Opinión

El juicio más juzgado

ACABADO EL juicio del procés, igual conviene decir algo. Por ejemplo: que desde el punto de vista de los independentistas, jamás debería haberse celebrado. Las continuadas vulneraciones de la legalidad vigente, el referéndum ilegal, la proclamación de la república y su posterior suspensión, etc, etc fueron simplemente "acciones políticas". No iban en serio, solo pretendían presionar al gobierno de la nación para que negociase. Todos estos argumentos, repetidos de diversas maneras y con distintas formulaciones lingüísticas, se han escuchado en las últimas exposiciones de los acusados y de sus abogados. Miento, esto lo argumentaron los abogados de los acusados. Estos lo pasaron por alto en sus alegatos finales, seguramente demasiado ocupados lanzando arengas independentistas. Fue un olvido consensuado y colectivo, claro.

Yo soy el gobierno, y me falta tiempo para convocar una rueda de prensa para aclarar que todo esto de la prisión preventiva y el juicio no es más que la correspondiente respuesta, en el mismo plano político y con el fin de presionar al bloque independentista para que deje de presionarme. No va en serio la cosa tampoco, igual que ellos con lo suyo. A ver si van a ser los únicos que pueden tomarse las instituciones y las leyes de cachondeo: yo, que soy el gobierno central, el gobierno de un estado cuya constitución les otorga un parlamento autonómico y una representación territorial, es decir, la entidad de la que emana cualquier atisbo de esperanza de que un día lleguen a alcanzar su sueño secesionista, merezco un poco más de respeto.

Al respecto de esto, conviene recordar una escena antológica en la historia de los mundo de yuppi alquilados por horas por estos seres cuya obsesión independentista les lleva a desconectar de la realidad y partir mentalmente hacia lugares no reconocibles mediante la lógica racional más básica.

Estoy hablando de la señora diputada de JxC que fue recibida por el rey y que salió diciendo que aunque Cataluña no tiene rey, fue a verse con Felipe V porque a partir del 1-O se convirtió en un actor político de importancia, tomando parte en el conflicto. O sea: monto un cirio para no reconocer al rey, ni a la Constitución, y además proclamar la república independiente de mi casa y luego quiero que el rey se quede calladito en la suya y no se meta en mis asuntos que consisten, básicamente, en inventarme un mundo en el que él no pinta nada.

Servidor es lo menos monárquico que la salud le permite (porque se entera uno de cosas y después se envenena), pero ya desde tiempos del rey campechano, porque servidor es servidor del sentido común. Y el sentido común dice que si Felipe de Borbón no sale a decir cuatro cosas después de la proclamación abortada de la república catalana, es que ya uno no se imagina cuando saldría a decir algo. Una cosa que no sienta nada bien son las memeces, o peor, que te quieran hacer comulgar con ruedas de molino. Y en el asunto del que hablamos, esto ocurre un día sí y otro también.

Siguiendo la línea de no retorcer el curso de los acontecimientos que se han desencadenado, lo normal es que los acusados sufriesen las condenas pertinentes. Por rebelión, por sedición, por desobediencia o por empecinados, tanto tiene. Y posteriormente, que el Consejo de Ministros proponga al rey un magnánimo indulto con el fin de poner punto y final al asunto. Aunque ya hay quien sugiere que es más productivo y menos evidente una proposición de ley orgánica para modificar el Código Penal. Las penas contempladas en la nueva ley serían inferiores a las de la condena y se aplicarían con efecto retroactivo. Un indulto encubierto que no comprometería el papel del gobierno ni el del rey.

En cualquier caso, se trata de no mantener encendida esa hoguera, que ya la vena pirómana hará surgir otras. Y así será mientras los actores obtengan réditos políticos. Sin el anhelo de estos, JxC no se hubiese metido en este fregado, adónde llegó en las horas más bajas de lo que entonces era CiU. Eso ya es historia, claro.

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