Opinión

La cuesta de enero

Cambiarán los gobiernos, habrá municipales y la Unión Europea seguirá siendo un proyecto de futuro con o sin los piratas ingleses. Que más da todo mientras tengas salud y un rayo de sol entre por el cristal de la ventana al despertarte

LA CUESTA de enero no es meramente una cuesta económica. El Gobierno subirá los impuestos indirectos este mes y tu tarjeta tendrá menos crédito que hace treinta días ya que tras la navidad ha quedado más quemada que el motor de un seiscientos. Es una cuesta fundamentalmente psicológica y emocional. Se han apagado las luces de la fiesta y ya no queda nadie para concederte un último baile. La familia que estaba alrededor de la mesa ha volado en coro como vuelan los estorninos sobre los tejados de la ciudad. Vuelves a estar tu y tus noticias diarias, tu barra de pan, tus cafés matinales, tu trabajo rutinario o buscándolo con la ilusión de que en estas fechas “se mueva algo”. Tienes una resaca sentimental y comienza a enfriar el clima. Todavía no ha llovido lo que tenia que llover pero sabes que lo hará. Es cuestión de tiempo. Romperán esas nubes en mil pedazos y caerá el agua sobre las verdes colinas desde Fisterra a Tomiño. Galicia es un jardín que hay que regar para que brote el trigo sobre la tierra soleada del verano junto al mar. Te has propuesto metas dignas de un campeón olímpico ateniense. Dejar de fumar, abandonar ese amigo traicionero llamado alcohol, ir a correr todos los días, apuntarte a un gimnasio, hacer dieta para bajar el barrigón post orgías gastronómicas, practicar yoga, natación o aprender inglés. Prometes cuidarte más y probablemente lo consigas con la voluntad necesaria. Pero lo mejor del invierno es el caldo gallego, ese brebaje ancestral que espanta a las meigas y alegra el corazón. Lo mejor del invierno es el cocido, sus garbanzos, habas, chorizos y verduras al amparo de un vino honesto de la huerta. Lo mejor del invierno son los carnavales, que aunque no te disfraces siempre alegran las calles. Lo mejor del invierno es la lectura, recogerte en un sofá y leer a los clásicos. Pero lo mejor del invierno es que cada día habrá más horas de luz y pronto, muy pronto, comenzarán a brotar como fuegos artificiales las flores coloridas y las hojas de la primavera sobre los árboles renacidos. El mundo va a mejor sin ninguna duda. La posibilidad de una guerra mundial se desvanece gracias a la interconexión tecnológica y la comunicación. El peligro de una recesión económica es real pero si hemos superado una crisis podemos superarlas todas. El integrismo parece que medita sobre si mismo y es menos activo. La corrupción política parece que forma ya parte de lo que no se debe hacer en la cultura política de nuestro país. Cataluña seguirá donde está, en la península ibérica, salvo que un movimiento de tierras telúricas la desplace hacia el mediterráneo y acabe siendo una isla como Córcega. Tranquilos. Cambiarán los gobiernos, habrá municipales y la Unión Europea seguirá siendo un proyecto de futuro con o sin los piratas ingleses. Que más da todo mientras tengas salud y un rayo de sol entre por el cristal de la ventana con la luz del alba al despertarte. Cada amanecer todo es posible. Un nuevo año. Un lienzo en blanco para pintar tu propia acuarela. Un papel en blanco para escribir un cuento nuevo. Cierra los ojos ahora mismo y respira cinco segundos. Ya está. Toda la esencia de la vida se contiene en ese aire que acabas de respirar. Deja que fluya como un manantial. Al final de la cuesta de enero está el tobogán de la primavera que te hará caer alegre sobre el mar del verano.

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