El edificio de Correos volvió a la luz

Hace ahora diez años la sede principal de la Oficina Postal pontevedresa abrió de nuevo al público tras una ambiciosa reforma del inmueble situado entre las calles Oliva y García Camba, que data del año 1917. Las obras afectaron a la práctica totalidad del edificio, incluyendo su espectacular bóveda acristalada

Pasear por la ciudad conlleva, inevitablemente y aunque ya lo hayas hecho mil veces, levantar la mirada ante algunos edificios. Es el caso de la sede de Correos, situada entre las céntricas calles Oliva y García Camba.

Y no es para menos. Es uno de los símbolos de la arquitectura modernista de la ciudad y asombra al caminante desde fuera por su aspecto majestuoso y también una vez dentro, por su estructura acristalada y la buena disposición de materiales como la madera, el vidrio y la escayola.

Parte del mérito del aspecto actual de Correos lo tiene la rehabilitación llevada a cabo hace ahora diez años. Un proyecto que no puede más que definirse como ambicioso; debía serlo por abordar una construcción catalogada y protegida. Entre otros motivos porque fue imprescindible compatibilizar los requerimientos de Patrimonio con la necesidad de aplicar un plan de eliminación de barreras arquitectónicas, algo complicado ya que a día de hoy aún no se puede acceder al edificio con el carrito de un bebé si no es por las escaleras.

Uno de los primeros en valorar la importancia de la obra fue, tras su reapertura en julio de 2003, el jefe provincial de Correos, José Manuel Chapela. Algo normal, ya que los propios trabajadores eran los primeros en sufrir las incomodidades de una construcción desfasada y con goteras que clamaba por un lavado de cara.

"Para a Xefatura Provincial de Correos a rehabilitación dun edificio da categoría deste, que estaba caendo, chovía dentro del, estaba sucio... agora será un dos edificios importantes de Pontevedra a tódolos niveis, totalmente restaurado, cun investimento de 3,13 millóns de euros (520 millóns de pesetas) e que vai quedar aquí para o patrimonio da propia cidade, do pobo, xa que imos seguir sendo servicio público", resaltaba.

El arquitecto madrileño Enrique Solana de Quesada fue el encargado de la redacción del proyecto de rehabilitación del inmueble, que data de 1917. Un edificio que se articula en torno a un patio central sobre un vestíbulo público y en torno a otro más pequeño.

Estos patios son los verdaderos protagonistas del espacio ya que alrededor de ellos se encuentran todas las dependencias, repartidas en sótano, planta baja y tres plantas superiores, la última de ellas abuhardillada.

El plazo aproximado de la reforma en la sede principal de la Oficina Postal pontevedresa fue de 15 meses. Supuso una inversión total de 3,13 millones de euros e incluyó la práctica totalidad del edificio, que tiene una superficie de 2.927 metros cuadrados. Afectó incluso a la cubierta de cristal que lucía la bóveda, que fue retirada para su limpieza y restauración y que lució más que nunca tras la reapertura.

Cambio total

De hecho, en el proyecto se dejaron intactos tan solo la estructura y los elementos básicos que Patrimonio consideró esenciales para mantener todo el espíritu y la categoría de este edificio, cuyo proyecto fue redactado (se ultimó en el año 1913) por el arquitecto madrileño Carlos Gato Soldevilla.

La realización de este edificio fue adjudicada al contratista madrileño Cándido Casalderrey por el importe de 348.967 pesetas, y se inició en 1915, finalizando dos años más tarde. El arquitecto se lo planteó inspirándose en los edificios del Norte de Europa. Buscaba expresamente una semblanza con el Renacimiento flamenco, un estilo no muy gallego pero sí la piedra con la que se construyó. La contrucción sigue la misma línea del resto de los de Correos, articulados todos ellos alrededor de un patio central.

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