Un guardia civil de Cambados colaboraba con el narcotráfico

La Audiencia le juzgará por revelación de secretos y omisión de perseguir delitos ▶ Su presunto socio también será acusado

Condenados en la operación Salamina, directamente relacionada con el caso que ahora se juzgará. GONZALO GARCÍA
photo_camera Condenados en la operación Salamina, directamente relacionada con el caso que ahora se juzgará. GONZALO GARCÍA

Cuando apenas han transcurrido unas semanas desde que la Audiencia dictó sentencia (condenatoria) contra un expolicía corrupto, el tribunal provincial se prepara para un nuevo juicio en relación con los alargados tentáculos del narcotráfico en las Rías Baixas. Fueron los propios agentes del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra quienes detectaron las actividades supuestamente ilícitas de Eladio G.V., funcionario que prestaba servicio en el cuartel de Cambados a finales de 2013. El guardia, según sostienen sus propios compañeros, tenía una estrecha relación personal con Fernando Fariña Betanzos, alias O Fuchico, narcotraficante recientemente condenado en la sala cuarta del mismo Pazo de Xustiza pontevedrés.

El agente, según se desprende de las pesquisas, conocía, por su trabajo, los movimientos e investigaciones desarrolladas por el citado EDOA y también por el ECO (Equipo contra el Crimen Organizado), así como la identidad de los vehículos camuflados y las actuaciones concretas para combatir a los clanes del narcotráfico.

El agente conocía la identidad de los vehículos camuflados y las actuaciones para combatir a los clanes del narcotráfico

Toda esa información llegó en varias ocasiones al citado Fuchico de manos de Eladio, lo que acabó por frustrar diversos controles y operaciones de lucha contra el tráfico de drogas en las que llevaban meses trabajando sus propios compañeros.

Las pesquisas en relación a las actividades de este funcionario comenzaron poco después de que el ECO pusiese fin a las actividades de otros dos guardias civiles que cooperaban con narcotraficantes, en este caso desde el corazón de la Comandancia pontevedresa. En las semanas posteriores a los arrestos de aquellos agentes corruptos (condenados hace algunos meses en la Audiencia) se iniciaron las pesquisas alrededor de la relación entre O Fuchico y Eladio, que sirvieron para recopilar numerosos contactos entre ambos con transferencia de información sensible.

Tras varios meses de investigaciones, la propia Guardia Civil fue la que se encargó de poner fin a lo que ocurría con la detención del agente. Un segundo funcionario de Cambados fue investigado en un primer momento, pero acabó quedando fuera del asunto. No así Fernando Fariña, que se enfrentará a un nuevo juicio cuando ha pasado muy poco tiempo desde su última condena.

Por los hechos, los procesados se enfrentarán en cuestión de unos meses a un juicio que tendrá lugar en la Audiencia Provincial de Pontevedra. A falta de la confirmación definitiva por parte de la Fiscalía Antidroga, se espera que la petición de pena más elevada corresponda a Eladio G.V., presunto autor de un delito de revelación de secretos y otro delito de omisión del deber de perseguir delitos (dado que, lógicamente, conocía perfectamente la ocupación ilícita de la persona a la que facilitaba información). En cuanto al narcotraficante, se le considera autor de un delito de violación de secretos. A falta de la calificación definitiva, ambos podrían enfrentarse a posibles penas de unos tres años de cárcel y, en el caso del guardia, a una inhabilitación.

Conversaciones. "Averigua como se chama ese tío, sabes que vou ter un detallazo contigo"

Chivatazos ►Así se fraguaron los contactos entre ambos

La interceptación de las comunicaciones entre el narcotraficante y el guardia de Cambados sirvieron a los miembros de la Comandancia para acreditar que tenían a un topo entre sus agentes. Este periódico ha podido acceder a algunas de ellas. "Joder, por favor, averigua como se chama este tío; sabes que vou ter un detallazo contigo", le dijo Fariña a Eladio a través de wasap en el mes de agosto. "Andan dos furgonetas blancas de Madrid por la zona", le advirtió en septiembre.

"El ECO en Cambados". De ese modo advirtió supuestamente el guardia al narco de la presencia de los especialistas antidroga en la villa de O Salnés a principios de noviembre. Ese mismo mes, el agente alertó a ‘O Fuchico’ de varios controles en los que él mismo estaba participando, ubicados en puntos clave como el polígono industrial de Sete Pías, la rotonda de Barrantes o la Praza de Fefiñáns, a lo que el narco le respondió: "Gracias máquina".

A los pocos días, Eladio remitió un mensaje a su amigo. "Cada vez necesito más", junto a imágenes de billetes. "Va a haber buenas noticias prontito", le comentó Fariña Betanzos.

Se desconoce el tiempo durante el que se produjeron estas prácticas, que, además, servían para poner en conocimiento de otras personas, a través de un grupo de wasap, de la localización de controles establecidos por el Instituto Armado en distintos puntos de O Salnés. ‘O Fuchico’ llegó a detectar estas filtraciones, lo que le llevó a advertir a un individuo de que no emplease esa vía por seguridad.

Estas conversaciones unidas a otras serán pruebas fundamentales en el próximo juicio, en el que, además de los acusados, comparecerán los agentes de la Guardia Civil que pusieron fin al problema.

Las causas. "Incautación sin reo", el detonante
El proceso que concluirá con el citado juicio partió de la investigación bautizada como operación Salamina, tras la que el citado ‘O Fuchico’ acabó reconociendo que vendía droga por toda Galicia y aceptando una pena de tres años y tres meses de cárcel por ello.

Sin embargo, las relaciones entre las fuerzas de seguridad y las personas relacionadas con el tráfico de sustancias de forma ilícita provienen de muy atrás.

Los primeros casos de corrupción se producían en la etapa del contrabando de tabaco. "Incautación sin reo" era el título más repetido en los informes del Instituto Armado cuando se hacían con partidas de tabaco a finales de los 70 y principios de los 80. El asunto es que, a causa de la legislación vigente, la persona que hacía la aprehensión se quedaba con un porcentaje de la misma. Ello llevaba a algunos miembros de las fuerzas del orden a dejar libres a los contrabandistas, lo que les permitía seguir introduciendo cajetillas. De ese modo, el agente seguía llevándose una parte de los beneficios, importantes para él en una etapa en la que los sueldos eran muy ajustados.

En esa etapa se fraguaron las primeras relaciones que posteriormente irían más allá, como en los casos de los miembros del servicio fiscal del Puerto de Marín detenidos en su momento, el agente del ECO recientemente condenado o, si nos vamos un poco más lejos, los elevados índices de corrupción detectados a día de hoy en las principales dársenas, con Algeciras como punta de lanza.