Opinión

En torno al fútbol

NO TEMAN, el objetivo de esta modesta columna no es elogiar el buen fútbol de La Roja, ni criticar la mediocridad de otros equipos que compiten por la Eurocopa. Eso lo hacen mejor los comentaristas deportivos que analizan los partidos con más objetividad que quienes los vemos desde la pasión de simples aficionados.

Lo que quiero comentar son los choques violentos entre aficionados ultras ocurridos en Marsella, Lille, Lens y en otras sedes del evento futbolístico que se desarrolla en Francia. Las más sonadas son las peleas entre rusos e ingleses y entre alemanes y ucranios que, saturados de alcohol, libraron batallas crueles con secuelas de mucha destrucción y decenas de heridos. Especialmente indignante fue la humillación que unos hinchas británicos infringieron a cuatro niños gitanos en Lille tirándoles monedas al suelo y la brutal agresión de cinco ultras rusos a dos turistas españoles en la ciudad alemana de Colonia.

La conducta de estos energúmenos contrasta con el comportamiento modélico de los aficionados españoles en Francia que, con la excepción de once cafres detenidos en Niza, no protagonizaron incidente alguno, ni en las gradas de los estadios ni fuera de los recintos deportivos. Ocurrió lo mismo cuando los seguidores del Real Madrid, del Atlético de Madrid y del Sevilla viajaron con sus equipos para ver los partidos finales de las competiciones europeas y, que se sepa, no causaron problema alguno en Milán y en Basilea.

Es gratificante traer a colación el contraste entre la violencia de los radicales ingleses, alemanes, rusos y ucranios y los pacíficos hinchas españoles que ganan por goleada en comportamiento cívico. Gratifica especialmente en este momento cuando un vendaval de pesimismo recorre el país porque la gente lleva meses escuchando mensajes negativos -sobre todo de los políticos- que pintan una España en blanco y negro, decadente y cutre, que no se corresponde con la realidad.

Es verdad que España y los españoles tenemos puntos flacos pero en muchos aspectos, entre ellos el comportamiento de la gente en el exterior, superamos a los países de nuestro entorno y somos mejores que la mayoría de las naciones del resto del mundo. Decía San Agustín «si me analizo me deprimo, pero si me comparo me ensalzo» y, mira por donde, los seguidores de La Roja nos invitan a «ensalzarnos», a dejar de flagelarnos con tanto pesimismo y a recuperar autoestima para levantar nuestros ánimos decaídos.

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