LEO QUE el dinero en efectivo pasa a ser una molestia, dicho por un ingeniero que utiliza el celular para todos sus pagos y para quien las tarjetas son ya una antigualla. Avances de la ciencia, de la técnica y de la impaciencia. ¿Qué dirían nuestras abuelas, las que usaban faltriqueras (o faldriqueras, lo mismo da) para guardar sus monedas, a buen recaudo, por inaccesibles, de los carteristas más astutos? Seguro que la modalidad es más asequible de lo que aparenta, pero para los no iniciados nos parece dificultoso, probablemente hasta que pillemos el tranquillo de las aplicaciones de pago, bien sean de Samsung, Apple, Google... o de los propios bancos, que entraron en competencia forzados y a regañadientes. Si bien España ya supera los dos millones de usuarios, estamos todavía lejos de alcanzar al Reino Unido y Francia, pero casi a la par con Alemania. Eso sí, se augura como un sistema cómodo y al mismo tiempo seguro, pero ya se sabe lo que significa seguridad, abundando como abundan los irreductibles genios de la maldad, maquinando fórmulas para despojar al prójimo, siempre por delante de cualquier método de protección. ¡Ay la faltriquera!
