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El enemigo en casa

Cota tomando cocido en Lalín. JAVIER CERVERA
photo_camera Cota tomando cocido en Lalín. JAVIER CERVERA

ME DIJERON del periódico que tenía que ir a Lalín para hacer un reportaje y como el director también tenía que ir a allí a una reunión, pues fuimos juntos. Él fue a su reunión, yo me quedé entrevistando a una gente y al acabar nos juntamos para esperar al alcalde Cuíña, que habíamos quedado con él para cotillear y que pagara unas cañas. Luego fuimos a comer cocido. Mi idea era pedir un plato de alfalfa, que además me apetecía a rabiar, pero fue mi jefe, Miguel Ángel, el que pidió cocido. Bien, me dije, me sirvo unos garbanzos y con eso me arreglo. No son tan apetecibles como la alfalfa que yo iba a ordenar, pero me conformo, no vaya a ser que éste se lo tome mal y me ponga una sección en Afganistán.

Primero nos sirvieron una sopa. Un caldero de sopa, diría yo, pero no me serví demasiado por aquello de que no sé si eso tiene demasiadas calorías, aunque supongo que unas cuantas, pues allí había cocido todo lo demás durante horas y yo estoy cuidando mi dieta con toda dedicación.

Él me empezó a servir garbanzos y verduras. Es un caballero, pensé, de los de antes. Una persona protocolaria y educada, y fíjate con qué elegancia sirve, con qué precisión, con qué desmesura. Seguro que ya lo ha hecho otras veces. Y qué guapo es, con ese pelazo que tiene. Le di las gracias amablemente y ya me disponía a comer cuando el hombre fue cogiendo más fuentes, porque allí en Lalín ponen una fuente para cada cosa y hay una docena de fuentes.

Me sirvió pollo, tocino, cacheira, costilla, ternera, oreja, chorizo, morcilla, codillo, no sé qué más y siete kilos de patatas. Yo lo veía ahí, tan entregado, tan feliz, que no me atrevía a detenerlo, y yo advertía que aquel plato se iba llenando, pero me dije: calma. No te asustes. Este señor es el que te puso a dieta. Sabrá lo que hace. Seguro que cuando empezó de periodista escribía para la revista de la International Nutrition Association, o sea que si te está sirviendo cuatro cerdos será por algo.

El alcalde me dijo que el cocido gallego es una dieta perfectamente equilibrada

Luego me hizo la foto, que no me hace ninguna justicia porque yo no soy así, como saben todos lo que me conocen al menos de vista. Sospecho que la pasó por el Photoshop para realzar mi obesidad androide. Me comí todo aquello entre lágrimas, como Homer Simpson, pues me sentía culpable pero estaba delicioso. 

Me consolé recordando que hace unos meses, cuando fui de compras con el alcalde de Pontevedra, me dijo que el cocido gallego es una dieta perfectamente equilibrada, pues guarda las proporciones perfectas que un gallego necesita para alimentarse y Lores es médico. Pude haberle preguntado si se refería exactamente a ese tipo de cocido colosal, pero él dijo cocido en general, sin concretar.

Lores no dijo aquel día nada de los postres. Nada bueno, quiero decir. El asunto es que en cualquier restaurante de Lalín el menú es el que es, el mismo para todos y al parecer a la clientela le satisface, pues allí todos y todas comíamos lo mismo y por lo que pude comprobar nadie había pedido alfalfa. Yo esperaba que me trajeran un plátano o un potito de frutas, pero no: filloas, orejas, cañas rellenas de crema, helados de tres sabores y un camión cisterna lleno de miel que aparcaron sobre la mesa. Cuando acabamos todo aquello, apareció el propietario del establecimiento con un flan que, dijo, tenía el sabor ideal para poner fin a la matanza, a la mía, entendí, pues mientras lo decía me miraba fijamente.

Rodrigo Cota tomando cocido en Lalín. JAVIER CERVERA

Y así me fue la semana. Creo que con aquella excepción seguí la dieta regularmente, así que me hice valer esa comida como el día libre que me pone cada semana mi nutricionista. Al gimnasio poco fui, pero caminé bastante. El ejercicio quedó cubierto, y me prometió my personal trainer que me va a llevar a jugar al golf. ¿Me pondré enfermo ese día? ¡Espero que no, querida mía! ¡Nada me apetece más que recorrer kilómetros y kilómetros de césped mientras golpeo con un palo, sin misericordia, a una pobre pelotita que nunca se ha metido conmigo! Soy así, un aventurero loco. Pero, ay, con las cosas de la salud nunca se sabe. Siempre puede venir un catarrito o va uno por la calle tranquilamente cuando es atropellado por un tractor. La vida es así, como una caja de bombones, que decía Fray Luis de León según cuenta Pedro Sánchez en su libro, que el tío es un erudito. Un hombre cultísimo, que decían los ensayistas de finales del XIX.

Doy un peso de 113,8, o sea que adelgacé doscientos gramos, lo que no está tal mal para alguien que viene de comerse una explotación ganadera y todo un ingenio azucarero. En todo caso, ante un tema de esta gravedad, haría usted bien en quejarse, lo que, si desea, puede hacerlo usted mandando una carta al director de Diario de Pontevedra, que no sé si la publicará porque los de la prensa, como sabe todo el mundo, estamos vendidos al Ibex 35, o al menos eso quisiera yo. 

ASÍ ME SIENTO:
Peso: 113,8 (-9,3).
Estado de ánimo: pesaroso.
Pecado: el cocido de Lalín.

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