Diego Piay, arqueólogo y autor de 'Prisciliano'

"Prisciliano debería quedarse al margen de la política"

Galaico. Asceta. Vegetariano. Religioso. Hereje. La figura de Prisciliano ha fascinado tanto al arqueólogo pontevedrés Diego Piay desde su época de estudiante que ha acabado dedicándole su tesis doctoral y el que es su primer título fuera del ámbito académico. El 11 de mayo lo presentará en el Liceo Casino y el día 23 en la librería Follas Novas de Santiago

Diego Piay con sus libros. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera Diego Piay con sus libros. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Una biografía sobre uno de los personajes más fascinantes y misteriosos de la historia de Galicia, Prisciliano, supone el debut como escritor, fuera del ámbito académico, de Diego Piay (Pontevedra, 1979). El arqueólogo y profesor de Historia Antigua de la Universidad de Oviedo estuvo firmando ejemplares de su obra Prisciliano. Vida y muerte de un disidente en el amanecer del imperio cristiano en la librería Cronopios. El sábado 11 de mayo (20.00 horas, entrada libre) la presentará en el Liceo Casino de Pontevedra. Y el jueves 23, en la librería Follas Novas de Santiago.

¿Qué es esta obra que ha escrito sobre Prisciliano? ¿Un ensayo biográfico? ¿Una novela?
Es un libro riguroso. A partir de fuentes históricas, arqueológicas y filológicas, he tratado de reconstruir la biografía de Prisciliano, un hombre que vivió hace más de 1.600 años, que murió en el año 385 después de Cristo y alrededor del que surgió un movimiento que inquietó profundamente a la iglesia de aquel momento. Al menos hasta el año 651, cuando tenemos la última noticia de Prisciliano y del priscilianismo.

En la Catedral
"Mi opinión es que no está enterrado en Santiago de Compostela. No hay ningún dato riguroso que avale esta teoría"

¿Es un trabajo basado en su tesis doctoral?
En realidad, mi tesis, más que de la figura de Prisciliano, trata el movimiento del priscilianismo y el éxito que llegó a tener en Gallaecia de aquel periodo. Mientras trabajaba en la tesis, ya tenía en la cabeza la idea de escribir una biografía sobre este personaje, pero sin un corte tan academiscista, dirigido a un público general.

¿Cómo llega usted a conocer esta figura?
La verdad es que desde que hice la carrera de Historia, en Santiago de Compostela, entre 1997 y 2001, tuve claro que me quería dedicar al estudio del cristianismo y sus orígenes. Me apasionaba la idea de investigar cómo surge una religión a partir de la muerte de hombre como fue Jesús de Nazaret. Empecé a trabajar sobre este tema, las persecuciones a los primeros cristianos, Pablo de Tarso y sus epístolas... En una determinada asignatura conocí a Prisciliano, que me fascinó desde el primer momento. Al acabar la carrera, empecé a hablar con profesores para dedicarle mi tesis doctoral. Ahí comenzó mi trabajo alrededor del personaje. Este libro recoge el resultado de una investigación que comenzó en 2002.

Son casi 20 años.
Eso es. Lo que pasa es que desde entonces me he dedicado a la arqueología y a otras cosas. Eso sí: el libro ha estado ahí siempre, incubándose.

Dígame alguna de las claves del movimiento priscilianista. ¿Por qué se caracterizaba?
Sin meternos en polémicas ni debates, que también he tratado de evitar en el libro, hay algunas claves sobre el movimiento que deben tenerse presentes. La primera, que Prisciliano no dejó escrita su doctrina o su pensamiento. Así que muchas veces corremos el iesgo que interpretar lo que nos ha llegado de forma incorrecta y dar por sentado cosas que, en realidade, él no pensaba. Es cierto que dejó por escrito textos para defenderse, en su momento, de las acusaciones que le hacían. Por ejemplo, el Papa de Roma. Es importante tener presente que ahí está intentando defenderse, por lo tanto, es de suponer que nunca reconocería prácticas que le perjudicasen. Dicho esto, sí que hay cosas de las que estamos seguros. Por ejemplo, que el priscilianismo defendía la lectura de los evangelios apócrifos [escritos surgidos en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron incluidos ni aceptados en practicamente ninguna Biblia canónica]. Otras prácticas vinculadas al priscilianismo son las reuniones en villas alejadas, caminar con los pies descalzos, tendencias de carácter ascético como abstenerse de comer carne o de practicar sexo, etc. Todo esto desemboca en un conflicto en el seno del episcopado a raíz de las disidencias de tipo religioso y de tipo económico.

¿Cómo cree que ha llegado la figura de Prisciliano a la actualidad? ¿Se ha idealizado? ¿Está más bien olvidado?
Creo que es una figura que ha sonado mucho recientemente a raíz de la difusión de la idea de que está enterrado en la Catedral de Santiago en lugar del Apóstol. Este tipo de anécdotas, un tanto morbosas, siempre llaman la atención del público. Mi opinión es que no está enterrado ahí y que no hay ningún dato riguroso que avale esa teoría. Por otro lado, a mí no me gusta el uso partidista de figuras históricas. Prisciliano debería quedarse al margen de la política. No me gusta, por ejemplo, el uso que hace el nacionalismo gallego. Bajo mi punto de vista, los personajes viven en un contexto histórico y político determinado y solo ahí se entienden. No está bien aprovecharse de lo que nos interesa, ni jugar a adaptar una figura a un ideal actual.

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