Opinión

El casco de Gila

EL DEBATE de embestidura a Pedro Sánchez de este fin de semana ha dejado en el cuerpo ciertos sudores fríos con los que uno se despierta en medio de la noche sin saber si aquella pesadilla fue real o lo es la de la noche pasada, en la que aparecían unos tipos entonando el Cara al sol desde sus escaños, enfundados en terno y tocados con corbata pero con boina de requeté en la cabeza, una mujer en la tribuna soltando sapos y culebras por la boca, a juego con su peinado a lo Medusa y un tipo barbado gesticulando desde el escaño, enrabietado tras sus repetidas derrotas electorales.

El Partido Popular se está refundando, lenta pero inexorablemente. Se ha ido escorando hacia la derecha y en asuntos como la unidad nacional ya casi estaba a la par que Vox, con la ayuda de su portavoz en el Congreso, doña Cayetana Álvarez de Toledo y PeraltaRamos (pausa para coger aliento). Hay quien tiene su destino político escrito en el nombre y no hay tu tía. Tuvo que salir al ruedo de Twitter ese ser tan indescriptible como su nombre, Hermann Tertsch, para sacar a pasear al Ejército español como valedor de los valores que a ellos les valen. También lo hizo Antón Losada para acuñar el término "patriotismo de puticlub".

Pablo Casado, el primer espada que más y mejor lee sus discursos, aprovechó el impulso de su desesperación para atacar al candidato con frases como: "Lleva dos meses callado sobre el mayor caso de latrocinio de Europa". Y esto lo dice el líder del primer partido político de Europa que ha sido condenado en los tribunales por corrupción. En un momento dado los diputados del PP se pusieron a corear "ERE, ERE, ERE" pero aseguran los ujieres que no detectaron rastro alguno de kalimotxo por ningún sitio. Confundir el hemiciclo con las fiestas del pueblo fue algo que les echó en cara la presidenta del Congreso, porque era su obligación y a lo mejor porque hay gente que se resiste a arrastar el cargo público por el suelo de los vertederos.

Casado ha anunciado claramente que durante esta legislatura, PSOE y Podemos tendrán enfrente al partido que preside. Su miedo a que España se rompa solo se ve superado por el pánico a perder su cargo en el partido sin haber alcanzado la presidencia de la nación, o de un trozo de la misma.

Hizo el ultimamente modulado Gabriel Rufián una descarada mención a la proverbial tendencia de Pedro Sánchez al funambulismo estratégico e ideológico (destinado a la supervivencia propia, eso sí) para asegurar que le gustaba esta "undécima versión" de Sánchez en comparación con las anteriores. Si hay un ámbito en el que las cosas estén permanentemente sujetas a cambios es el de la política y esto es algo que el propio Rufián debió recordar recientemente cuando tuvo que abandonar una manifestación indepe entre insultos y abucheos. Todo parece indicar que, ante la imposibilidad de plantear un referéndum por inconstitucional, ERC se ha conformado con que Madrid bendiga una consulta sobre su pacto con ERC restringida a Cataluña. Es un primer paso para una meta que el independentismo parece tener clara, con distintas ópticas sobre los plazos.

Pedro Sánchez afirmó su intención de abordar el conflicto catalán desde el ámbito político: "Hay que retomar la política y dejar atrás la judicialización del conflicto". Lo cierto es que la receta aplicada hasta ahora, cocinada durante el gobierno de Rajoy y recalentada por el propio Sánchez, no hado buenos resultados (salvo a Vox), de modo que igual no es mala idea utilizar otro tipo de ingredientes.

Dicen los cronistas que Abascal pasó más tiempo fuera del hemiciclo que dentro de él. Debe ser el hábito adquirido después de tantos años en la "mamandurria" aquella que le buscó Esperanza Aguirre. Al principio cuesta acostumbrase a dar el callo.

La curia católica está también en pie de guerra, no contra la pederastia, sino contra la decisión de que la asignatura de Religión deje de ser evaluable y, sobre todo, contra la posibilidad de que tengan que abonar el IBI de todas las propiedades que, graciosamente, han puesto a su nombre.

Si además añadimos el nerviosismo de los poderes económicos ante la presencia en el gobierno de Podemos (por primera vez el PSOE se apoya en la izquierda para gobernar), todo parece indicar que hoy se investirá a un presidente al que le van a llover disparos desde múltiples trincheras. Me lo imagino con el casco de Gila y un teléfono. Es la guerra.

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