Opinión

El eje del Noroeste

Uno de los actos más relevantes celebrados con motivo del Día de Santiago fue la entrega de la Medalla de Galicia, la más alta distinción galaica, a los expresidentes de Asturias y Castilla y León, Javier Fernández y Juan Vicente Herrera, un broche de oro a sus trayectorias políticas.

Mientras España está paralizada sin gobierno debido a la visión angosta de intereses partidarios y personales de los políticos, Galicia, Asturias y Castilla y León escenificaron con este acto que la verdadera política debe ser la que supera la miopía de las siglas partidarias, busca puntos de encuentro y llega a acuerdos para mejorar la vida de los ciudadanos.

Las tres comunidades comparten vecindad y tienen problemas comunes, como son el declive demográfico, la dispersión de la población, el déficit de infraestructuras y la insuficiente financiación. Desde su situación periférica unieron sus fuerzas para dar visibilidad al Noroeste peninsular como espacio que necesita superar olvidos y acortar esperas, reivindicando juntos la atención del Estado en forma de recursos e inversiones.

Feijóo, Herrera y Javier Fernández, militantes en dos partidos distintos, pusieron en valor el lenguaje del acuerdo, de la transacción y del compromiso en un momento en el que, señaló el exmandatario asturiano, "el pacto resultaba ser algo exótico en la política española". Entendieron que vivimos en un Estado complejo que requiere "más cooperación, más multilateralidad, más cohesión y más lealtad" que ellos supieron aportar.

La cultura de la colaboración supera las miserias del partidismo minifundista y se constituye en una supra comunidad de propósitos y anhelos para alcanzar objetivos comunes

Estos tres tenores políticos leales a la Constitución representan la política verdadera y útil —¡la vieja política!— que sabe aunar esfuerzos y afanes que hoy escasea en esta España polarizada en bloques antagónicos. La unión y cooperación de nuestras comunidades, señaló el presidente Feijóo, es como "un oasis en el desierto político que llevamos transitando desde hace años en España".

Así es la cultura de la colaboración que supera las miserias del partidismo minifundista y se constituye en una supra comunidad de propósitos y anhelos para alcanzar objetivos comunes.

"Al final, las obras quedan, la gente se va", canta Julio Iglesias en la melodía que le catapultó a la fama. Fernández y Herrera se van de la primera línea política, pero queda su buen hacer en este eje del Noroeste que continuarán sus sucesores con el presidente gallego. Es la prueba de que hay autonomías colaborativas, ajenas al raquitismo mental de los viven mejor aislados o en el conflicto permanente.

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