Opinión

El palillo

HACE UNOS días fue noticias en la España una, grande y libre, la fotografía de un individuo que posaba con un palillo entre los dientes, puesto que de tal guisa le fue expedido el DNI. Una acción que define mejor quiénes somos que toda la wikipedia. Tanto es así que me imagino a Casado, a Rivera y a Abascal, en conjunto o por separado, ante una tarima mitinera con el palillo entre los dientes, enardeciendo a las masas mientra suena de fondo aquella pieza sonora cuya letra era un prodigio de precisión:"Yo soy español, español, español". Y entonces es cuando Casado repite eso de que la agenda de los independentistas es la agenda de ETA. Igual se refiere a la misma organización con la que negoció José María Aznar con el obispo Uriarte como mediador o relator, chámelle equis. Igual se refiere a que todos los asesinatos de ETA son comparables con las maldades que han perpetrado hasta ahora los independentistas catalanes. ¡Rayos!, ¡sabe Dios a qué se refiere!

El palillo es un instrumento tan nuestro que debería tener un museo propio. Es tan nuestro como su oficio: pocas cosas tan españolas como escarbar entre los dientes. Tiene que ser la metáfora de algo, vaya usted a saber de qué

El palillo es un instrumento tan nuestro que debería tener un museo propio. Es tan nuestro como su oficio: pocas cosas tan españolas como escarbar entre los dientes. Tiene que ser la metáfora de algo, vaya usted a saber de qué. Los defensores de la España una, grande y libre, también escarban en las esencias patrias para así defenderla mejor. Se desviven por defenderla. En primer lugar, su unidad, pues entienden que aunque nunca haya existido históricamente (los Reyes Católicos no lograron la fusión administrativa de Aragón y Castilla, ni unificar la fiscalidad o la moneda), ya que siempre nos hemos caracterizado por la diversidad lingüística y territorial, es un elemento imprescindible para planear una reclamación por agravios.

Que nadie se llame a engaño, ojo cuidado: España es aquello que Casado, Rivera y Abascal, en conjunto o por separado, decidan que es. Casado lo sabe de primera mano porque se lo ha dicho Aznar, a Rivera se lo ha chivado el Ibex y en cuanto a Abascal... Abascal te dirá que España es lo que a él le de la gana que sea. Faltaría plus.

Lo cierto es que cada uno tenemos nuestra propia idea de lo que es, o debiera ser, nuestra nación (o la nación que oprime a nuestra nación). Para algunos, como el vasco Blas de Otero, era la camisa blanca de su esperanza. La no menos maravillosa Cecilia la retrató, en las postrimerías del franquismo, como la "de las alas quietas / de las vendas negras / sobre carne abierta" y algún cráneo privilegiado, como el de cierta senadora del PP cuyo nombre no es digno de aparecer aquí (ni en ninguna parte) es el lugar donde no se debería destinar 15 millones a "desenterrar unos huesos", en alusión a la partida presupuestaria de la Ley de Memoria Histórica.

Podemos tener la concepción de España que nos venga en gana, siempre que no andemos presumiendo por ahí de ella, que es el error más extendido. Hay otro peor, que es el de querer imponer esa concepción a nuestro vecino o a nuestra vecina, por diversas vías. En Cataluña lo intentan por la vía democrática, según dicen, aunque eso implica pasar ampliamente de la mitad de los catalanes, de la Constitución vigente, del sentido común (la declaración unilateral de independencia del 27 de Octubre de 2017 es un texto político que ningún Estado del resto del mundo ha reconocido), etc, etc.

Tanto que se reclama no español, y a Torra si hay algún adorno que le sentaría de maravilla es un palillo entre los dientes. Te lo imaginas dándole vueltas a uno mientras conversa con su jefe huido, en una sobremesa cualquiera, recitando los últimos agravios por parte de la muchachada de Sánchez.

A Torra y a Sánchez se les ha roto el amor de usarlo tan poco. Era una cosa artificial, un amor de conveniencia. Torra le puso los cuernos a Sánchez con la autodeterminación, su antigua novia, y este dijo hasta aquí hemos llegado. Pues ahora te enmiendo los presupuestos, le dijo el catalán, apuntándole con el palillo, mientras Sánchez se devanaba los sesos para encontrar estrategias que le hiciesen ganar un poco más de tiempo. Su legislatura, o lo que sea que han sido estos meses, aparte de un puro disparate tras otro, ahora pende de un hilo dental. Porque, eso sí, el glamur por encima de todo.

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