Opinión

El rabo y las dos orejas

A Luisito se le llena la boca de orgullo cuando habla de Tubo. El teense no lo ha puesto a jugar apenas en Segunda B y, sin embargo, no escatima elogios hacia su profesionalidad, su generosidad y su honestidad.

En el mundo del fútbol, en el que se juega con el dinero tanto como con el balón, no es fácil encontrar hombres como el extremo derecho mosense. Después de cinco años se ha visto abocado a buscarse las habichuelas en otro lugar porque sabe que en Pontevedra lo va a tener difícil. Pero en su discurso no ha dejado lugar para los reproches.

Tubo ha estado cinco años en Pasarón. Empezó en el filial, procedente de Porriño. Lo hizo tan bien que Milo Abelleira decidió probarlo en la pretemporada siguiente con la primera plantilla. A pesar de dar un nivel excelente aquel verano, el técnico prescindió de él. Se fue al Bouzas. Se salió en el equipo vigués y entonces Milo lo repescó.

Desde entonces siempre se ganó los minutos en Tercera, con todos sus entrenadores. Pero en Segunda B la competencia le complicó la participación y optó por buscar otro lugar donde tener los minutos que no halló. Cualquier otro habría dejado entrever algo más que decepción en vísperas de su salida. Pero Tubo no puede ser considerado un cualquiera.

Puede proyectar una imagen al exterior que es absolutamente contraria a su personalidad. Tubo es un chico tímido, educado, trabajador y, por encima de todo, humilde, lejos de la etiqueta de ‘chulo’ que más de uno, que no lo ha conocido, le ha colgado. Lleva colaborando desde hace años en el negocio de su familia, a la vez que entrena a niños y juega al balompié.

El otro día dijo que se marchaba por la puerta de atrás. Al contrario. Se va por la puerta grande. El que no haya jugado en esta Liga no le priva ni del rabo ni de las dos orejas.

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