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Galicia necesita un plan

La pandemia y la crisis industrial han volatilizado el Plan Estratéxico de Galicia 2015-2020
Manifestación de los trabajadores de Siemens Gamesa en As Somozas. EFE
photo_camera Manifestación de los trabajadores de Siemens Gamesa en As Somozas. EFE

El objetivo pasaba por consolidar un crecimiento económico sostenido durante la segunda mitad de la década, con un avance anual del PIB superior al 2,5%, y aumentar en 100.000 el número de empleos hasta 2020, lo que permitiría reducir la tasa de paro al 10%. También planteaba duplicar el gasto en I+D y converger ocho puntos con la Unión Europea. Lo decía el Plan Estratéxico de Galicia 2015-2020, que venía a reemplazar y mejorar el comprendido entre 2010 y 2014. Era la hoja de ruta sobre la que cada año se construían los presupuestos. Papel mojado en el tramo final del quinquenio.

La pandemia no dio respiro cuando creíamos haber enterrado años de crisis que nos dejaron más desigualdad social y, por tanto, nos hicieron más débiles. Y para que el golpe fuera mortal se cruzó en el camino una crisis industrial sin precedentes, larvada durante años, cierto, pero que estalló con toda su crudeza también el año pasado. Por tanto, dos crisis en una cuando todavía no nos habíamos recuperado de la anterior. No hay plan estratégico que aguante ese escenario. El programa de la Xunta que remató el año pasado había sido presentado en el arranque de 2016. Años luz a decir por los acontecimientos.

Sin embargo, Galicia necesita un plan. Más bien, unos cuantos planes resumidos en uno, que bien podría ser estratégico. Tantos planes como caras presenta esta crisis poliédrica. El nuevo presidente de la patronal, que se ha estrenado en el cargo sumándose oficialmente a quienes quieren tumbar lo que queda del Impuesto de Patrimonio, fuente de recursos de la Xunta, ha presentado un plan a Núñez Feijóo. Los ejes de la propuesta de Juan Manuel Vieites parten del sentido común, plan de reindustrialización, captación de inversiones, apuesta por la I+D, y también por otras cuestiones que presentan cierta carga liberal, por algo es empresario: reducir la fiscalidad, tanto en número de tributos como en presión, y una mayor agilización administrativa en cuanto a trámites y licencias. La patronal tiene ahora voz. Y ejerce con poco margen para la complacencia. Toda una novedad.

Vieites también alude a los fondos de reconstrucción europeos, más conocidos como Next Generation. Su idea pasa por la creación de una oficina conjunta de identificación de proyectos empresariales integrada por Xunta y CEG. Todo suma. Sin embargo, en esto de los fondos europeos, y las multimillonarias inversiones anunciadas a su abrigo, bien nos valdría resituar un debate plagado de buenas intenciones. El baño de realismo en todo esto lo acaba de poner el Foro Económico de Galicia, el laboratorio de ideas impulsado por Santiago Lago y Fernando González Laxe. Pues bien, en sus previsiones de crecimiento de la economía gallega para este año, que sin nuevos confinamientos puede oscilar entre un 4,8% y un 8,8%, lo más llamativo resulta que deja fuera cualquier impacto que puedan tener los fondos europeos. Por dos incertidumbres: la duda más que razonable de que se puedan ejecutar, al menos en parte, este año, y la incógnita sobre su impacto directo en Galicia, como en otros territorios.

Otra evidencia. Esta semana el consejero delegado del Banco Santander España, Rami Aboukhair, ha abogado por que las entidades financieras adelanten a las empresas los fondos europeos para acortar el tiempo de espera entre la aprobación de los proyectos y la llegada del dinero. Cuando la banca se ofrece como financiadora algo busca, y resulta evidente que no se tratará de perder dinero, pero también pone negro sobre blanco los tiempos de este proceso, que está resultando un pelín alambicado.

Un plan a medio plazo, apoyado por los fondos europeos y destinado a grandes proyectos, y otro a corto, a cortísimo, para actuar en el día a día, que mire a la hostelería, sí, pero también a sus proveedores, a miles de autónomos que se ven atados de pies y manos en este confinamiento de facto. Un plan a medio que sirva para reindustrializar Galicia con esos fondos europeos, pero en el corto también debemos retener proyectos que se nos van de las manos. El caso de Siemens Gamesa en As Somozas es de libro.

En octubre, el Parlamento creó una comisión especial no permanente para la reactivación económica, social y cultural de Galicia tras la crisis del Covid. Una caravana de pluralidad pasó por allí. Las conclusiones de esa comisión bien podrían servir como andamiaje de ese gran plan pendiente.

Teresa Ribera, la ministra que tiene la llave para Alcoa y As Pontes

Reyes Maroto manda lo que manda en el Ministerio de Industria. Teresa Ribera. EFEY Teresa Ribera también, es decir, muchísimo más. La ministra para la Transición Ecológica tiene la llave que abre el futuro en San Cibrao y As Pontes. No oculta su activismo ecologista, y eso es un elemento a tener muy en cuenta cuando se le plantea un proyecto. Aunque en San Cibrao es la Sepi la herramienta elegida para cerrar la operación de compra y posterior traspaso de la planta, si los costes energéticos no entran en la ecuación ya podemos ir olvidándonos de opciones de futuro. Y eso pasa por Ribera. La vicepresidenta se sentó con Núñez Feijóo esta semana. Aunque hubo receptividad, todo sigue en el aire. Por ahora. 

Francisco Luzón, el banquero que hizo Argentaria y pasó por Inditex 

Inditex suele sentar banqueros en su consejo de adminiFrancisco Luzón. EFEstración. Y no será para financiarse, ya que apenas tiene deuda. Rodrigo Echenique, Emilio Saracho... Y Francisco Luzón en su día. El banquero filántropo, que dedicó los últimos años de su vida a luchar contra la enfermedad que padecía, la Ela (esclerosis lateral amiotrófica), estuvo nada menos que quince años cerca de Amancio Ortega. Cuando llegó a Arteixo, Luzón era uno de los hombres fuertes de Emilio Botín, pero antes, mucho antes, había levantado lo que fue Argentaria sobre los cimientos del Banco Exterior. Todo eso sucedió en los noventa. Un joven Luzón fue el artífice del saneamiento de la banca pública española. Dejará huella. 

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