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Historias de Semana Santa

Las procesiones de Semana Santa renuevan seguidores estos últimos años. Pertenecer a una cofradía ya no es asunto de mayores y cada vez atrae a un mayor número de jóvenes

"Tu sangre, por mi culpa derramada,/floreció como un lirio en mi desvelo./ Y ya por Tí, Señor, fue mío el cielo,/huyó la noche y vino la alborada»; así comienza, al hilo del tema, el poema A Jesús Crucificado de Celso Emilio Ferreiro.

Durante estos días se recuerda la Última Cena, la Eucaristía, el Lavatorio de pies de Jesús a los discípulos, la Oración en el huerto de Getsemaní, la Crucifixión, el Entierro y la Ascensión. La Semana Santa tiene en su haber preservar y promover diferentes manifestaciones culturales a lo largo de los siglos. En nuestra ciudad las primeras noticias sobre su celebración parece ser que se remontan al siglo XV.

Uno de los preceptos católicos en estas fechas es el ayuno y la abstinencia, preceptos que permanecen vigentes. El ayuno consiste en comer fuerte una sola vez al día, y afecta a los católicos mayores de edad hasta los 59 años, y la abstinencia se refiere a la ingesta de carne que debe evitarse todos los viernes del año; y ambos se deben guardar el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

Talla de Cristo crucificado en San Francisco. MILAGROS BARÁ

Durante el siglo XVII, nos cuenta Casto Sampedro, que los días anteriores a la procesión de Jueves Santo salía a la calle un Bando "apregonado" con el tambor del Concejo por plazas y plazuelas con la misión de adecentar las calles y soportales para que «se recogiesen las trabes, piedras, cepos, y otros embarasos, y cerrasen los tableros de las tiendas y talleres, y se pusieran a la noches los lumbres acostumbrados». Ese día los penitentes se debían de reunir en la Capilla de la Vera Cruz del monasterio de San Francisco.

A finales del siglo XIX acompañaba a los pasos la Banda de Música del Hospicio y en la Semana Santa de 1898 el compositor pontevedrés Enrique Paz Carbajal, que en aquel momento era director de la Banda de Música de Noia, estrenó la marcha fúnebre Homenaje a Cánovas con la referida banda.

Desde la iglesia de Santa María salía el santísimo Viático, que visitaba a los enfermos impedidos de la parroquia, llevando al Santísimo bajo palio "por privilegio singularísimo que no sabemos que goce otra iglesia", según relata un periódico de la época.

Con cierta ironía diario El Áncora se hacía eco en 1900 de que, según sus noticias, el Ayuntamiento había presupuestado la asombrosa cantidad de 101 pesetas para todas las fiestas: Peregrina, Corpus Christi, San Sebastián y Semana Santa. Un año más tarde procesionaba la ciudad el paso de la Misericordia, que pertenecía al antiguo Hospital y estrenaba un nuevo manto "regalado por varias piadosas señoras de la localidad". Los oficios del Jueves Santo en San Bartolomé comenzaban a las diez de la mañana y a las siete de la tarde se procedía con el Lavatorio de pies a doce pobres. En San Francisco los oficios empezaban muy temprano, a las siete de la mañana.

Acompañando la imagen de Cristo atado a una columna, del Jesús cautivo, se unieron los gremios de Santa Catalina y San Antonio Abad, cuyos presidentes eran José Rodríguez Aboal y Gonzalo Mucientes, respectivamente. El Ecce-Homo de San Francisco y la Misericordia estrenaban traje, el primero donado por Juana Portela de Mucientes. Se instalaban mesas petitorias por la ciudad para recaudar fondos para causas benéficas y también para sufragar los costes de mantenimiento de San Francisco y el culto.

Ese mismo año se recuperó una antigua tradición: «El Ayuntamiento interpretando los sentimientos religiosos del pueblo y siendo fiel guardador de sus piadosas tradiciones, tiene pensado hacer la visita a los Sagrarios el día de Jueves Santo, restableciendo esta antigua costumbre interrumpida hace algunos años debido al estado verdaderamente lamentable porque atravesó el municipio». Como curiosidad general comentar que en octubre de 1902 terminaba el plazo para cambiar la moneda acuñada hasta el año 1869 que se produjo tras el derrocamiento de Isabel II; se instauró la peseta en España porque hasta entonces el sistema monetario nacional no estaba unificado.

La procesión de la Soledad se detenía en Santa Clara, lugar en que las monjas de clausura cantaban el Miserere para recogerse en Santa María donde "el distinguido barítono don Víctor Cervera Mercadillo cantó una sentida plegaria a la Madre de Dios, acompañado por el organista Sr. Salvador".

Una festividad que animaba la venta de velas con anuncios como el de cera de Albaida que destacaba la pureza de la misma, la buena confección, y que "no se ahuma ni se corre, ni forma pavesa, sino que conserva la luz siempre clara". Además de cirios se anunciaban libros en letra gruesa, preciosa encuadernación, otros libros de piedad o lágrimas de incienso de origen puro. La cerería El sagrado Corazón de Jesús en el nº 15 de la calle San Román ofrecía a su clientela "cera en velas para los Monumentos á 8, 10 y 12 reales libra. Especialidad en hachas de uno y tres pábilos para las procesiones".

Como curiosidad destacable comentar que en 1904 la Sagrada Congregación de Ritos prohibió el uso del harmoniun "y cualquier otro instrumento, aunque sólo sea de cuerda" y el papa Pío X limitó el número de bandas que podían formar parte de las procesiones y ordenó vigilar el tipo de piezas que debían ser acordes con la celebración religiosa. Durante esta semana los centros de enseñanza cerraban sus puertas.

A un Jueves Santo el año 1925 se atribuye la primera obra que estrenó en tan señaladas fechas por la Coral Polifónica de Pontevedra dirigida por Antonio Blanco Porto. Pero la celebración se fue simplificando por la complicada situación sociopolítica y en 1934, sólo se mantenía en activo la Procesión del Santo Entierro. La tradición procesional se recupera en 1949 de la mano del sacerdote pontevedrés Luis Pintos Fonseca y se restauran las celebraciones en todo su esplendor; para ello se creó en Pontevedra una Junta Coordinadora de las Cofradías Penitenciales de la Semana Santa. Durante esta década la mercería La Oriental de Pascual Alcalde, sita en Olivia nº3 anunciaba un gran surtido de velos y bolsos. Para finalizar volvemos a recordar: "Tres días hay en el año / que relumbran más que el sol: / Jueves Santo, Corpus Chisti / y el día de la Ascensión".

Sirvan estas líneas como homenaje a Juan Juega Puig que, con el pesar de sus amigos familiares y allegados, nos ha dejado recientemente.

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