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El búho

HASTA LA semana pasada, el búho era mi animal favorito. Luego venían el koala y el oso panda. Pero resulta que el otro día, estando en Carnota con tres amigos, uno de los cuales sabe mucho de bichos, tuvimos ocasión de ver sobre una piedra unos huesecillos y unas pieles. El que sabe de bichos nos explicó que eso era vómito de búho. Una cochinada. Resulta que los búhos comen ratones, digieren la carne, los órganos y el pipí, y luego vomitan la piel y los huesos. Más o menos lo que hizo en 2015 Miguel Anxo Fernández Lores con Jacobo Moreira. Hasta el otro día nunca me había preguntado qué comen los búhos, pero si me cayera el tema en un examen diría que zanahorias, castañas y Nesquik. Nos han engañado desde niños haciéndonos creer que los búhos eran algo así como los maestros sabios del bosque, y ahora me tengo que enterar de la verdad: son depredadores que no sienten compasión por sus rivales. Los Lores de la naturaleza más salvaje.

Algo así es lo que ha venido pasando en la política pontevedresa durante las dos últimas décadas y lo que seguirá ocurriendo si el PP se empeña en presentar ratoncillos a pelearse con un búho. El congreso local del PP está a la vuelta de la esquina y no aparece un búho que pueda medirse a Lores. En Poio lo han resuelto, por ejemplo. Moldes será alcalde tarde o temprano porque es un búho, como Nito Sobral. En la política gallega, si usted se fija, triunfan los búhos: Feijóo, Caballero o el propio Lores. Líderes capaces de comerse a sus rivales y deshacerse de sus huesos.

Si no aparece un búho en el PP de Pontevedra, pondrán a un ratoncillo que como mucho puede aspirar a recuperar algunos de los cuatro concelleiros que perdió Moreira hace dos años. Eso podría ayudarles a hacerse de nuevo con la Deputación, uno de sus primeros objetivos, pero no para gobernar el municipio. Eso dejaría a Lores en la Alcaldía hasta el 2023, con lo que cumpliría 24 años en el cargo. Demasiados años para un PP local que ya no es ni la sombra de lo que fue. Demasiados años para un partido que tiene en Madrid a dos pontevedreses ocupando los dos cargos más altos que se pueden alcanzar en política. Para evitar eso, el PP necesitaría media docena de concelleiros más que los que tiene ahora, y eso pasa por presentar a un búho capaz de recuperar lo perdido y de convencer a sus simpatizantes de que no voten a Lores. ¿Hay alguien capaz de lograrlo?

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Bien. Si uno pregunta a la militancia o a los votantes del PP, la mayoría dice que el candidato idóneo para medirse a Lores sería José Benito Suárez Costa. Goza del respeto y la simpatía de muchos pontevedreses que votan al PP en generales o en autonómicas pero prefieren a Lores como alcalde. Ellos y ellas podrían cambiar su voto si fuera Suárez Costa el rival. Pero él no quiere. Descartada esa opción, las que quedan sobre la mesa se reducen a Lupe Murillo y al propio Moreira. Murillo sería un mal menor: una candidata que no tendría la menor posibilidad de ganar pero que podría permanecer al acecho hasta 2023, en espera de una retirada de Lores. En cuanto a Moreira, ya sólo le quedan la piel y los huesos. Ya está comido.

Algo parecido ocurre en el PSOE, que también tiene congreso pendiente. A lo más que pueden aspirar es a que el BNG pierda un par de concelleiros, lo que obligaría a Lores a meter a los socialistas de nuevo en su gobierno. Todas las miradas se dirigen a Jorge Nogueira, que tampoco quiere. Quedarían Tino Fernández e Iván Puentes. Puentes va cogiendo forma, pero no es demasiado conocido entre los votantes. Así que tendrá que ser Agustín Fernández el que busque la remontada. A su manera, ha sido el rival más coherente.

Marea presentará a Luís Rei. Está por ver cómo se toman los votantes su giro radical. En un cuarto de hora pasó de decir que no apoyaría a Lores a ofrecerse como teniente de alcalde. Tampoco parece que pueda hacer demasiado daño al BNG. Por parte de Ciudadanos da la impresión de que su paso por el Concello tiene fecha de caducidad. Sus aportaciones a la política pontevedresa son poco más que testimoniales y tampoco ayuda el que sea un partido desaparecido en Galiza, donde ni en autonómicas ni en generales han conseguido otra cosa que hacer las campañas más calamitosas que se recuerdan desde que murió Franco, solamente igualadas por Sinaí Giménez.

Así que lo que queda a la vista, si nadie lo remedia, es lo que ya vimos en 2015. Un grupo de ratoncillos retando a un búho hambriento. Y luego piel, huesos, lamentos y excusas.

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