Opinión

El triángulo de las Bermudas pontevedrés

EN PONTEVEDRA existe un lugar mágico. Uno entre muchos. Lo que tiene este de especial con respecto a los demás es que va a ser protagonista de esta columna. Estamos hablando del cruce entre Daniel de la Sota, Benito Corbal y Cobián Rofficnac. Estamos hablando de un enclave que es lo más parecido al triángulo de las Bermudas que existe a este lado del Lérez. Un punto en el que desaparecen como por ensalmo la previsión, el sentido común y el buen gusto.

Las autoridades competentes (competentes en principio), decidieron en su día la sustitución del pavimento original con el fin de advertir a conductores y peatones sobre las particulares condiciones de ese tramo. Pudieron haber puesto un foso con cocodrilos, leones, panteras o avestruces para indicar lo que fuese que querían indicar y advertir lo que fuese que quisiesen advertir. Ustedes dirán que eso es una chorrada, con razón, pero les aseguro que nos hubiéramos convertido en atracción turística a nivel mundial. En vez de eso, se colocó un suelo con acabado en color arena y textura muy peculiar. El resultado ocasionaba a los viandantes estados afines a la narcolepsia, alucinaciones y delirios. Algunos, es verdad, se limitaban a opinar que aquello era una mierda. A la cabeza de estos se situó la oposición municipal, que no dudó en tildar de chapuza aquella intervención. Las oposiciones municipales son muy amigas de tildar, achacar, desacreditar, denunciar y chivarse. Es lo suyo (y que dure).

Estamos hablando de un punto en el que desaparecen como por ensalmo la previsión, el sentido común y el buen gusto.

Unos meses después, las mismas autoridades locales en idéntico ejercicio de sus competencias decretaron con firmeza la sustitución del firme. Se trataba de enmendar o remendar o poner las cosas en su sitio o tal vez los puntos sobre las íes o vaya usted a saber. Nos temíamos lo peor. (Bien es cierto que somos mucho de esto, no tiene mérito).

Se optó en esta ocasión por una “pintura de base de doble componente” (denominación cabalística, al menos para servidor) con una textura más gruesa (esto sí) y en color distinto (lo íbamos pillando).

El gobierno municipal salió a la palestra para manifestar una vez más su compromiso con los peatones pontevedreses (y que dure) mediante una correcta señalización de la zona y un distintivo acabado de ese tramo.  

Con los calores de Agosto del año pasado, las autoridades locales competentes vuelven a ocupar la palestra en relación con los fenómenos ocurridos en el entorno reformado y vuelto a reformar. En unas declaraciones que le honran, el edil competente confiesa, cual delantero que estrella el balón en el palo a puerta vacía, que la de ese cruce ha sido una actuación fallida. Se ha comprobado que el nuevo material no adhiere bien, dice, y anuncia la instalación de un nuevo material liso y coloreado. Socorrooooooo se oye por la ciudad, pero debe ser alguien que se dejó una sartén en el fuego. La señalización vertical y horizontal será también más clara, se asegura. Lo suyo hubiese sido cerrar la comparecencia al son de “A Rianxeira”, más que nada para cantar a coro el “que te vas a marear”.

¿Cómo va a llevar el timón de la ciudad un alcalde que naufraga en un cruce?

El líder de la oposición sugiere que la nueva solución debería ser pactada con los vecinos, una forma de proceder que recuerda las maniobras lavatorias de un célebre prefecto romano de Judea. Vuelve a calificar de chapuza todo el asunto, sin cambiar el término en una evidente muestra de rechazo ante tanta renovación fallida. Mientras la oposición aguardaba a que a los mandamases se les pusiese cara de Pepe Gotera y Otilio, el gobierno municipal esperaba el momento propicio para ejecutar la siguiente remodelación.

Faltan diez semanas para las elecciones y acaban de pintar el suelo de color granate. Ya no hay márgen para el error. No hay premios que valgan. Qué modelo de ciudad ni qué niño muerto (expresión macabra donde las haya, bórrenla). O se arregla de una vez lo del cruce de marras o hasta aquí podíamos llegar ¿Cómo va a llevar el timón de la ciudad un alcalde que naufraga en un cruce?

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