Opinión

El 'secuestro' de Cacharro

El ejemplo de la dureza negociadora del sector de autobuses es el encierro al que sometieron al barón lucense en 1982, cuando era conselleiro 

PASÓ A LA HISTORIA como un barón todopoderoso y omnipresente en la provincia de Lugo y como uno de los últimos representantes del PP caciquil y de la boina, acostumbrado a poner y quitar a su antojo, mover los hilos desde la sombra y subirse a las barbas de cualquiera. Pero lo cierto es que a lo largo de su amplísima trayectoria política Francisco Cacharro Pardo (1936-2015) también tuvo que plegar velas en más de una ocasión.

Una de ellas ocurrió en 1982, en su breve paso como conselleiro de Educación de la primera Xunta del hoy centenario Gerardo Fernández Albor. Entonces, tenía enfrente a las empresas de transporte de viajeros por carretera, que empezaban a dar muestras de la fama que acabaron apuntalando con los años y que hoy tienen bien gandada: la de ser uno de los sectores más complejos, unidos y duros en la negociación laboral de todo el tejido económico de la comunidad.

A Cacharro le tocó lidiar con la puesta en marcha por vez primera en Galicia de un servicio de transporte público de alumnos de EGB, por entonces unos 140.000, según los cálculos de la época, y la Federación de Empresarios del Transporte de Viajeros le apretó las clavijas a la consellería hasta el último momento. Cuentan que llegaron a tener al político lucense —aunque nacido en Jaén— encerrado en su despacho hasta las cuatro de la mañana, una especie de secuestro que desembocó en un acuerdo definitivo.

Se puede decir figuradamente que los autobuses, en este caso los escolares, acabaron atropellando a Cacharro Pardo, que dejaría la consellería al año siguiente, aunque por otras razones. La patronal del transporte de viajeros por carretera, por su parte, dejaba claro quién gobernaba el sector.

→ La situación actual
Esta anécdota no tiene otro fin que tratar de mostrar la complejidad a la que se enfrentan las consellerías de Infraestruturas y de Educación con el diseño y puesta en marcha del nuevo mapa de transporte, escolar y general, que vivirá el lunes su verdadera prueba de fuego con la entrada en vigor del polémico sistema compartido, en el que alumnos y adultos compartirán autobús en el rural para tratar de optimizar al máximo el servicio.

Y es complejo principalmente por tres razones: por la citada dureza negociadora de un sector que actúa como un auténtico frente sin apenas fisuras, por la dimensión del proyecto y por los vicios establecidos tras años de dejadez y falta de regulación.

Esa fortaleza de los empresarios, que es totalmente legítima y hasta admirable y ejemplar para otros sectores, ya la sufrió la Administración gallega antes del verano con una huelga muy dura que paralizó el transporte de viajeros varias semanas, en un conflicto agravado por la mezcla del rechazo al nuevo plan de la Xunta y el pulso patronal-sindicatos por la negociación de los convenios colectivos en cada provincia. Ambos frentes se pacificaron, pero se teme que pueda tratarse de un cierre en falso del problema.

Para colmo, las cifras del plan asustan. Solo a nivel escolar, en Galicia empezarán las clases en los próximos días unos 365.000 alumnos, de los que unos 90.000 usan transporte público de bus —y en casos puntuales en taxi, algo por cierto exclusivo de la comunidad gallega—. Hay miles de paradas, más de 3.700 rutas y más de 2.000 autobuses prestando servicio. Por último, la Xunta se puso a reordenar un sector que llevaba años sin grandes regulaciones, gobernado a su antojo por las compañías, con la consiguiente adquisición de vicios y prácticas a las que hoy cuesta renunciar. El ser humano tiende a ser reacio a los cambios y más cuando no está acostumbrado a ellos, que es lo que le ocurre al sector de los autobuses tras años un poco abandonado a su suerte. Las consecuencias las sufrió Cacharro en 1982 y las sufre ahora Ethel Vázquez.

En el fondo, solo hay que imaginarse lo que supone limpiar una finca o un solar que se roza cada primavera y el trabajo extra que representa adecentar un terreno que lleva dos décadas abandonado. No es algo ni mucho menos exclusivo del transporte, sino que en el fondo ocurrió lo mismo cuando José Blanco quiso cambiar las reglas de juego de los controladores aéreos, cuando Íñigo de la Serna hizo lo propio con la estiba o ahora que Nava Castro quiere regular los pisos turísticos, por citar algunos ejemplos. 

La importancia de ser... Caballero
LA CARRERA para liderar el PSdeG entra en su fase decisiva con la recogida de avales. De arranque, tanto Gonzalo Caballero como Fernández Leiceaga y Díaz Villoslada cuentan con suficiente fondo de armario en el partido para pasar el corte de los más de mil, lo que no significa que más adelante, si alguno se ve descolgado, pueda prestar su apoyo a otro. Y como los tres son sanchistas, cualquier combinación es posible, aunque la alianza más natural sería la de Leiceaga-Caballero o viceversa. 

En todo caso es imprevisible, porque todo lo que rodea al candidato vigués es una incógnita debido a su apellido. El enfrentamiento con su tío Abel puede movilizar voto a su favor entre todos los enemigos de su pariente; pero también azuzar contra él al sector crítico, que teme una purga.

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