El Concello estudia ampliar los puestos del mercadillo de antigüedades

La lista de espera del rastrillo dominical, que tiene un límite de 54 plazas, supera la veintena de solicitudes
Primer día del rastro de A Verdura: 18 de mayo de 1997
photo_camera Primer día del rastro de A Verdura: 18 de mayo de 1997

El mercadillo de antigüedades de Pontevedra está de aniversario. El pasado 18 de mayo se cumplieron dos décadas desde que un grupo de comerciantes decidieron sacar sus artículos a las calles de la Praza da Verdura. Corría el año 1997. Internet aún navegaba en pañales, no existía el comercio electrónico y la profesión de anticuario no estaba en peligro de extinción.

La Policía Local mantiene las inspecciones en la feria, que acaba de cumplir 20 años, para comprobar los carnés y evitar la venta ilegal

La iniciativa la impulsaron los socios de Zona Monumental, con el apoyo del alcalde Juan Luis Pedrosa (PP), para dar más vida a un casco histórico que trataba de sacudirse un pasado de drogas y delincuencia y por el que todavía circulaban los coches. El éxito fue tal que el rastro de los domingos, del que llegó a decirse que fue el primero de Galicia en su categoría, se consolidó.

Emilio Ferreiro Collazo recuerda aquellos tiempos con nostalgia. Es un superviviente de aquella época dorada. "Levo na allada dende que abriu: hai xa 20 anos. Isto cambiouche moito!", recuerda desde su puesto, en el que vende libros, postales, porcelana o relojes antiguos.

Los años de gloria que vivió Emilio son historia debido a las recaídas del mercadillo. La más grave se produjo en pleno estallido de la última crisis económica. Las antigüedades dieron paso a la venta de productos de todo tipo: bicicletas, juguetes, ropa o herramientas eléctricas. Algunos de ellos procedían del mercado negro.

A este descontrol, fruto de la necesidad o la pobreza, se unió un conflicto territorial entre los comerciantes y los hosteleros de A Verdura. El cóctel fue explosivo y el Concello se vio obligado a intervenir para garantizar la convivencia de ambas actividades: la de las terrazas de A Verdura y la de los vendedores del rastrillo.

La solución fue trasladar la feria a la calle Serra, frente a la Plaza de Abastos, lugar que ocupa desde noviembre de 2015. Aunque está más ordenado y controlado, los vendedores coinciden en que las ventas han descendido, un hecho que achacan a su nueva ubicación.

A pesar de esta situación, el Gobierno local ha recibido numerosas peticiones para ampliar los puestos del mercadillo, por el que no se pagan tasas. El concejal de Venda Ambulante, Vicente Legísima García, cifra en más de una veintena las personas que están en lista de espera. El límite actual de plazas asciende a 54 y ninguna persona puede participar en el rastro sin contar con la obligatoria tarjeta identificativa, que siempre debe llevarse encima.

La revisión de los carnés es periódica y se mantiene para evitar la venta ilegal. De esta tarea se encarga la Policía Local, que el domingo llevó a cabo una de estas inspecciones en la calle Serra, que también vigilan que la mercancía no se venda en el suelo. "Hai dous ou tres postos sen autorización case todos os domingos, pero son xente necesitada", apunta el edil, que estudia las demandas del sector.

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