóvenes es de cinco, por lo que tenemos un grave problema con estos.

¿A qué se debe ese repunte?
Esencialmente a la dejadez y a la autocomplacencia de los distintos gobiernos y administraciones. Los resultados de la Ley de 2005 y sobre todo de la de 2010 fueron muy buenos. Estábamos a la cabeza de Europa en el control de la pandemia. Pero la lucha contra el tabaco es como andar en bici, cuando dejas de pedalear te caes. Es necesario implementar medidas continuamente y no se ha hecho nada prácticamente desde entonces.

¿Qué medidas se precisarían?
Los precios no han subido lo que debieran para frenar el consumo. El tabaco de liar sigue siendo más barato, facilitando el desplazamiento de muchos consumidores hacia esa modalidad. No se ha adoptado o implantado el empaquetado genérico aún, cuando múltiples países de nuestro entorno lo han adoptado como medida de control. Desde 2010 hemos estado casi en dique seco.

Sorprende que ese aumento se dé cuando el consumo de tabaco está mal visto socialmente.
Puede sorprender a simple vista, pero no olvidemos que la industria del tabaco es poderosísima y sabe buscar las fisuras por donde penetrar, cambiando las formas de consumo, haciéndolas agradables y llenas de glamour para los más jóvenes, que son los que nutren estas estadísticas.

¿Cómo han influido las leyes?
Han sido fundamentales y la prueba es el descenso de prevalencia tan notable que hubo en los primeros años de ser promulgadas. Ese descenso tendría que haber sido sostenido por nuevas medidas que no se tomaron. Las leyes fundamentalmente desnormalizaron la conducta de fumar, retirando el tabaco de lugares públicos y de todos los de trabajo. Esto supuso un avance muy grande para que no se inicien los jóvenes y animaron a muchos fumadores al abandono.

¿A cuántos pacientes atiende la unidad de tabaquismo?
No sé si podemos hablar de unidad en Atención Primaria, más bien es una miniunidad porque solo es una consulta un día a la semana. Atiendo una media de 150 a 200 pacientes al año. El seguimiento se hace, siempre que sea posible, entre 9 y 12 meses.

¿Los fumadores suelen recurrir a ustedes para deshabituarse?
Una parte sí, pero es muy importante hacer captación del fumador en la consulta ordinaria, tratar de motivarlo para el abandono y ofrecer ayuda y seguimiento.

¿La prevención es vital?
Es fundamental. Podremos vencer al monstruo si evitamos que nuestros jóvenes se enganchen. Se necesitan campañas bien diseñadas, la implicación de pediatras y docentes y trabajar con los progenitores. La medida preventiva más eficaz para que los chicos no se inicien es el aumento de precio. En Francia el año que subió la cajetilla de tabaco a ocho euros la cifra de fumadores disminuyó en un millón.

¿Qué hacen desde Atención Primaria para ganar esta batalla?
La Atención Primaria es crucial. Lo que falta es dedicarle más tiempo por paciente y formación en tabaquismo a lo largo de la carrera universitaria y en las especialidades. Las administraciones tienen que poner más interés en que los médicos sepan y quieran manejar la adicción al tabaco.
 

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