Bineta Ndoye, torre del Arxil: "No me gusta el baloncesto"

El destino provocó que acabase jugando a un deporte que al principio no le apasionaba y llegando a España a los 15 años gracias a la internacional Astou Ndour
David REPORTAXE A BINETA, XOGADORA DO ARXIL, martes, 13 oct · 12:20–12:20
photo_camera La pívot senegalesa Bineta Ndoye. DAVID FREIRE

A Bineta Ndoye no le gustaba el baloncesto. Cuando la torre más alta del CB Arxil era todavía una niña, los amigos de su hermano iban a casa a buscarlo para jugar al fútbol y ella siempre quería fugarse para jugar con ellos. Tenía nueve años cuando sus hermanas ya destacaban en el básquet y se habían agenciado su primer balón. Cuando iban a los partidos, Bineta se quedaba en casa, lo cogía, lo botaba, lanzaba al aire... Fue su primer contacto con su deporte. "Mis hermanas querían que me apuntase".

El lado femenino de la familia apuntaba al aro, mientras el ala masculina disparaba a portería. "Para intentar motivarme a cambiar de opción, mi hermana me llevaba al pabellón para ver la final de Dakar. Había un gran ambiente. Estaba lleno de gente y era muy bonito".

Pero ella seguía pensando lo mismo. "No me gusta el baloncesto", les decía. Hasta que, cuando tenía once años, la internacional senegalesa Traoré "vino a mi casa y me dijo: te voy a apuntar". Le compró unas zapatillas de baloncesto y un día cualquiera, a las cinco de la tarde, la recogió y se la llevó a la escuela para hacerla vivir su primer entrenamiento. Enseguida vio que ser más alta que la mayoría era una gran ventaja.

El colegio realizaba labores de captación con los niños de los alrededores. "Iban a pasárselo bien y mis amigas siempre estaban allí. Aquello me motivó y al final me quedé. A la semana ya me empezó a gustar".

"No me planteaba ser profesioanl, o si algún día sería buena o no. Yo jugaba únicamente para divertirme"

David REPORTAXE A BINETA, XOGADORA DO ARXIL, martes, 13 oct · 12:20–12:20 A ESPAÑA. Bineta evolucionó con rapidez en sus habilidades y siguió creciendo hasta superar el 1,90 ampliamente. Entrenaba bajo un sol abrasador, al aire libre, en instalaciones que distan de ser de las que disponen los clubes europeos. Daban igual las condiciones. Ndoye y sus amigas gozaban.

"No me planteaba ser profesional, o si algún día sería buena o no. Yo jugaba para divertirme", reflexiona echando la vista atrás.

Pero en una ocasión, estando ya en categoría cadete, el técnico de su equipo la llamó a filas para sustituir a una pívot que no podía participar debido a compromisos académicos. Demostró que podía competir con las séniores y que sus centímetros la acercaban al cielo. "Ese día empecé a preguntarme, ¿por qué no?".

A punto de partir para Francia con una beca de estudios, con quince años, un hecho inesperado cambió su vida.

"Había una chica en Vecindario (Gran Canaria) que me conocía y su entrenador en Canarias, que buscaba chicas altas para el equipo, le preguntó y ella le habló de mí". Bineta dudó en cambiar de destino.

No sabía castellano y temía los obstáculos del idioma. Y entonces emergió la figura de Astou Ndour, que la convenció para se fuese con ella a Canarias. "La conocía y su presencia me animó a quedarme. Le dije a mi hermano que ya no me iba a Francia, que me quedaba en España, porque Astou y yo íbamos a vivir a juntas". Desde entonces, su carrera ha ido creciendo al mismo ritmo que ella hizo en su infancia.

 "Tengo que dar lo que esperan de mí"
Bineta ha jugado ya en Liga Femenina, en la primera división portuguesa y formado parte de clubs importantes de la península, como el Unicaja.

Ahora espera devolver toda la confianza que ha depositado el Arxil en ella. "El comienzo está siendo un poco difícil para mí, pero poco a poco me voy aclimatando. Ya es el momento de que lo haga. Tengo que dar lo mejor y confirmar lo que esperan de mí", comenta, antes de anunciar cuál es su especialidad. "Me gusta defender, me gusta taponar. Me gusta mi puesto". Al estar bajo su sombra, uno adivina que las pívots rivales tendrán que trabajar duro para librarse de ella.

Con la mente puesta en mejorar para su club, esta amante de la música y el teatro, aficionada al tenis y el fútbol, se va haciendo al ritmo de la ciudad.

Su familia siempre estuvo vinculada al deporte. Además de que sus hermanos lo practicasen, su padre fue presidente de un club de fútbol local. Curiosamente, a pesar de la pasión que genera en su familia la actividad deportiva, la especialidad que más se vincula a su ciudad, Dakar, el Rally París-Dakar, nunca entró en su vida.

Sus cinco hermanos están por todo el mundo: Italia, Francia, Canarias: dos de ellos construyen instalaciones deportivas.

Más en Deporte Local Pontevedra
Comentarios