Tradición y devoción se dieron la mano este domingo, como cada segundo fin de semana de septiembre, para convertir la parroquia de Amil, en Moraña, en el epicentro de todas las romerías religiosas de la provincia.
Miles de personas se dieron cita a lo largo del día en el recinto de Os Milagres, en donde la primera misa de la mañana, a las 6.00 se celebró apenas media hora después que se acabase la verbena nocturna, y ante varios centenares de peregrinos que a esa hora llegaban caminando desde distintos puntos de la provincia.
Desde ese momento, el párroco de Amil celebró oficios cada hora seguidos de novena, en los que no faltaron devotos, aunque a medida que fue avanzando el día la afluencia de peregrinos en autobuses y coches desplazó en orden de importancia a la de caminantes. Las colas para cumplir con la tradición, en el interior del santuario, también se prolongaron desde temprano, y la santa volvió a lucir sus interminables lazos con billetes colgados y otras ofrendas como centros florales, velas (que se acumularon en un lateral del recinto), exvotos de cera e incluso maquetas de embarcaciones de distintos puntos del litoral gallego.
La hora de mayor concentración de fieles, a las 13.00 horas, con la misa solemne, fue seguida de un oficio tranquilo, a las 14.00 horas en el que la actividad religiosa competía con el fervor de otras tradiciones como la degustación del pulpo o la compra de rosquillas en las decenas de puestos de ventas que rodean el santuario.
El pulpo registró precios de 10 euros la ración en la gran mayoría de los puestos, y en algunos de ellos los comensales tuvieron que hacer cola para conseguir un lugar en el que completar la celebración con una tapa de pulpo. Tal y como apuntó una de las responsables de atender al público en la Pulpería Vedra, "non sabemos nin cantos quilos se poden chegar a vender aquí nesta xornada. Somos máis de quince pulpeiras, e todas están cheas". A pesar de ello, la romería de Amil está suavizando sus cifras de asistentes en la jornada del doningo. Así lo reconocía una de las vendedoras de rosquillas, Rosa, en uno de los pasillos centrales del mercadillo que rodea al tempo: "Cada ano a xente adianta a súa peregrinaxe para o resto dos días desta mesma semana, e iso nótase tamén nas vendas deste día".