NO CABE UN ALAMA en la Plaza de Santa María. Es sábado por la tarde, y las parejas de abuelos empujando los carritos de sus nietos se alternan con los grupos de jóvenes que disfrutan de su segundo fin de semana de peñas. Los gritos de las peñas quedan silenciadas por las pruebas de sonido del escenario que preside estos días la Praza Galicia, donde este sábado tocaba el de Carabanchel, Rosendo, como parte de la que promete ser su gira de despedida.
A su derecha, las atracciones girando; Cotton Joe sonando como si no hubiesen pasado veinte años desde la última vez que alguien lo escuchó por primera vez. La Boa Vila estaba llena de luces que estallaron a medianoche.
El Teucro aún tardó algo más en llenarse. En la plaza "de los mayores" apenas había cincuenta personas, repartidas entre una carpa de Niveo y la sombra de un altavoz. Los que faltaban esperaron en los bares de la Praza de la Verdura a que se pusiera el sol. Por la noche, no quedaba un solo pontevedrés en casa.